Política

Miami

El tiempo de los aspirantes

Tras meses de silencio, llega la hora de mostrar sus cartas

La Razón
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La niña de los jefes del partido

Carme Chacón

Miemnbro de la Ejecutiva del PSOE

Encantadora, cercana y con una especial habilidad para llevarse siempre bien con los que mandan. Carmen María Chacón Piqueras, una catalana de Esplugas de Llobregat, ha sido mujer de vertiginosa carrera y con puestos al lado del poder. «La niña de los jefes», dijo de ella el correoso Alfonso Guerra. Tras su derrota en el 38º Congreso Federal del PSOE, frente a Alfredo Pérez Rubalcaba, dio un giro a su vida y se marchó de profesora a Miami. Pero todos en el partido daban por seguro que no era su retirada: «Un paso atrás, sólo para coger impulso», opinaban en Ferraz y en el PSC, de cuya actual dirección estaba muy distanciada. Hija de un bombero de Olula del Río, Almería, y de la abogada catalana Esther Piqueras, Carme era una buena estudiante de Derecho y realizó varios másteres en Inglaterra y Canadá. Su ascenso político le vino de la mano de Pascual Maragall, su gran mentor, que la posicionó en la Ejecutiva Federal de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero ya antes, trabó una muy buena relación con Felipe González, a quien conoció a través de sus amigos José Borrell, Cristina Narbona y Alfredo Pérez Rubalcaba. En aquel tiempo su futuro marido, Miguel Barroso, era jefe de prensa del entonces ministro de Educación. Y curiosamente, el destino la colocó de rival del secretario general.

Pero Chacón no dejaba indiferente a nadie. Fue vicepresidenta primera del Congreso, bajo la égida de Manuel Marín, y ministra con Zapatero dos veces. De Vivienda y de Defensa, donde hizo historia su imagen de mujer embarazada visitando a las tropas españolas en Afganistán. Aquello catapultó su fama y la convirtió en posible alternativa al liderazgo del PSOE. La catalana luchará hasta el final por lo que piensa: «Queda mucho PSOE por hacer».

El tapado de Zapatero

Eduardo Madina

Secretario Gral. del PSOE en el Congreso

No lo oculta y lo dice siempre que puede. A José Luis Rodríguez Zapatero le gusta Eduardo Madina y piensa que es un soplo de aire fresco para el futuro socialismo. Al margen de su apoyo, este hijo único de históricos militantes socialistas del País Vasco no ha logrado fraguar todavía un paquete de fieles a su causa. Llegó a la Secretaría General del Grupo Parlamentario en el Congreso de la mano de Alfredo Pérez Rubalcaba, pero su gestión ha sido muy contestada. «Madina, Madina, el conspirador de la esquina», ironizaban muchos diputados socialistas sobre su manera de actuar: criticar, sin dar la cara. Eduardo Madina Muñoz es un bilbaíno de la ría obrera, que tiene en su cuerpo la marca sangrienta de ETA. Aquel atentado marcó su vida, le hirió una pierna y provocó la frase rotunda de Zapatero: «Haré lo que sea porque no vuelvas a pasar por esto», le dijo el entonces líder del PSOE, en un momento que muchos piensan fue el inicio del proceso negociador de ZP con la banda terrorista. Licenciado en Historia por la Universidad de Deusto, carrera que cursó mientras trabajaba, es un hombre cortés, pero con altibajos de carácter, según sus propios compañeros. «Le falta coraje para dar la batalla», aseguran en el Grupo Socialista. Pero todo está por verse. Y puede que este vasco, sufridor del terrorismo, cauto y amable, afronte en serio la batalla por la Secretaría General. Amigo personal de Patxi López, casado y padre de un hijo, su trabajo en el Congreso no ha sido brillante y, en los últimos meses, alejado del propio Pérez Rubalcaba, a quien censura por detrás. Ese «amagar y no dar» es uno de los problemas de Madina, según sus adversarios. Todo el mundo le califica como «el tapado de Zapatero». Y ya se sabe, en política, todo es posible. Y por sorpresa.

