Balonmano
Iñaki vuelve a reunirse con su maestro, Valero Rivera
Si la camiseta de Urdangarín con el número 7 cuelga del techo del Palau Blaugrana es, en parte, gracias a Valero Rivera, el mismo hombre que ha acudido a «rescatarle» ahora. En 14 años como jugador del Barcelona, sólo conoció un entrenador, el hasta ahora seleccionador español, el técnico que le ha abierto las puertas de Qatar. Juntos ganaron seis Copas de Europa, 10 Ligas y siete Copas del Rey. Juntos se hicieron mayores en el balonmano y su relación dio un paso más allá de la de entrenador y jugador. «Iñaki es mi amigo y siempre estaré a su lado», decía hace unos días el seleccionador que dio a España su segundo mundial. Después de derrotar a Dinamarca en la final, Iñaki, que veía el encuentro alejado del palco de autoridades, se abrazó con Valero. Era el premio para el maestro, un premio que él no había podido conseguir. Criado a la sombra de los Juegos Olímpicos, el Barça lo fichó después de verlo con la selección vasca en Objetivo 92, el programa con el que Televisión Española y el Comité Olímpico Español alimentaron la cantera en los años previos al gran acontecimiento. Valero hizo de él un especialista defensivo. Obsesionado con la protección de su portería, encontró en Iñaki el soldado perfecto. Un soldado que no cumplió el servicio militar por una sordera que no le impedía escuchar las instrucciones de su jefe.
Iñaki y Valero construyeron, con la ayuda de otros grandes jugadores, un equipo de leyenda, capaz de ganar cinco Copas de Europa consecutivas. Pero los éxitos que alcanzaba Urdangarín con la camiseta azulgrana se le escapaban con la selección. Después del fracaso en Barcelona 92, donde España sólo pudo ser quinta, Iñaki consiguió dos bronces en Atlanta y Sydney. Los Juegos celebrados en Australia fueron su última gran competición. Para entonces, ya era duque de Palma, un motivo más para una retirada temprana. Llevaba 14 años en la élite, pero tenía sólo 32 cuando abandonó el balonmano profesional.
Ahora puede volver a su deporte, a su casa. «Iñaki es una extraordinaria persona y es y seguirá siendo un buen amigo», dice Valero Rivera cada vez que se le pregunta. Volverán a reunirse. Aunque sea en Qatar.
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