Conflicto de Gibraltar

«Hablaremos de pesca cuando retiren los bloques de hormigón»

«La solución pasa por una negociación entre Reino Unido y España con la participación de la Junta de Andalucía y Gibraltar»

«Es importante llegar a un frente común con todos los partidos. Nos daría fortaleza»
«Es importante llegar a un frente común con todos los partidos. Nos daría fortaleza»larazon

Le ha tocado pasar el verano de guardia permanente, aunque advierte que el año pasado ya vivió pendiente de la prima de riesgo. José Manuel García-Margallo nos recibe en su casa, una de cuyas mesas concentra cartas, mapas, libros, informes... Parece el cuartel general de la diplomacia. No improvisa. Detallista, minucioso y observador, explica con maestría los entresijos de la política exterior. Vive pegado al teléfono y con el empeño de defender con diplomacia los intereses de España.

–¿La UE ejercerá finalmente como mediadora en la crisis de Gibraltar?

–Que la Comisión haya decidido tomar cartas en el asunto es una buena noticia. Estamos ante la aplicación de la legislación europea a unas aguas que siempre están en disputa entre Reino Unido y España. España siempre ha sostenido que la solución de este contencioso debe abordarse entre los dos sujetos principales: Reino Unido y España. Por tanto se trata de una negociación entre los dos actores principales con la participación de las autoridades competentes en pie de igualdad que es la Junta de Andalucía y Gibraltar.

–¿Qué fuerza obligatoria tendría para Reino Unido?

–España ha cumplido y cumplirá siempre con la legislación internacional y específicamente con las resoluciones de Naciones Unidas en materia descolonización. Y seguro que el Reino Unido hará lo mismo como Estado de derecho que es.

–Ese «tenemos que hablar de Gibraltar», ¿qué implica? ¿Se pone fin con ello al diálogo a tres bandas de Moratinos?

–La disfuncionalidad del Foro Tripartito fue ya denunciada por la última ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, en una carta del 26 de julio que decía que aprovechando el foro de diálogo, el ministro principal de Gibraltar tenía un doble objetivo: obtener una ventaja en la controversia con Reino Unido por las aguas adyacentes y convertirse en actor de las mismas. El Gobierno socialista diagnostica correctamente, pero no llega a la solución final, que es la denuncia del Foro Tripartito.

–Picardo ha dicho en una entrevista que los pescadores podrán volver a faenar en octubre, pero que él no va a retirar los bloques de hormigón y que el Gobierno de España ha creado la crisis...

–Aquí se superponen tres conflictos diferentes que arrancan con el tratado de Utrecht. El Reino Unido intenta extenderse ocupando la zona neutral en el istmo y ocupando también las aguas adyacentes al Peñón que jamás fueron cedidas. Luego intentan atribuir una personalidad jurídica a Gibraltar para ejercer el derecho de autodeterminación bajo la protección de Reino Unido. Todo el intento de Gibraltar desde ese momento es sentarse en igualdad de condiciones con Reino Unido y España. El tercer problema viene de los hechos puntuales que estamos viendo en ese momento. La doble acción de Picardo es cuestionar el derecho de los pescadores españoles a faenar en las aguas adyacentes y arroja unos bloques al mar para reafirmar una soberanía no aceptada por España.

–¿Pero qué le parecen las afirmaciones de Picardo?

–Picardo dice que no va a actuar de acuerdo con el compromiso alcanzado entre las autoridades de Gibraltar de la época y las cofradías de pescadores en 1999. Y dice que está en su derecho de arrojar esos bloques en las aguas controvertidas. Con las dos cosas intentan decir: «Aquí mando yo». Dice que éstas son aguas británicas cuya administración corresponde a Gibraltar, pero son aguas españolas. ¿Qué opinaría si nosotros ahora, en esas aguas, decidiésemos arrojar cualquier otra cosa? Reivindicarían que no podemos. Pues nosotros decimos: «Ustedes no pueden hacerlo porque son aguas españolas».

–¿La tasa de congestión que propone el Gobierno es compatible con la normativa europea?

–Tenemos un informe jurídico que determina dicha tasa y cuáles son las posibles objeciones, desde el punto de la legislación comunitaria. No se trata de una tasa por pasar de una frontera a otra –que sería contraria a la legislación–, sino de una tasa que se paga por la ocupación de un dominio público congestionado. Esto no afecta a la libre circulación de bienes, personas, servicios y capitales. Queremos que haya un respeto absoluto por la legalidad internacional –hemos encargado a la Abogacía del Estado y a la representación permanente en Bruselas que hagan un estudio más detallado que confirme las conclusiones provisionales que tenemos–. Una vez que lleguemos a la conclusión de que esta tasa es absolutamente legal, decidiremos si políticamente conviene o no establecerla. Si se decidiese establecer, no afectaría a los trabajadores, cualquiera que sea su nacionalidad y su lugar de residencia, y serviría para compensar los daños que sufren los pescadores por el hecho de que los bloques de hormigón hayan destruido un caladero tradicional.

