Cataluña
El soberanismo intensifica su división ante la investidura
Torrent quiere un candidato «hábil» y la CUP presiona a Puigdemont, que amaga con volver.
Torrent quiere un candidato «hábil» y la CUP presiona a Puigdemont, que amaga con volver.
La entrevista de Roger Torrent y Carles Puigdemont no ha aportado luz a la investidura. Mientras Puigdemont mantiene abiertos todos los escenarios –«vamos a intentar la investidura hasta el último momento»–, sabiendo de antemano que el Gobierno y el Constitucional le pondrán coto, el presidente del Parlament opta por el camino de la sensatez y el realismo presionando para tener «un gobierno efectivo desde el minuto uno», es decir, un presidente que no sea tumbado por la acción judicial. Tras el encuentro y con los puntos de vista encontrados, con una hoja de ruta diferente, Torrent y Puigdemont no han definido las líneas maestras de la investidura ni la fecha del pleno. Tal es la inconcreción, que el propio Puigdemont continuó jugando al despiste y alimentó la posibilidad de regresar a Cataluña para ser investido presencialmente: «Hay muchas posibilidades y trabajaremos hasta el últimos momento para ello», aseguró. Ayer, LA RAZÓN fijaba la fecha del 29. Otros medios de comunicación al albur de nuestra información planteaban el 30, siempre adelantando la fecha límite del día 31, lo que ha desatado la incertidumbre en el movimiento independentista porque «no tenemos la garantía de que haya una segunda oportunidad para investir a un presidente». En estos sectores, cada día más mayoritarios pero arrinconados por Puigdemont y sin el arrojo de tomar la iniciativa, se teme que «el Estado está esperando cualquier excusa para mantener la intervención y con esta investidura –la de Puigdemont– se la estamos poniendo en bandeja. Nos podemos encontrar con un 155 para seis meses más». Una frase resume el creciente malestar: «No se mira por las instituciones. No se pone al país por delante de todo», frente a un Puigdemont que dicen cada día está más solo. Él se mantiene, de momento, ajeno a estas críticas y con su núcleo duro sigue forzando la situación, aunque a juicio de los discrepantes «Junts per Catalunya está constantemente improvisando. Se pide la delegación de voto, para luego retirarla al darse cuenta de su error. Un día dicen que no volverá, al siguiente que a lo mejor, pero sólo si hay garantías de hacerlo en libertad». «Estos envites al Estado son inútiles», afirman argumentando que «no hay una estrategia detrás. Son movimientos tácticos, no estratégicos que nos pueden llevar a una situación de mantenimiento del 155 y no recuperar las instituciones».
Según ha podido constatar LA RAZÓN, Puigdemont tampoco va más allá de su investidura. «No quiere negociar el programa de gobierno, ni tan siquiera el mismo gobierno, porque sólo les preocupa que Puigdemont sea presidente, cueste lo que cueste». Esta falta de negociación y falta de información de las intenciones de Puigdemont no sólo desagrada a ERC, sino también a la CUP, que en sus últimas intervenciones está poniendo en tela de juicio su voto a favor de una investidura del ex president. Los anticapitalistas han puesto sobre la mesa dos condiciones: exigen explicaciones sobre la corrupción y un programa de gobierno que reafirme la vía unilateral. El candidato Puigdemont no ha abierto la boca para hablar sobre ninguno de ambos requisitos.
Sin embargo, en el mundo del PDeCAT y de Junts per Catalunya se habla de cargos. Se señala a Eduard Pujol, el portavoz de Puigdemont durante la campaña, como portavoz del gobierno y conseller de la Presidencia. Laura Borràs, se jacta de estar formando su equipo en la Conselleria de Cultura. También se ha puesto sobre la mesa el nombre de Antoni Abad, el líder de la patronal CECOT que mantiene un tenso pulso con la dirección de Fomento del Trabajo por su actitud independentista que está a punto de romper la patronal catalana, como conseller de Empresa. En la patronal catalana esta propuesta es interpretada como «una declaración de guerra» para algunos, mientras otros piensan justo lo contrario: «Si se va, puede llegar la paz a Fomento».
También los presos y encausados temen que «la actuación» de Puigdemont puede acabar condenándoles «aún más».
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