Sonrisas y cordialidad entre Reinas

Doña Letizia y Doña Sofía escenifican un acercamiento en la visita al rey Emérito tras su operación de rodilla. Se trata de la primera aparición pública juntas tras la Misa de Pascua.

Parece que las aguas vuelven a su cauce. O al menos así lo intentan los responsables del Palacio de la Zarzuela quienes, conscientes de las proporciones que han ido tomando las repercusiones del rifirrafe entre las Reinas Letizia y Sofía, se han apresurado en ofrecer una imagen de las protagonistas del incidente en la que ambas derrochan cordialidad y sonrisas. La visita obligada al Rey Juan Carlos tras la operación para cambiarle la prótesis de la rodilla, por una más funcional y moderna, ha sido la percha para captar unas fotos que pretenden empezar a borrar la honda y desagradable impresión que dejó en millones de personas la actitud de la Reina Letizia hacia la madre de su marido.

Como es natural, la Familia Real se desplazó al Hospital donde Don Juan Carlos se recupera de su intervención quirúrgica en la Unidad de Cuidados Intensivos para interesarse por su estado y hablar con los doctores que han efectuado la operación. Los Reyes Felipe y Letizia llegaron al centro sanitario al mismo tiempo que la Reina Sofía, momento que recogieron los reporteros gráficos que esperaban a las puertas del Hospital. Y todos ellos pudieron captar a las dos Reinas que hace una semana discutían de forma enojosa, al impedir Letizia que su suegra se fotografiara con sus nietas Leonor y Sofía, en franca camaradería. En las imágenes, las dos aparecen charlando muy sonrientes, saludando al público que las aplaudía y recogiendo un gesto más que amistoso de doña Letizia abriendo la puerta del automóvil del que se baja la Reina Sofía.

Ya a la salida del centro hospitalario, Felipe VI se mostró «muy contento» y comentó a los medios de comunicación allí congregados que la intervención «ha ido muy bien» y que Don Juan Carlos había comenzado ya la rehabilitación y a «andar un poquito». El Monarca se felicitó de que esta operación le va a permitir a su progenitor «ganar mucha calidad de vida».

Rectificar es siempre de sabios y está bien escenificar que la sangre no ha llegado al río. El de ayer fue un primer paso para reparar la pésima impresión que dejó en la gente el rifirrafe que dejó en mal lugar a varios de los que intervinieron en la escena de la puerta de la catedral de Palma de Mallorca. Sus protagonistas no deben olvidar ni dejar de lado que la principal exigencia que se puede hacer a la Familia Real es la de la ejemplaridad. Habrá que confiar que lo de ayer sea no sólo el principio de una mejor entendimiento sino un retorno a la normalidad en las relaciones de los distintos integrantes de la primera institución del Estado español.