Opinión

España es mucha España

Es verdad que los independentistas tienen las riendas del Gobierno, pero también lo es que España sigue existiendo con todas sus instituciones a la defensiva

El expresidente de Cataluña Carles Puigdemont
El expresidente de Cataluña Carles Puigdemont Riccardo PeriggianiAP

El partido socialista está lleno de gente sobrecogida, desde Ramón Jaúregui a Elena Valenciano, desde Emiliano García-Page a Felipe o Guerra. Sus razonamientos no permean, sin embargo, la opinión de la inmensa izquierda. La razón es el bombardeo de los medios de comunicación, que repiten la propaganda. Ayer escuchaba a Angels Barceló, en la Ser, un editorial muy repicado en las redes bajo el leitmotiv: “El acuerdo entre PSOE y Junts devuelve a los independentistas catalanes al constitucionalismo”. Embuste. Los independentistas catalanes siempre han participado del constitucionalismo. Junts y ERC se han presentado regularmente a las elecciones. Están representados en la cámara local y en el Parlamento y el Senado. Y mandan mucho.

Después, repasé “Al rojo vivo”, en la Sexta, y oí que, a cambio de la amnistía, “se ha conseguido que Puigdemont renuncie a la unilateralidad”. El acuerdo PSOE-Junts reza: “Junts propondrá la celebración de un referéndum de autodeterminación sobre el futuro político de Catalunya amparado en el artículo 92 de la Constitución”. Ergo, aquí tampoco se ha movido nada. Hay un enorme esfuerzo por convertir una cesión mayúscula a las exigencias soberanistas en un “triunfo del diálogo”. Supongo que nadie puede comulgar con ruedas de molino sin que se le descoyunten las mandíbulas.

Lo peor es la violencia que se está gestando en los corazones. Puigdemont no va a dejar de ser un delincuente sólo porque Sánchez lo bendiga. Ahí siguen las heridas de los policías, las jubilaciones anticipadas de los agredidos gravemente o el dolor que sentimos los que vimos por la tele la votación parlamentaria por la independencia.

El texto del acuerdo del PSOE con Junts es rico en promesas que yo dudo que se materialicen. La Constitución no permite un referéndum de autodeterminación, ni siquiera la “conversión” en naciones del País Vasco o Cataluña. Los tributos no se pueden ceder a los territorios al cien por cien, porque España no se podría financiar y el resto de las autonomías -como ha señalado Page- exigirían idéntico tratamiento. Y, por supuesto, los jueces no van a ser fiscalizados, porque lo impide la separación de poderes. En este acuerdo hay mucho papel mojado.

Lo más grave es que el PSOE compra por escrito todo el discurso -la “narrativa”- sobre el procés. De repente, el Tribunal Constitucional es malo y ha coartado los deseos de libertad de pueblo catalán. También el Gobierno de España es perverso y “al intentar impedir el referéndum dio lugar a unas imágenes que nos impactaron a todos dentro y fuera de nuestras fronteras”. Los jueces -se amenaza-serán juzgados por las comisiones parlamentarias.

Empieza un tiempo tortuoso y complicado, también para Puigdemont, que va entender qué significa ser engañado por Sánchez. Es verdad que los independentistas tienen las riendas del Gobierno, pero también lo es que España sigue existiendo con todas sus instituciones a la defensiva, desde la Judicatura al Senado y el Parlamento, la Monarquía, las autonomías y cámaras locales, las diputaciones y, por supuesto, las instancias europeas de la Unión a la que pertenecemos. España es mucha España.