Cataluña
Iglesias inventa un debate de la Nación para recobrar protagonismo
La cúpula de Podemos «traga saliva» ante bandazos como la abstención en el Parlament
La cúpula de Podemos «traga saliva» ante bandazos como la abstención en el Parlament.
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, registró ayer una iniciativa en el Congreso para instar al Gobierno a que convoque un debate sobre el estato de la Nación. El movimiento va encaminado a lograr un evento mediático –semejante a la moción de censura de abril del año pasado– con el que Podemos pueda invertir la tendencia a la baja que le auguran todas las encuestas e Iglesias logre reflotar su maltrecho liderazgo.
Todo esto sucede después de que la decisión de los comunes, con Xavier Domènech y Ada Colau a la cabeza, de poner la alfombra roja al bloque independentista en el Parlamento de Cataluña haya resultado la guinda de una errática trayectoria que ha confirmado la deriva secesionista de una corriente política cuyo socio en Madrid, Pablo Iglesias, se erige en patriota –ciertamente, con amplias dosis de cinismo– y además rechaza cualquier lección de lo que significa ser español. Los coaligados en Unidos Podemos han evidenciado su disposición a sacrificar la estabilidad de Cataluña por pura animadversión a Ciudadanos. Por más que para ello, claro, hayan tenido que quitarse de nuevo la careta.
De ello se deduce además una realidad: los morados, con Iglesias al frente, siempre han tenido por objetivo confluir con los independentistas, una hoja de ruta cuyo objetivo les ha llevado a tocar todos los palos, incluyendo a quienes quieren romper España. Siempre con el argumento, a modo de débil excusa, de hacerlo para echar del poder a Mariano Rajoy y al PP. Aunque cuando pudieron hacerlo, no dieron ese paso.
Ya echado al monte, el secretario general de Podemos ha pretendido demostrar la existencia de vida política más allá de la crisis catalana. En las últimas horas ha decidido huir de los acontecimientos para priorizar su agenda social. «Parece que de lo que tenemos que discutir es del reglamento del Parlament de Cataluña. Lo que hace falta es que alguien se ponga ya a preocuparse por los ciudadanos, por mucha gente que está sufriendo y lo está pasando mal», enfatizaba ayer Iglesias esquivando, una y otra vez, las preguntas de la prensa. Es un artista del disimulo, aunque cada vez se le noten más algunas de sus pinturas de camuflaje.
El líder morado cree ahora que puede marcar perfil, consolidarse como «verdadera» oposición y salirse del corsé de la agenda de Cataluña que tantos quebraderos de cabeza internos le está dando. Toca «dar juego a Pablo» (dice un importante diputado de Podemos que no desea ser identificado) «y confiar en recuperar algo de pulso con la vista puesta en las municipales y autonómicas» de 2019.
La cúpula morada está, desde luego, cada vez más angustiada. «Traga saliva» ante los golpes de cada sondeo y ya mira con mucho recelo el próximo CIS con intención de voto, que verá la luz en febrero. La tendencia a la baja les hace temer incluso la pérdida de la tercera posición como fuerza nacional. Vistas ya como inalcanzables las cifras del 20% en intención de voto, en el entorno de Pablo Iglesias más de uno firmaría ahora mismo aguantar en unas expectativas del 16% de los sufragios... aunque tampoco son optimistas en cuanto a frenar en ese porcentaje. Lo que nadie duda es que, de cumplirse esos malos presagios, las alarmas van a dispararse tanto en las confluencias como en la sede central de Podemos de la calle Princesa de Madrid.
Por eso, a partir de ahora, y sin que sea posible discernir si esta estrategia es la definitiva, se apuesta por una actividad intensa del partido «pisando la calle». Para ello, el secretario de Organización, Pablo Echenique, ya tiene el encargo de convocar un gran evento al que puedan acudir inscritos de toda España. Igualmente, desean hacerse presentes en los territorios. Los responsables de Sociedad Civil, Rafael Mayoral, y de Participación, Noelia Vera, elaboran un «un plan de trabajo para que estemos allí donde están los conflictos».
Para los críticos de Podemos, lo que tiene poca discusión es que si hasta hace poco el secretario general de Podemos parecía «invulnerable», en estos días la contestación interna le cae como chuzos de punta.
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