Terrorismo
ETA jamás dará los nombres de los asesinos de los guardias de Mallorca
Son dos de los más de 300 crímenes sin esclarecer.
Son dos de los más de 300 crímenes sin esclarecer.
ETA jamás dará los nombres de los autores del asesinato de los guardias civiles Diego Salvà y Carlos Sáenz, que perdieron la vida hace diez años en Palmanova en un atentado al hacer explosión una bomba lapa colocada en los bajos del coche oficial la Benemérita en el que empezaban una patrulla. Fue hace 10 años, el 30 de julio de 2009.
Uno de los responsables del “aparato militar” de la banda era Mikel Karrera, “Ata”, recientemente procesado por el asesinato de Giménez Abad, y que, con toda seguridad, debe saber quienes fueron los miembros del “comando” que se desplazaron a Mallorca. Pensar que este individuo va a colaborar con la Justicia es una quimera.
Si el crimen es esclarecido y detenidos sus autores para que sean sometidos a la acción de la Justicia, será porque las Fuerzas de Seguridad han logrado dar con ellos, jamás por la colaboración de los terroristas.
Desde el mismo en que se cometió el atentado, Guardia Civil y Policía investigaron todas las listas pasajeros que, por vía aérea o marítima, entraron o salieron de Mallorca desde el 1 de enero de aquel año.
Se trataba de encontrar una pista que permitiera identificar a los miembros de ETA que asesinaron a dos guardias civiles y colocaron cuatro bombas en otros tantos bares y restaurantes de Palma.
También se sometieron a observación las grabaciones de cámaras situadas cerca de los lugares de los atentados, de los trayectos que pudieron seguir los terroristas, de puertos y aeropuertos, centros comerciales, puntos de conexión a internet, etcétera.
Se buscaba tanto a “liberados” (etarras fichados) como a “legales” (no fichados), aunque en este último caso la localización es más difícil.
Lo ocurrido en 1995, cuando un “comando” de ETA intentó asesinar al hoy Rey Emérito, es un precedente que fue considerado por los investigadores.
En aquella ocasión, los pistoleros y las armas entraron en la isla en una embarcación deportiva y en 2009 podría haber ocurrido lo mismo.
La banda tenía entonces en suelo galo sus arsenales, que oculta en “zulos” (escondites), dentro del entramado de la “logística militar” (ELOSA). Un traslado directo desde la costa francesa a la de Mallorca evitaba los controles policiales que se pudieran montar en las carreteras españolas.
Además, los seis artefactos -las dos bombas lapa, la que estalló y causó la muerte de los guardias civiles Diego Salva y Carlos Sáez de Tejada y la que fue detonada por los Gedex (Tedax) de la Benemérita- y los otros cuatro pequeños artefactos, no ocupan mucho sitio y son relativamente fáciles de ocultar. Las llamadas para avisar de la explosión de las cuatro bombas colocadas en bares y restaurantes de Palma se realizaron desde una cabina en territorio galo.
En cualquier caso, la experiencia demuestra que las investigaciones, cuando no se abandonan y se
realizan de forma profesional y con método, terminan dando buenos resultados aunque, al principio, parezca que se está buscando una aguja en un pajar. .
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