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Romeva: “Ni la ONU ni la Constitución prohíben la autodeterminación”
El exconseller de Acción Exterior de la Generalitat sigue la estela de Junqueras y rechaza que incitara a la violencia
El exconseller de Acción Exterior de la Generalitat sigue la estela de Junqueras y rechaza que incitara a la violencia.
Raül Romeva inició su interrogatorio con la misma estrategia que Oriol Junqueras la pasada semana: respondiendo solo a su abogado, Andreu Van den Eynde, y denunciando que el proceso «es un juicio político». «Hoy hace un año que estoy en prisión y me considero un preso político», añadió. Así arrancó su alegato, crítico con el tribunal y las acusaciones, durante el cual no dudó en cargar contra Vox, afirmando que le resulta «delirante» y carente de lógica que «los que defendemos los valores europeos de libertad e igualdad nos encontramos en el banquillo mientras los que amenazan esos valores y esa Europa están entre las acusaciones».
El ex conseller de Acción Exterior partió de la misma premisa que el resto de acusados que hasta ahora han declarado y defendió que organizar o votar un referéndum de autodeterminación no es delito: «No hay un solo tratado internacional que prohíba explícitamente el derecho a la autodeterminación. La Constitución tampoco lo prohíbe. Es más, Naciones Unidas dice que los pueblos tienen derecho a firmar su futuro». Romeva se definió como «un demócrata, republicano, europeísta y, circunstancialmente, independentista». Por ello, apuntó que defiende ese proyecto europeísta basado en los derechos y libertades para una Cataluña en forma de república. Y matizó que «es un proyecto que no va contra nadie». Es aquí donde cargó contra Vox, partido al que acusó de querer romper esos valores, tachando su presencia como acusación de «hecho preocupante que debería incomodar a los demócratas».
Para Romeva, la deriva del independentismo comenzó a tomar fuerza en 2010 tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, apuntando que fue una «sentencia dramática» que generó que «mucha gente tuviera la sensación de que se había roto algo muy serio. Fue una ruptura emocional. Estábamos ante la ruptura de un pacto importante, el del 78». Y no dudó en tachar al TC de «tribunal politizado». Recurrió también a la acusación de falta de diálogo por parte del Gobierno central: «Llegamos a contar hasta 20 intentos formales de establecer este diálogo para afrontar una cuestión que para muchos era trascendental para sus vidas», señaló. En este punto, aprovechó para considerar que «lo sensato y democrático es negociar, pero negociar en el ámbito político, no en una Sala de lo Penal». Y puso como ejemplo la consulta del 9-N de 2014: «Demostró esa determinación cívica y pacífica de expresarse». En cuanto a sus funciones como ex consejero de Puigdemont, explicó que en el ejercicio de su labor como coordinador de la acción exterior de la Generalitat nunca hizo nada ilícito, ni en el ámbito nacional ni en el de las embajadas que tenía repartidas por todo el mundo. Por ello, tachó de «delirante» la acusación por malversación, apuntando que todo lo que se hizo desde su departamento «eran actuaciones lícitas», la mayoría conferencias, ponencias o debates.
Mientras, con un «rotundamente, no» rechazó que se empleara cualquier tipo de violencia para conseguir los objetivos independentistas. «Nunca jamás hemos incitado a la violencia ni apelado a ningún tipo de violencia», repitió en varias ocasiones afirmando que no sería «inteligente». Aquí, centrándose en la concentración frente a la Consejería de Economía del 20-S, únicamente dijo que «no hubo alzamiento». Según apuntó, «manifestarse no es alzarse. Igual que protestar no es un tumulto. Lo que yo vi fue una manifestación». Y, de nuevo, como vienen repitiendo los secesionistas, atacó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado: «Las únicas armas que ha habido han sido las de la Guardia Civil», dijo, algo que reiteró en relación al 1-O: «Hubo violencia, pero no por parte de la ciudadanía».
En relación a la Declaración Unilateral de Independencia (DUI), Romeva aseguró que fue «una declaración política» que instaba al Govern a gestionar un «mandato político», que basó en una «negociación multilateral». Por último, a la pregunta de «¿por qué no huyó?», respondió tajante: «Porque estoy convenciconvencido de que lo que hice es lícito. No tengo miedo de defenderme aquí».
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