Elecciones municipales
Isabel Díaz Ayuso, la periodista con conciencia crítica
Entró en política tras conocer a Casado en la Universidad. «Éste es el PP que quiero», dice
Entró en política tras conocer a Casado en la Universidad. «Éste es el PP que quiero», dice.
«Soy de Pablo total». Es lo primero que Isabel Díaz Ayuso dice a todo aquel que quiera escucharla. Se conocieron muy jóvenes, cuando ella estudiaba periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y, con enorme inquietud por la política, organizó una asociación muy activa de estudiantes. Por ello, entró en el distrito municipal de Moncloa, donde Pablo Casado abanderaba las Nuevas Generaciones de Madrid. Desde entonces, ambos han trabajado juntos, codo con codo. Leal, independiente en su conducta vital, Isabel es una mujer hecha a sí misma a la que su carácter de periodista, de apasionada y experta en la comunicación, le hace tener siempre un punto de conciencia crítica. De hecho, cuando era todavía una joven estudiante de Ciencias de la Información ya le escribió una carta reivindicativa a Felipe González: «Presidente, este mundo es injusto».
Isabel García Ayuso es de las pocas que no tiene caretas disfrazadas. Llegó a la política madrileña desde la Universidad, un foro que le apasiona. Trabajó a destajo con Pablo Casado en los barrios ciudadanos, le gustó a Esperanza Aguirre, que la introdujo en el organigrama de poder del gobierno de la Comunidad, y no tuvo ningún reparo en renunciar a su escaño en la Asamblea para ser viceconsejera de presidencia con Ángel Garrido. Está ligera de equipaje, vive de alquiler en un piso del barrio de Malasaña y tiene una cabeza bien amueblada. Su pasión por el periodismo le hace albergar esa conciencia crítica cuando hace falta, y una cierta distancia de los problemas. «Mi familia se arruinó con la crisis y yo he sabido salir adelante», dice esta joven llamada a engrosar la nueva dirección «pablista». Liberal y poco sectaria.
Nació en Madrid, pero tiene raíces abulenses, como Pablo Casado, y su padre es natural de Sotillo de La Adrada. Es la herencia que Isabel lleva en sus genes: «Ese equilibrio entre ciudad y montaña me da fuerza», confiesa. A diario, mucha marcha en los barrios de Madrid. Los fines de semana, senderismo por los montes del Valle del Tiétar, herederos de los maratones populares que ha practicado durante años. «Ahora estoy algo menos entrenada», confiesa Isabel sin olvidar algún que otro día por los montes de Gredos en compañía del perro de su hermana. Le gustan la naturaleza, los animales y ese punto de pureza ideológica que ve, con admiración, en Pablo: «Ya está bien de la demagogia izquierdista», proclama defensora de valores del centroderecha sin ningún complejo.
Es una viajera empedernida. Ha subido al Machu Picchu, recorrido los Andes y hasta las cordilleras hindúes del Himalaya, siempre mochila en mano, como otros muchos destinos lejanos. Desde muy jovencita aprendió a ganarse la vida por sí misma y sólo decidió entrar en política el día que conoció a Pablo: «Éramos un grupo de estudiantes liberales, hasta el moño de la demagogia izquierdista», evoca ahora Isabel. Desde las Nuevas Generaciones de Madrid diseñaron un proyecto de comunicación para el partido y varias publicaciones en la Comunidad. A Isabel siempre le ha fascinado el mundo del periodismo y la comunicación.
Ahora es un gran valor emergente en la nueva dirección de Pablo Casado. Ha sido portavoz en la Asamblea de Madrid y sabe dar la cara. «Aunque algunos ahora nos la quieran partir», admite bien conocedora de las dificultades. Leal hasta las cachas con el nuevo presidente de los populares, no reniega en absoluto de sus antiguas jefas, sobre todo de Esperanza Aguirre, de quien dice haber aprendido una enormidad. Será un bastión importante en la nueva dirección popular porque hay algo que tiene muy claro: «Éste es el PP que yo quiero».
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