Así sería la España rescatada
Entre el Gobierno de los hombres de negroy el motín en la calle
Los ciudadanos vuelven a cargar contra los políticos en la última encuesta del CIS que se hacía pública el pasado viernes. Nadie consigue el aprobado, y un año y medio después de su triunfo electoral por aplastante mayoría, el PP sufre un enorme desgaste situándose su intención de voto diez puntos por debajo de los conseguidos en noviembre de 2011. Pero si el ejercicio del poder desgasta, el trabajo de la oposición merece un reproche aún mayor. Rubalcaba y los suyos apenas consiguen mantener a su parroquia y la distancia entre los dos grandes partidos se amplía en un punto a favor de Rajoy a pesar de su política de recortes, subidas de impuestos y aumento del paro. Ese paro que, hasta el momento, no ha conseguido frenar de manera clara la reforma laboral de la ministra Fátima Báñez. Además, desde Bruselas los mensajes que se envían son de pesimismo para nuestra economía en este año, lo que no ayuda a levantar la bajísima moral de un país que lleva inmerso cinco años en una crisis como no recuerdan ni los más viejos del lugar. Con este panorama y la izquierda quitándose la frustración que le producen los resultados en las urnas agitando la calle, quizá haya llegado el momento de reflexionar sobre lo que estaría pasando si, como todo el mundo pensaba que ocurriría hasta hace apenas unas semanas, el Gobierno hubiese pedido el rescate como en su momento hicieron los griegos, los irlandeses, los portugueses o los chipriotas. Quienes piensan que el Gobierno está atado de pies y manos y que la política económica se dicta desde Berlín, aunque pasando por Bruselas para intentar guardar al menos las formas, se iban a enterar, de verdad, de lo que es ceder por completo la soberanía. Los famosos hombres de negro, los representantes de la temible troika, sí que habrían conseguido que a España no la conociera ni la madre que la parió. No hay más que echar un vistazo a nuestros vecinos los portugueses, o a los griegos, para saber que un país como el nuestro, con una población y una actividad económica, al menos en potencia, no sé cuántas veces superior, necesitaría de varias generaciones para recuperar no ya su identidad, sino una mínima parte de ella. Cuando Zapatero dejó el Gobierno en manos de Rajoy sabía que le estaba traspasando una bomba de relojería. Tanto es así que hay quien asegura, y se trata de una fuente que en aquellos momentos se encontraba bastante cerca del ex presidente, que ZP no se cortó un pelo al afirmar, en una reunión política, que Rajoy tenía los días contados porque no iba a quedarle otro remedio que solicitar la ayuda europea cuando se diera cuenta cabal del agujero negro que eran las cuentas del Estado, y la realidad del sistema financiero que él mismo había calificado como el mejor del mundo apenas un año antes de salir por la puerta de atrás de la historia de la política española. Es posible que Rajoy pase a la historia como el que podó el frondoso árbol del bienestar hasta dejarlo casi en un bonsai, pero también como el jefe de Gobierno que evitó que España cayera en manos de los burócratas de la UE y del FMI, salvando así la parcela de soberanismo que les queda a los estados europeos, y eso no es un tema menor. Rajoy ha evitado que el ángel exterminador que lleva años marcando las puertas de las casas de aquellos que no hicieron lo suficiente para evitar la bancarrota, terminara pasando de largo.
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