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ETA sigue sin anunciar su desarme pero se lo exige a España y Francia
ETA, por fin, se ha convencido de que el Gobierno no negociará con ellos, sino que «alimenta la lógica de la guerra» y aleja la «posibilidad de paz». Propone una reedición de un pacto entre fuerzas separatistas para lograr la independencia y la excarcelación de los presos
ETA, por fin, se ha convencido de que el Gobierno no negociará con ellos, sino que «alimenta la lógica de la guerra» y aleja la «posibilidad de paz». Propone una reedición de un pacto entre fuerzas separatistas para lograr la independencia y la excarcelación de los presos. En un tono que dista mucho de una organización de la que se dice que está derrotada –todo lo contrario– se pregunta, en el comunicado que hizo público ayer en «Gara», cuándo se van a «desarmar» los estados español y francés, aunque de su posible desarme no comenta ni una palabra.
El comunicado, en opinión de expertos consultados por LA RAZÓN, supone el abandono definitivo de los planes que había urdido con el Gobierno socialista y los nacionalistas durante la anterior legislatura. A cambio, propone una vía vasca que, entre otras cosas, estaría basada en los siguientes principios: «Responder a las oleadas de ataques represivos; poner un límite a la actitud de las fuerzas armadas españolas y francesas (¿para cuándo el desarme de los estados español y francés?); impedir las violaciones de los derechos civiles y políticos; superar las medidas de excepción que se les han impuesto a los presos políticos vascos; poner en marcha un proceso de diálogo entre los que desean la solución en Euskal Herria, con el objetivo de llegar a un acuerdo para avanzar en el conflicto; lograr una paz estable y duradera y defender unánime y firmemente ante los estados español y francés lo acordado en Euskal Herria».
La banda, en el tono prepotente de todo el comunicado, asegura que se situará «en el mismo grado de responsabilidad y compromiso que solicita a los otros agentes». Llaman la atención los ataques al Gobierno por no haber cedido a sus pretensiones de una negociación: «El Estado español ha puesto en marcha toda la maquinaria violenta para impedirlos y reventar toda esperanza; el ataque (la operación de la Guardia Civil contra el Frente de Cárceles, ha venido a responder a los pasos dados en la solución deteniendo el Estado español a los miembros de la Intermediación del EPPK (Colectivo de Presos) y prohibiendo la movilización organizada por Tantaz Tanka (posteriormente autorizada y a la que asistió el PNV); la encarcelación del Grupo de Intermediadores (abogados) busca dificultar las relaciones que el EPPK quiere ampliar con los agentes vascos y debilitar su iniciativa política: como cuando antes atacaban a Euskal Herria y la ilegalizaban, quieren hacer callar la reivindicación a favor de los derechos humanos de los presos políticos vascos y de su vuelta a casa. Esto son ataques que vienen a profundizar en la estrategia para corromper la situación política de los presos políticos vascos y para seguir violando sus derechos».
El «memorial de agravios» no acaba ahí: «Los ataques han influido directamente en la solución y la posibilidad de paz, porque vienen a alimentar la lógica de la guerra: el Estado español, deteniendo a los que han sido sus impulsores, ha querido decir (...) que no hay sitio para la esperanza, que ocurra lo que ocurra se aferrará siempre a la acostumbrada vía represora. No tiene otra oferta que la amenaza y la violencia para responder a la voluntad de los ciudadanos vascos». «Cuando entre la sociedad vasca se hace general el deseo de solución y de paz, España–añade el comunicado– quiere colocar en el centro del escenario político la imagen de docenas de guardias civiles armados».
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