–¿Se puede tomar en serio la insinuación de que España podría hacer un frente común con Argentina contra Reino Unido?

–Nosotros hemos estado siempre de acuerdo con Argentina en tres cosas que son las tres en las que Gibraltar y las Malvinas son idénticas: en las dos se aplica el principio de integridad territorial y no el principio de autodeterminación y las dos se tienen que resolver por la vía de la negociación de las partes. Si se plantea en estos términos votaremos las resoluciones en favor de Argentina como los argentinos votarán en favor de España. Otra cosa son las medidas que cada país –Argentina o España– adopten para resolver el contencioso en el que podremos estar de acuerdo o no.

–¿En qué sentido les preocupa a los británicos el asunto de Gibraltar?

–La llegada de Picardo al gobierno de Gibraltar ha supuesto un cambio de tendencia que se ha materializado en el conflicto de la pesca y el medio ambiente. Se corre el riesgo de enfriar las relaciones entre Reino Unido y España. Estamos haciendo un esfuerzo enorme para que no sea así. Las relaciones entre Reino Unido y España son prioritarias y pulsos tan evidentes como este no favorecen esa relación.

–¿Estaría dispuesto el Gobierno español a trasladar la cuestión del Peñón a la Corte Internacional de Justicia para que resuelva las diferencias?

–El Gobierno analiza todas las opciones para resolver el conflicto. Hasta ahora ninguna de las vías que se han ensayado han dado resultado.

–La amenaza de Cameron de «adoptar medidas legales» contra España, ¿qué concreción podría tener?

–Entiendo que esas medidas se refieren a haber solicitado la intervención de la Comisión. No acierto a comprender qué otro tipo de opciones se pueden emprender, sobre todo teniendo en cuenta que todas las acciones que el Gobierno ha adoptado, y que estudiamos adoptar, son compatibles con la legalidad internacional. Creo que ni Cameron ni nadie pretenderá que miremos para otro lado si hay contrabando, tráficos ilícitos, blanqueo de dinero... Lo que merecemos es un aplauso porque estamos defendiendo la legalidad europea en favor de todos nuestros socios, incluido el Reino Unido, y no acierto a comprender que eso pueda molestar.

–¿Tiene pensado hablar con el ministro de Exteriores británico?

–Yo hablo con él. Existe otro mantra que es el de decir que nosotros no habíamos querido dialogar. Tengo aquí todas las cartas. Le ofrecí ya diálogo el 26 de enero. En dicha carta le digo que queremos hablar sobre la cooperación nacional y soberanía. La correspondencia es muy frecuente.

–Se ha dicho que en esta confrontación con Reino Unido el peor enemigo está dentro... ¿En qué grado apoyan los partidos políticos la gestión del Gobierno en este asunto?

–Se han producido declaraciones para todos los gustos. Algunos partidos más que como una orquesta han funcionado como un conjunto de solistas sin partitura ni director y esto no facilita las cosas. Por eso he pedido comparecer el día 3 en el Congreso de los Diputados, para explicar cuáles son las razones de España en Gibraltar y qué nos estamos jugando. Espero tener el apoyo y consenso de todos los grupos parlamentarios. Ha habido declaraciones de partidos nacionalistas extremos apoyando a Gibraltar a mantener el pulso con España, pero espero que los grandes partidos se pongan de acuerdo y nos respalden, sobre todo cuando el Gobierno está dispuesto a escuchar las posiciones de todos para llegar a ese frente común. Es importante lograr un frente común con los partidos, porque eso es lo que nos da fortaleza. No se trata de pedirles una adhesión incondicional a la estrategia del Gobierno sino fijar juntos una estrategia con un principio común. Ya dijo Sánchez Albornoz que quien niegue que Gibraltar es España no está haciendo un buen servicio.

–¿Qué predisposición ha encontrado? Parece que Cameron rechazó ese diálogo...

