Casa Real

Felipe VI «improvisa» la vuelta de Doña Cristina

El funeral de Alicia de Borbón-Parma mostró que la Infanta irá incorporándose de manera no protocolaria a la agenda de la Casa Real.

Don Felipe y Doña Letizia, durante el funeral de Alicia de Borbón-Parma, al que asistió también Doña Cristina
Don Felipe y Doña Letizia, durante el funeral de Alicia de Borbón-Parma, al que asistió también Doña Cristinalarazon

El funeral de Alicia de Borbón-Parma mostró que la Infanta irá incorporándose de manera no protocolaria a la agenda de la Casa Real.

La Infanta Cristina regresó el jueves pasado a la vida de la Familia Real. En nuestra sociedad hasta a los delincuentes que cumplen condena se les permite abandonar momentáneamente la cárcel para asistir a una boda, bautizo o primera comunión de algún familiar allegado. Pero parece que a la única persona que no puede permitírsele nada semejante es a Cristina de Borbón. ¡Y eso que no fue condenada sino absuelta!

El caso es que los medios de comunicación –ante la ausencia de otro tipo de informaciones– han buscado miradas en las imágenes de televisión y en las fotografías para descubrir algún indicio «no verbal» de lo que significaron los gestos, miradas, saludos y demás protocolo del evento. Un ejercicio de hipótesis. Pero sí merece la pena recordar lo que vimos.

Llegaron Don Juan Carlos y Doña Sofía y el primero, tras hacer la reverencia con la cabeza al altar en el que se oficiaría el funeral, se fue derecho a dar dos besos a su hija Cristina. No saludó antes ni siquiera a los nietos de la fallecida ni tampoco a la Infanta Elena, que por protocolo ocupaba el primer lugar a la derecha del altar. Don Juan Carlos se fue a su hija menor. Tan es así que Doña Sofía, tras reaccionar y hacer la reverencia que había olvidado se fue a saludar a Doña Elena para no dejarla en mal lugar. Por eso, cuando fue absuelta, me atreví a decir que comenzaba la lenta reincorporación de Doña Cristina a la vida familiar. Y es que se puede ser muy institucional –sobre todo con lo que ha pasado–, pero una hija y una hermana es eso: una hija y hermana.

El caso es que Doña Cristina no pisaba el Palacio Real desde junio de 2013, cuando toda la Familia Real participó en la misa conmemorativa del centenario del nacimiento de Don Juan de Borbón. Ahora se trataba de otra misa: el funeral por la tía de Don Juan Carlos Alicia de Borbón-Parma, fallecida a los 99 años el 28 de marzo. Hay que recordar que Doña Alicia había estado casada con el infante Don Alfonso, hijo de María de las Mercedes de Borbón y Habsburgo-Lorena, hija de Alfonso XII de España y hermana, por tanto, de Alfonso XIII.

El caso es que era una reunión familiar, pues además Doña Cristina mantiene una estrecha relación con esta parte de sus primos Borbón Dos Sicilias. Esta Semana Santa se alojaron en casa Cristina y Pedro López Quesada; y hace apenas unos meses, en febrero, la misma Cristina de Borbón Dos Sicilias se quedó con los hijos de la Infanta en Ginebra cuando la hermana de Don Felipe VI tuvo que declarar por el «caso Nóos».

Pero la cuestión familiar no era esa. El asunto que despertaba más interés era que este funeral palaciego era la primera ocasión en que la Infanta Cristina iba a coincidir en público con Felipe VI tras su absolución. Un decir, pues hace dos años ya se vieron las caras en privado en la primera comunión de la Princesa de Asturias, cuando la Infanta se sumó al almuerzo que los Reyes de España ofrecieron en Palacio a su familia. En esa ocasión la Infanta Cristina acudió acompañada por su hija menor Irene.

Ni que decir tiene que Felipe VI está improvisando con estas actitudes. Su entrada un tanto hierática en la capilla del Palacio Real, evitando saludar incluso a sus primos, y a la vez nietos de la fallecida, y por ende a sus hermanas, sorprendió a casi todos. Algunos han dicho que al estar ya todos en sus asientos no era el momento de los saludos. No voy a entrar en ese tema, pero sí me parece pertinente señalar que, acabada la Misa, y ya sin cámaras ni fotógrafos, hubo un cóctel en el mismo Palacio Real donde los saludos y conversaciones se prolongaron durante mucho tiempo, e incluso la normalidad –todos vigilaban el encuentro entre Felipe y Cristina– fue la tónica normal, como por otra parte es lógico, entre los asistentes.