Vaticano
Ética... y estética
Comunicado romano. De la oficina de prensa de la Santa Sede. «Subrayamos». En plural mayestático. O lo que es lo mismo, sin el remite de Secretaría de Estado, la oficina del primer ministro bergogliano. Sin firma de la máxima autoridad. No le resta valor a lo enunciado, pero sí le otorga un perfil bajo a la polvareda mediática que pretendió aprovechar la vicepresidenta Calvo para reconvertir en queja diplomática. Respuesta «low profile» desde el Vaticano para aclarar, que no desautorizar al nuncio jubilado. Subrayar, no desairar, unas declaraciones «a título personal». Sin más. Y un recordatorio añadido para reiterar que la Iglesia no se mueve un ápice sobre la exhumación: neutralidad ante un problema de Gobierno y familia.
Tiempos y formas medidos entre la columnata de Bernini. Aunque este hilar fino curial pueda parecer desapercibido en un puñado de palabras. «Aquí antes se perderá la ética que la estética», presumía un veterano fontanero vaticano. Diplomacia en el decir y en el proceder. Para no embarrarse en una batalla política, pero tampoco para cuestionar a un funcionario eclesial que nunca quiso jugar a ser contertulio. Más bien puente. Y es que, de puertas para adentro, las gestiones personales de Fratini fueron imprescindibles para acelerar la cita que la vice ansiaba con el cardenal Parolin para hablar del Valle. El diplomático tramitó el encuentro en tiempo récord en octubre para complacerla. Pero aquel favor flaquea en la memoria de Calvo. Una lástima. Hoy en Moncloa parecen satisfechos con la nota llegada de la plaza de San Pedro.
Si cabe venganza, habrá de calibrarse en unas semanas. Cuando Roma envíe el nombre del nuevo embajador vaticano que ha de venir. Entonces, la demora o no en el plácet será la vara de medir sobre la herida de este Gobierno en funciones. Cuestión de ética. Y de estética.
Director de «Vida Nueva»
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