Pactos electorales
El liderazgo del PSOE monopoliza la reunión de Sánchez y los barones
El secretario general obtiene respaldo para formar Gobierno pero con la línea roja de la unidad.
Tras una semana de duro debate interno, el líder socialista, Pedro Sánchez, reunió ayer a sus líderes territoriales en la sede federal de Ferraz para consensuar una hoja de ruta común para las negociaciones que se impulsen desde el partido de cara a un futuro pleno de investidura. Tras más de cinco horas de reunión en la que hubo momentos de tensión, el líder socialista consiguió cerrar «in extremis» una resolución única –que hoy se someterá a votación en el Comité Federal– que le da viabilidad para encabezar la formación de Gobierno si primero fracasa Mariano Rajoy. Las bases del acuerdo son claras: un «no rotundo» al PP y a favorecer su continuidad al frente del Ejecutivo y el convencimiento de que el PSOE no se sentará a negociar con Pablo Iglesias si no renuncia previamente a la convocatoria de un referéndum por el derecho a decidir. Una postura aceptada por Sánchez, desde su defensa de la unidad de España, y que dificultaría el entendimiento con Podemos, aunque no lo imposibilitaría del todo.
También hubo tiempo para debatir la conveniencia o no de supeditar la celebración del congreso del partido a la formalización del Gobierno de la nación. Sánchez es partidario de postergar la cita, como anunció, y los barones, contrarios a asumir un retraso que, consideran, perjudica a los intereses del partido y en el que se dirimirá el futuro político del actual secretario general. No obstante, habrá que esperar, ya que en la reunión se decidió excluir del orden del día del Comité Federal la fecha en la que se celebrará dicho cónclave.
Susana Díaz es quien salió menos satisfecha del encuentro de ayer, pues llegó a Ferraz con la idea de cerrar todas las salidas del PSOE que no conduzcan al partido a ocupar el lugar que los ciudadanos les han marcado en la oposición y desde el que debe acometerse una «profunda reflexión» tras los peores resultados de su historia. La presidenta andaluza, que contaba a priori con el respaldo del grueso de los barones que ostentan el poder territorial en el partido, puso sobre la mesa una propuesta de resolución alternativa a la ideada por Ferraz que no se circunscribió únicamente a las alianzas electorales, sino que atañe también al liderazgo del partido y al margen de actuación de su dirección en las decisiones que se deberán asumir a medio y corto plazo. Esto es, que las medidas a adoptar en nombre del PSOE no queden únicamente en manos de Sánchez y de su núcleo duro. Una reflexión que se orienta a la política de pactos, pero más aún a la intención del líder socialista de postergar el congreso ordinario del partido hasta que haya un presidente del Gobierno. El PSOE andaluz es partidario de que el cónclave socialista se celebre a primeros de año y percibió el anuncio de Sánchez de retrasarlo como una argucia para consolidar su propio liderazgo en lugar de salvaguardar los intereses del PSOE. Pero ahora no toca debatir sobre eso y las diferencias entre Díaz y Sánchez se acrecientan cada día más. «Existe una mala relación de fondo», comentaba un barón tras el encuentro.
El duelo entre partidarios y detractores del secretario general se preveía cruento, tanto es así que incluso el presidente valenciano, Ximo Puig, que había confirmado su ausencia por motivos «irrenunciables», cambió de idea, ante «la importancia del debate», y acudió a la cita de ayer y también lo hará hoy al Comité Federal.
A su reunión con los barones, Sánchez acudió flanqueado por varios miembros de la Ejecutiva, personas de su total confianza y procedentes de territorios cuyos presidentes tiene el líder socialista enfrente en la negociación. «Una forma de interceder o de dividir», apuntan.
A la llegada ayer a la sede federal sólo hablaron dos dirigentes, dos posturas que reflejan lo polarizado de las posiciones en el seno del partido, mientras que a la salida todos coincidían en señalar que «todo iba bien» y apuntaban a que el PSOE «salía reforzado» de la negociación. Así, la presidenta andaluza, Susana Díaz, se mostró satisfecha y emplazó al líder de Podemos, Pablo Iglesias, a que renuncie al referéndum. «Si Iglesias retira lo que nos ha puesto, entonces nos podremos sentar a hablar», aseguró Díaz al término de la reunión.
Hoy el partido encara una segunda vuelta de este trance interno que ha dividido a los socialistas entre los partidarios de Susana Díaz –Emiliano García-Page, Ximo Puig, Javier Fernández, Javier Lambán o Guillermo Fernández Vara– y los afines a Sánchez –Sara Hernández, José Ramón Gómez Besteiro, Miquel Iceta o Luis Tudanca–. En el fondo, lo que trasciende es la lucha soterrada por el liderazgo del partido, un debate que no se ha abordado ahora, pero que no tardará en resurgir. En el Comité Federal que reúne a los socialistas esta mañana en Ferraz no se prevén, a priori, opiniones discordantes tras el acuerdo consensuado ayer, aunque sin duda habrá voces que clamen por la autocrítica ante los peores resultados electorales del PSOE.
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