Un limitado lendakari

Patxi López

Secretario Gral. del PSE

Alberga en su currículum haber sido el primer Lendakari socialista del

Gobierno vasco. Pero es también su losa. «Dejó perder un sillón que era histórico», dicen en el partido sobre este vasco de pura cepa, nacido en Portugalete, hijo del sindicalista Eduardo López Albizu, «Lalo». Gracias al apoyo del PP, tras las elecciones del 2009, Patxi López se convirtió en presidente autonómico de Esukadi, rompiendo la estela de dirigentes nacionalistas en Ajuria Enea. Pero no supo aprovechar aquel hito sin precedentes y su paso fue fugaz, con una gestión bastante gris. Un intermedio que dio paso de nuevo al PNV a la Lendkaritza y que frustró a muchos socialistas en el País Vasco y el resto de España.

Se afilió con dieciséis años a las Juventudes Socialistas y creció en el Casco Viejo de Portugalete. Su padre le inculcó ideas, pero escasa formación que, según dicen sus críticos, es su talón de Aquiles. El verdadero motor de su vida es Begoña Gil, su mujer, una dama inteligente, ambiciosa y concejala socialista del Ayuntamiento de Bilbao. Amigo personal de Rubalcaba, pactó con él la fecha de las primarias. Ahora, el tiempo y el resultado de las europeas, pueden alterar esa alianza y todos los planes.

Patxi López es un hombre querido en el partido, pero con matices. «Fue un lehendakari con limitaciones y ya no estamos para experimentos», opinan algunos barones con peso en la dirección. Reconocen que bajo su mandato se logró el fin del terrorismo, pero le detectan una gestión defectuosa y una frágil formación. A favor: su amistad con Susana Díaz, clave en todo el proceso de sucesión. «Saldrá quien Susana quiera», aseguran en el PSOE sobre el poder de la «Sultana». La única que, contra ERE y corruptelas varias, ha mantenido el feudo socialista.

La esperanza blanca del socialismo futuro

Pedro Sánchez

Diputado del PSOE en el Congreso

Joven, formado, moderado. Y sin pasado contaminado. Es el diputado Pedro Sánchez Pérez–Castejón, un joven aún desconocido para la mayoría, aunque ya bien conectado en la sombra de las Federaciones del PSOE. «Se las sabe todas en Economía y se está pateando el partido», aseguran parlamentarios socialistas, intelectuales y economistas que empiezan a conocerle. Un madrileño que estudió en el Instituto Ramiro de Maeztu y en la Universidad Complutense, apasionado de la Generación del 98 y la Institución Libre de Enseñanza, profesor de Estructura e Historia del Pensamiento Económico. Admirador desde niño de La Revolución Francesa y La Ilustración, con varios Doctorados en Economía y Política Monetaria Europea en la Universidad de Bruselas, lo que le permite dominar varios idiomas.

Pedro Sánchez ha compaginado su vida política con el ámbito universitario y varios cargos en la UE. Fue asesor del Parlamento Europeo y jefe de gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia. Ya en España, concejal del Ayuntamiento de Madrid, donde se decantó por Trinidad Jiménez en su pugna con el díscolo Tomás Gómez. Pero ahora, muy prudente, no se ha definido por ningún «clan» en concreto. Un político valiente, honrado y de nuevo cuño, opinan veteranos socialistas, que apuestan por un candidato «limpio, sólido y de savia nueva». Acaba de cumplir cuarenta y dos años y le sienten la «esperanza blanca» del socialismo futuro. En sus intervenciones en el Congreso ha demostrado oratoria y telegenia. Se define socialdemócrata y con un credo de conducta: es un feroz látigo contra la corrupción y se perfila como una firme alternativa en el Congreso del PSOE. «El nuevo Felipe», según muchos cuadros históricos del partido.