Refugiados
Sánchez rectifica 14 días después y acogerá a los inmigrantes del Open Arms
El Gobierno en funciones cambia de opinión por la presión tras la llegada del buque a las costas italianas y afirma que participará en el reparto equilibrado de los inmigrantes entre seis países europeos.
El Gobierno en funciones cambia de opinión por la presión tras la llegada del buque a las costas italianas y afirma que participará en el reparto equilibrado de los inmigrantes entre seis países europeos.
Están muy cerca de tierra firme, pero lejos de pisarla de momento. El desembarco del Open Arms en un puerto seguro –ya sea Malta o Italia por proximidad– depende de las negociaciones políticas que se están llevando a cabo en los despachos europeos. Según el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, hay un acuerdo para su reubicación entre los gobiernos de Francia, Alemania, Rumanía, Portugal, España y Luxemburgo que estarían dispuestos a acogerlos.
Quince días después del rescate de los inmigrantes en aguas de Mediterráneo y 24 horas después de la decisión de la Justicia italiana de permitir la entrada del buque en sus aguas, en la tarde del miércoles «por motivos de salud», el Gobierno español rectificó y se mostró «dispuesto a participar en un reparto equilibrado de los migrantes» tal y como trasladó a la Comisión Europea y al resto de países de los estados miembros.
A través de un comunicado a la prensa, el gobierno en funciones de Pedro Sánchez anunció que está dispuesto a acoger a los rescatados pero siempre y cuando ese trabajo sea «una solución común europea, ordenada y solidaria» Del «no es no», Sánchez pasa al sí, pero con matices. Un nuevo bandazo en la política migratoria que dirige el PSOE
Y es que el presidente está utilizando este drama en el Mediterráneo con fines políticos. No hay que olvidar que el año pasado, el recién formado gobierno socialista se ofreció como anfitrión del «Aquarius», el barco de la ONG Médicos Sin Fronteras que permaneció dos semanas a la deriva y que atracó finalmente en Valencia con una dispositivo nunca antes visto. No fue su única medida. En el mes de junio del año pasado, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, anunció el fin de las concertinas de las vallas de Ceuta y Melilla. Todo ello formaba parte del giro a la izquierda en lo social para la era post-Rajoy, dado que en política económica –por sus limitados apoyos parlamentarios– se vería atado a gobernar con los presupuestos del PP. Gestos de cara a la galería que han quedado en papel mojado. Un año después, las concertinas siguen en la frontera marroquí y el que fuera adalid de los derechos humanos se mantenía de perfil en la crisis del Open Arms –que navega con bandera española– hasta el día de ayer.
Este nuevo vaivén desató las críticas de la oposición. El Partido Popular, en palabras de su portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, definió lo que está haciendo Pedro Sánchez como «demagogia profundamente inhumana» pues hace un año, recién llegado a la Moncloa, defendía lo contrario de lo que ahora aplica. Añadió que ese «buenismo puede ser cruel» cuando estaba en campaña y en sus primeros días de Gobierno, pero cuando ha tenido que gestionar este asunto «no ha tenido ni la valentía de ir de frente y explicar su cambio de posición».
Mientras se busca una solución política, la embarcación española permanece frente a las costas de Lampedusa y sin autorización para atracar en un puerto seguro, después de que la Justicia italiana cancelara el decreto anti-inmigración de Matteo Salvini. El fallo explicó que la situación «de evidente dificultad» en la que se encontraba la nave justificaba que pudiera dejar atrás las aguas internacionales y acceder a las italianas.
A primera hora de la mañana de ayer subieron la Guarda de Finanza, la Guarda Costa Italiana y médicos italianos a la embarcación «con un tono cordial», según explican fuentes de la ONG, para constatar la dramática situación en la que permanece los rescatados. A bordo del buque las condiciones higiénico-sanitarias son muy malas. Los antibióticos se terminan y muchos inmigrantes, heridos por armas de fuego mal curadas tienen infecciones evidentes. El ambiente es cada vez más tenso debido a las malas condiciones del mar con olas de hasta tres metros y tras pasar 15 días en las aguas sin poder desembarcar.
El cansancio acumulado, la falta de respuestas, la necesidad de comunicar a sus familiares que siguen con vida empiezan a traducirse en episodios de crisis, alertan desde la oenegé. De hecho, el hartazgo ante la incertidumbre empujó a un grupo de inmigrantes a realizar un conato de huelga de hambre el pasado lunes. Además, el agotamiento se suma a las circunstancias propias de la situación en la que se encuentran a bordo. Centenares de personas pasan las horas y duermen en una cubierta de menos de 200 metros. A ello hay que añadir los efectos del mareo que complican la estancia en cualquier buque y mucho más en uno sobrecargado que soporta olas de más de tres metros de altura. De hecho, según informaron fuentes de la ONG, ayer por la tarde se evacuaron a nueve personas (cinco enfermos y sus acompañantes) por razones psicológicas, por lo que en el interior del buque permanecen 138 rescatados bajo la incertidumbre de desconocer su futuro más inmediato.
Cerca de la costa de Malta se encuentra otra embarcación en la misma situación que el Open Arms. Se trata del buque «Ocean Viking» de las oenegés Médicos Sin Fronteras y SOS Mediterranée con bandera Noruega. El barco rescató frente a las aguas de las costas libias a un total de 356 inmigrantes, en cuatro días, y se encuentra en aguas internacionales frente a la costa de Malta a la espera de que se le designe un puerto seguro para desembarcar a los inmigrantes recogidos a bordo. Lleva en la cubierta a 350 hombres, de los cuales 101 tienen menos de 18 años y seis mujeres, de las cuales dos son menores. La embarcación superó ampliamente su límite de pasajeros, que es de 250 personas por lo que la situación a bordo también empieza a ser crítica. Desde la oenegé aseguraron que, por el momento, no hay casos particularmente graves, pero sí «una fatiga física y psicológica», a lo que se va a añadir las condiciones del tiempo poco favorables que se esperan en esa zona del Mediterráneo.
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