ETA

ETA no ha sido derrotada políticamente

Este final teatral se halla en las antípodas de posibilitar a los miles de ex etarras su rehabilitación como seres humanos. El futuro de la izquierda abertzale no se presenta como una regeneración que reconsidere su apoyo a la banda

El casco viejo de San Sebastián amaneció ayer con pintadas de apoyo a los terroristas tras el anuncio de la disolución de la banda/ Jesús G. Feria
El casco viejo de San Sebastián amaneció ayer con pintadas de apoyo a los terroristas tras el anuncio de la disolución de la banda/ Jesús G. Ferialarazon

Este final teatral se halla en las antípodas de posibilitar a los miles de ex etarras su rehabilitación como seres humanos. El futuro de la izquierda abertzale no se presenta como una regeneración que reconsidere su apoyo a la banda.

El inmenso éxito de ETA cuando nos dice adiós ante una comparsa de guiñol nacional-populista, es que sigue manteniendo el mismo cuerpo ideológico que cuando asesinaba. Y que sigue legitimando lo que hizo pese al «sufrimiento causado». Eso le prestigia hoy entre casi un 25% de vascos y controla corpore presente la radio y televisión vascas, se halla en las instituciones, y de manera rutilante en la gerencia de los municipios. Las causas del «sufrimiento causado» las mantiene ETA en pie. No ha necesitado desarmar su ideología, nadie se lo ha exigido porque, en lo esencial, es la del PNV y éste les es muy necesario al PP y al PSOE.

Lo esencial del nacionalismo no es matar o no matar, sino falsear la historia para establecer una diferencia inexistente entre la ciudadanía, identificar al diferente como enemigo, odiarlo por ser diferente e intentar escindir la sociedad en dos. ETA comenzó a hacerlo en tiempos de la lucha anticolonial en el mundo y no modificó su estrategia durante la democracia, cosa que sí hizo el nacionalismo catalán. A diferencia de CIU en Cataluña, aquí el PNV hizo posible que los etarras y sus colaboradores se sintieran legitimados: antes, cuando mataban y, ahora que lo han dejado. El PNV siempre sostuvo que había razones políticas tras los asesinatos terroristas (aunque mostrase remilgos ante el asesinato). El PNV no dejó jamás de hacer política mientras era aniquilada la política constitucionalista en tierra vasca. Jamás se rebeló contra ETA ni siquiera arropando a los políticos de los partidos perseguidos. El PNV sabe muy bien que su éxito como partido vencedor se lo facilitó ETA.

La ETA desarmada tiene más Euskadi ahora que cuando comenzó la transición democrática. Hasta ha llevado el pabellón Euskadi a la misma Navarra. ¿Qué quedó de los nazis tras su derrota en 1945? Nada, ni rastro, y sin posibilidad de que tuviesen rastro. ¿Qué queda de ETA ahora que nos dice adiós? Basta abrir los ojos para contemplar su gran éxito social y político tras haber aniquilado aquí a UCD, perseguido a muerte a los políticos PSOE-PP y aniquilado de raíz en Euskadi el constitucionalismo.

ETA ha logrado que su terror sea tratado como un asunto privado entre víctimas y asesinos cuando su terror, todo él, estuvo dirigido a separar en dos la ciudadanía a fin de hacerse con el poder en un Estado soberano vasco. La esencia de su violencia era política pues perseguía solamente eso, al igual que los nacionalistas catalanes mediante otro tipo de violencia jurídico-legal y cultural. Por eso ETA no ha sido derrotada políticamente, no ha sido juzgada por rebelión y sedición, ni por estragos sociales y culturales tan o más nefandos que sus asesinatos.

La democracia ha legalizado a ETA vestida de paisano pero con el mismo proyecto político con el que antes ejercía el terrorismo. No ha exigido una condena explícita de cuanto hicieron contra la democracia y la ciudadanía ni tampoco que, de nacer de nuevo, los etarras no volverían a hacer lo que hicieron. Lo contrario más bien pues pese al «sufrimiento causado» lo dan por bien hecho. La democracia ha errado mucho.

El futuro del País vasco no es nada halagüeño. El futuro de la izquierda abertzale no se presenta como una regeneración susceptible de reconsiderar las razones por las que apoyó activamente el terrorismo. Hoy mantiene las mismas que le condujeron a apoyar el asesinato y activarse en la delación y la kale-borroka. La izquierda abertzale sigue siendo una organización de escisión de la sociedad vasca por medios institucionales a base de sembrar el odio, la discriminación y la mentira; y es partidaria de tan radical imposición lingüística como la que aquí se dio en los tiempos de la Dictadura franquista. El nacionalismo en su conjunto no ha visto todavía que eso es una violación de la libertad y de los derechos de la persona. El PNV apuesta fuerte por olvidarlo todo mediante la falaz evocación de equiparar este destrozo social con un supuesto sacrificio originario de los vascos en Gernika a manos de España... y un suave tirón de orejas a la izquierda abertzale. En cualquier caso este final teatral de ETA se halla en las antípodas de posibilitar a los miles y miles de ex etarras su rehabilitación como seres humanos, como seres compungidos por lo que hicieron.

La cuestión sobre ETA queda planteada en saber si proseguirá nuestra permisividad con las ideologías del quebrantamiento de las instituciones de la convivencia. Si seguiremos aceptando como legítima la política nacional-populista de romper el Estado de derecho. La ciudadanía no ha tomado conciencia de que las instituciones son el bien común casi único del que hoy disponemos para anclar nuestras existencias personales y repartir el bien social de educación, sanidad, justicia e igualdad de oportunidades.