– Yo no interpreto así las declaraciones británicas. Entiendo que están dispuestos a hablar siempre. Pero uno no se puede sentar en la mesa estableciendo condiciones que no se revisan. No pueden lanzar unos bloques de hormigón, que son un atentado contra el medio ambiente y la pesca, y luego decir que quieren hablar de pesca... Hablaremos de pesca cuando retire los bloques y se pueda pescar en las mismas condiciones que antes. Apostamos por el diálogo y no por los hechos consumados.

–Los bloques lanzados, ¿sólo tienen como finalidad impedir la pesca o lleva oculto otro problema como el cable submarino?

–No lo sé. El problema es que al lanzar esos bloques de hormigón tratan de reafirmar la soberanía británica. Lo que se vaya a hacer con los bloques de hormigón es indiferente. Tendremos que ver qué ha pasado con las licencias telefónicas que son las que hacen el juego on- line, si se ha hecho de acuerdo con la legislación nacional-internacional... Pero eso es otra cosa.

–¿Tiene el Ministerio de Asuntos Exteriores diseñado algún plan de objetivos estratégicos para después del diálogo –si es que se produce– como actualizar el tratado de Utrecht, el cese de hostilidades...?

–Si le desvelo cuáles son los objetivos y prioridades estratégicos, usted sabría lo mismo que yo, y lo que es peor, las personas con las que tengo que negociar sabrían lo mismo que yo y eso no me parece una estrategia negociadora inteligente.

–¿Qué le parece la actividad de Mas vendiendo Cataluña fuera de España y su negativa a cerrar embajadas?

–Reconocí el derecho de las comunidades autónomas a establecer representaciones en el exterior. Pero me parecía más operativo y más eficaz que se integrasen en la red de representación española y lo he hecho con prácticamente todas las comunidades. Cataluña, haciendo uso del derecho que le reconoce el TC, decidió no hacerlo. Por tanto, el dinero que se gastan en exteriores es dinero que no pueden gastar en otras cosas, como ambulatorios, servicios sociales, etc.

–¿Las elecciones alemanas cambiarán el rumbo de Europa?

–Alemania tiene un peso económico y político de primera magnitud y son elecciones que a nosotros nos importan enormemente. Es un acontecimiento que permitirá desatascar algunos asuntos que están empantanados.

–¿Cómo piensan movilizar al electorado, totalmente escéptico respecto a la UE, en los próximos comicios?

–El electorado español no es que sea euroescéptico, sino que es escéptico respecto a la política en general. Habrá que explicar que vamos a un periodo en el que el Parlamento va a tener más competencias que ahora, que ahí es donde se están jugando los temas que realmente nos están afectando, y que tienen que movilizarse. Europa es irreversible y podemos decir si queremos ser relevantes en Europa o no, pero no si nos vamos de Europa. Si vamos a estar, vamos a estar en las mejores condiciones. Esas son las elecciones europeas.

–¿Europa siempre llega tarde a todos los asuntos importantes?

–Europa son 28 países y la Unión Económica y Monetaria son 17 países en los que todos tienen intereses diferentes. Hay que conciliar esos intereses en una discusión que no es sencilla. En términos de capacidad de reacción inmediata, probablemente la realidad económica vaya más deprisa que las decisiones políticas. Pero eso también ocurre a nivel nacional. Creo que hay que establecer procedimientos infinitamente más ágiles si no queremos perder el tren.

–¿Cómo se puede salir de la crisis e impulsar medidas de crecimiento?

–Creo que el discurso de Rajoy en la explicación del Consejo Europeo tiene las líneas básicas. Tenemos que seguir una política de austeridad seguida de las reformas. Pero eso no basta. El otro gran problema es la financiación de la economía, porque el crédito no llega a la economía real. Eso pasa por que se lleve a cabo la unión bancaria: romper el vínculo entre deuda bancaria y soberana, porque los mecanismos de rescate sean más ágiles de lo que son, y establecer obligaciones europeas. Hacer programas de estímulo al crecimiento muy concretos. Austeridad, financiación economía y políticas de crecimiento para salir cuando antes de la recesión. Espero que la propia Alemania entienda que estas políticas les favorecen incluso a ellas y que si el barco se hunde se lleva por delante también a los pasajeros de primera clase.

–El euroescepticismo de Reino Unido y el problema que hay ahora, ¿podría romper con la unidad o la estructura de Europa?

–Creo que Reino Unido ha emprendido una senda muy peligrosa. No deseo que Reino Unido se salga de la UE, creo que es un factor de equilibrio. A España le interesa que se mantenga ese equilibrio y haremos todo lo posible para mantenerlo. Sería una mala noticia para Reino Unido vivir aislado en un mundo cada vez más interrelacionado y además le haría perder su relación especial con EE UU.

