Política exterior
García Margallo: «Yo sería partidario de una gran coalición entre el PP, el PSOE y C’S»
Planeta presenta el balance de una legislatura escrito por el titular de Exteriores en forma de epistolario.
Suspendido en el aire a 35.000 pies de altura se crea una burbuja de tiempo y silencio que, durante los últimos cuatro años, el ministro de Exteriores ha aprovechado para, entre otras cosas, escribir una colección de cartas dirigidas a diversas personalidades del mundo de la política y la diplomacia, entre ellas tres ex presidentes del Gobierno: González, Aznar y Zapatero. Ahora Planeta ha recogido en un volumen este epistolario bajo el titulado «Todos los cielos conducen a España. Cartas desde un avión». Ciertamente, el tenaz rumor de los motores del avión y el mareante vaivén de usos horarios propicia, de la mano del insomnio, la reflexión. Y lo cierto es que si el Airbus del Gobierno tuviera programa de fidelización con millas de regalo, José Manuel García-Margallo sería cliente platino. En el prólogo al libro, Mariano Rajoy estima en 800.000 kilómetros (veinte vueltas al mundo por el ecuador, mil horas de vuelo) los viajes realizados por Margallo.
–Estoy consternado porque Fabian Picardo no haya querido participar en su libro con una carta.
–(Ríe) ¿Quién es Fabian Picardo?
–Ministro principal de Gibraltar.
–Supongo que el «Gibraltar Chronicle» dirá alguna amabilidad al respecto...
–¿Ha habido alguna carta que no haya podido publicar?
–La verdad es que hay una carta. No la publiqué para no producir una crisis internacional porque éste es un libro que va firmado con mi nombre.
–Uno de los momentos álgidos de la legislatura ha sido la entrada de España en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. ¿Qué rastro le ha dejado en la memoria?
–Un titular que decía «España gana peso en el mundo». Fue una votación accidentada. Teníamos comprometidos 150 votos y necesitabamos 132. En la primera votación tuvimos 129 y nos encontrábamos en el peor escenario. Turquía tenía 250 millones de presupuesto. Nosotros, un millón. Finalmente hubo tres votaciones de infarto y al final ganamos.
–¿Es fácil ser ministro de Exteriores de Rajoy?
–Sí. Yo le digo en broma que tiene la suerte de que tiene el único ministro de Exteriores que no está pensando en cómo hacerle la puñeta a su presidente, porque todos los demás están en eso. Estando todo el día fuera y teniendo que tomar decisiones sobre muchos temas, porque hay 193 países en el mundo, la relación con el presidente del Gobierno ha de ser muy fluida. La política exterior la hace el presidente. A través del ministro de Asuntos Exteriores pero es del presidente. La relación es muy fluida. Yo hago siempre un informe de política exterior en el Consejo de Ministros que al parecer no se hacía. Hemos hecho el marco intelectual que es la Estrategia de Acción Exterior. Dentro de la imprevisibilidad las cosas son las previsibles. Yo lo que hago es llamarle al móvil y le digo: «Yo creo que hay que hacer esto». Es muy fácil. Es muy rápido.
–Suele haber cierta tensión entre el ministro de Exteriores y los diplomáticos de carrera.
–Primero, yo siempre he apreciado su trabajo. Estoy muy orgulloso de haber sido jefe de la diplomacia española. He intentado no ser sectario en los nombramientos. He intentado poner orden en la promoción personal reduciendo la discrecionalidad del ministro. He estado contento con ellos y cuando uno está contento con la gente pues la gente suele estar contenta.
–El otro día en el debate de Iglesias y Rivera...
–No lo vi.
–Iglesias dijo que no entendía cómo la gente de una generación mayor que él podía aguantar ese ritmo.
–Gracias a Dios tengo bastante buena salud. Soy muy disciplinado en sueño y comidas. Y me gusta mucho lo que hago. Eso ayuda mucho.
–¿Cree que ha estado a la altura de todos esos grandes diplomáticos y ministros que cuelgan de las paredes del palacio de Santa Cruz, sede histórica de su Ministerio?
–Si no lo creyera me habría ido para que viniera otro. Representar a España es lo suficientemente importante como para que, si crees que no lo estás haciendo bien, que salga otro. En el tintero me queda la reorganización del Servicio Exterior. Ahora responde más bien a las necesidades del siglo XX que las del siglo XXI. Tenemos diez consulados en Francia y sólo dos en India. No he podido hacerlo por dificultades administrativas.
–La carta de Felipe González demuestra muchos conocimientos en política exterior...
–Ha sido presidente desde el 82 al 96 y estuvo muy volcado en política exterior. Vivió acontecimientos muy importantes: entrada en la OTAN, conferencia de Madrid...
–No parece que Sánchez esté a la altura...
–Felipe es un hombre de Estado de los que entran pocos en una generación.
–Fue uno de los grandes hombres de la Transición.
–Yo creo que hubo un enorme error que fue la ley de incompatibilidades. Después de ella sólo puedes estar en política si eres funcionario público y vuelves a tu puesto. A mis hijos les digo que si quieren hacerse políticos se hagan abogados del Estado. Es más inteligente una ley de incompatibilidades como la que hay en el Parlamento Europeo. Si tienes intereses en un asunto en concreto levantas la mano y dices, por ejemplo, «yo no puedo votar sobre el impuesto sobre alcoholes porque soy consejero de tal destilería». Sin embargo lo actual... pues lo cierto es que ha empobrecido el Parlamento. Es la verdad.
–¿El espíritu de la Transición sigue vigente?
–Va a haber que reconstruir el centro derecha. No podemos tener dos partidos como el PP y Ciudadanos en el centro derecha. Con lo que viene ahora en cuanto a la reorganización territorial de España... habrá que hacer cumplir la Ley, eso es evidente. Pero no puedes dejar esa herida abierta por los siglos de los siglos. Hay que hacer una reforma de la Administración de verdad. Hay que hacer una reforma fiscal de verdad. Aquí seguimos con los principios de 1977. Un sistema fiscal para una España que era una economía cerrada y ahora es abierta, para un país que no estaba en la Unión Europea y ahora lo está y, además, con un modelo económico que va hacia el sector exterior. Y en este punto hay que resolver dos problemas: la financiación autonómica y el gran tema que es la financiación del Estado del Bienestar. Todo eso hay que hacerlo. Y es demasiado serio como para no hacerlo con acuerdos. Yo por mi gusto iría a un Gobierno de coalición con los tres partidos. Hay que realizar el diagnóstico de qué es lo que hay que hacer.
–Aunque la suma fuera el mismo número de diputados, te da más legitimidad.
–Claro, y ya haces la reforma constitucional, la reforma fiscal, etc.
–¿Cuál sería el sistema de financiación del Estado del Bienestar que propondría?
–Yo quiero un sistema de financiación que limite y restrinja el sector público automáticamente. El Estado recauda los impuestos que están armonizados y paga lo suyo: educación, sanidad y servicios sociales para todos igual. Eso se paga. Todo lo que pase de ahí se lo paga usted. Es lo que pasó en Bruselas. La basura se recogía dos días. Dijeron que eso era una guarrada pero había que multiplicar la tasa por tres. Y a nadie le pareció mal. ¿Quiere todas las autopistas iluminadas? Ponga un peaje. ¿Quiere 18 canales de televisión? Ponga un canon.
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