–¿Cómo siguen las relaciones entre Argentina y España después de la expropiación de Repsol?

–Voy a ir a Argentina el día 3, voy a apoyar la candidatura de Madrid 2020, pero aprovecharé para hablar con mis colegas argentinos y las relaciones, incluidas las del Gobierno y Repsol. Son relaciones normales, en las que dada la intensidad de las mismas no es extraño que se produzcan dificultades y conflictos. Estamos abiertos a las peticiones y planteamientos que nos haga Repsol y de acuerdo con esas peticiones y planteamientos dialogaremos con nuestros colegas argentinos; teniendo en cuenta que éste país también es un antiguo socio de España.

–Los intentos de la UE para resolver el conflicto de Egipto han fracasado... ¿Qué más se puede hacer?

–En la primera entrevista que tuve con el presidente Morsi le dije, por si le podía valer, que la transición más exitosa que se ha hecho fue la española, en la que pasamos entonces de un régimen dictatorial a un régimen democrático. Le subrayé la importancia de restablecer la reconciliación y el diálogo nacional como primer paso. Apunté que sería un error político ignorar a una parte de la sociedad, error que no debería cometer el actual gobierno. Este gobierno debería además hacer una Constitución para todos. Esto, junto a un plan de desarrollo económico que elimine la pobreza, que es el caldo de cultivo donde crecen las fuerzas extremistas. Los egipcios no están condenados a elegir entre una dictadura militar y una islamista: tienen que establecer un régimen democrático en el que las fuerzas laicas y liberales y los islamistas moderados puedan alternarse. El desorden egipcio es muy de fondo y puede acentuarse a Libia y a Túnez.

–¿La excarcelación de Mubarak favorecerá el cese de las hostilidades en Egipto o complicará aún más la situación?

–Le trasladé al ministro de Exteriores y al embajador de Egipto que quienes hayan cometido actos de violencia deberán ser llevados a la Justicia, juzgados de acuerdo a leyes y procedimientos ordinarios y no excepcionales. El imperio de la ley es la clave para una convivencia civilizada.

–En el conflicto de Siria, ¿cuál es el papel que puede jugar, y aún no ha hecho, la ONU?

–En estos momentos hay una misión de observación de la ONU que ha tomado cartas en el asunto. Lo de Siria hay que atajarlo cuanto antes. Estamos en cifras de muertos aterradoras. Nos encontramos ante un conflicto no sólo entre extremismos religiosos y modernidad, sino entre suníes y chiíes que podría extenderse a Irán, Irak, Siria, Líbano con consecuencias realmente incalculables. La ONU tiene que tomar cartas en el asunto. No es fácil, porque hay posturas encontradas. Para eso el régimen de Asad tiene que decir hasta dónde está dispuesto a llegar y la oposición tiene que decir a qué está dispuesto a llegar. Hemos celebrado dos reuniones en Madrid, y haremos otra en septiembre con la «operación moderada» para intentar desarrollar lo que se llamó la declaración de Madrid que es el diálogo entre los países que renuncian al terror. España está jugando ahí un papel importante también.

–¿La UE tiene margen de maniobra?

–En toda la región, en todos los conflictos hay pluralidad de actores. EE UU y la UE son muy importantes y la UE tiene en Egipto e incluso en Siria más credibilidad que los EE UU y, por tanto, podemos hacer un papel complementario a la política de EE UU muy eficaz. Es lo que está haciendo el servicio de acción exterior de la UE.

–¿El problema de Siria pasaría por una solución política o militar?

–Sólo hay solución política. A medida que el conflicto se eterniza, cada vez son más las fuerzas yihadistas extremistas que hacen más difícil el problema. Por eso pienso que sólo pasa por una solución política. Se planteó que se hiciera un Gobierno de transición cuya misión sería restablecer las libertades para inmediatamente después ir a unas elecciones democráticas: un gobierno de transición con una representación de todas la fuerzas que renuncien al terror. Todo depende de quién protagonice la transición...

–¿Cuál podría o debería ser el papel de la diplomacia española en las conversaciones de paz entre Israel y Palestina?

–Tenemos una relación estupenda con Israel. Siempre hemos dicho que la solución son los dos Estados: un Israel seguro y una Palestina viable. La viabilidad económica es la principal preocupación de Palestina. Tenemos credibilidad, interés y un activo que es la importancia del papel que puede jugar el Rey en estos conflictos. Estamos interesados, podemos ayudar teniendo en cuenta nuestros activos y estamos dispuestos a que se produzca. Ojalá Jerusalén, la ciudad de la paz, haga honor a su nombre.