San Sebastián

La gestión municipal pasa factura a Bildu

La gestión municipal pasa factura a Bildu
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En mayo de 2011, la izquierda abertzale irrumpió con fuerza en las diputaciones y ayuntamientos vascos. Su marca electoral Bildu se convirtió en la primera fuerza política en número de concejales, al lograr 953 ediles por los 872 del Partido Nacionalista Vasco (PNV), aunque en porcentaje de voto quedó por detrás de éste –con un 26% (276.134 votos) frente a un 30,7% (325.968 votos)–. Dos años después, parte de los votantes de la formación parecen descontentos con su gestión de los ayuntamientos.

De acuerdo con una encuesta de NC Report para LA RAZÓN, Bildu se dejaría en el camino 79.134 votos y obtendría 197.000, lo que se traduciría en 860-890 concejales, es decir, en una pérdida de entre 63 y 93 asientos municipales. De esta forma, y a pesar de perder también 51.968 votos, el PNV se convertiría en la primera fuerza política en los ayuntamientos vascos tanto en votos totales (274.000) como en número de ediles (890-920).

Los abertzales se han dado de bruces con el día a día de los ayuntamientos. Los ciudadanos tienen problemas cotidianos y quieren soluciones, para lo que no bastan las proclamas independentistas. Encima, muchos votantes de Bildu han comprobado que aquellos en los que depositaron su confianza no sólo no les han solucionado los problemas que ya tenían, sino que también les han creado nuevos.

Nada más hacerse con el control de la Diputación de Guipúzcoa, la formación abertzale decidió paralizar las obras de una incineradora, proyectada para contrarrestar el colapso de los vertederos de la provincia. Desde entonces, ha intentado imponer la recogida de residuos puerta a puerta en los municipios en los que gobierna. Ésta consiste en separar la basura en cinco categorías (orgánica, envases ligeros, papel y cartón, vidrio y resto) y, dependiendo del día, depositar uno u otro tipo de residuos en unos colgadores situados en cada portal en los que cada casa tiene su enganche. El sistema ha causado un fuerte rechazo entre los ciudadanos, que han organizado plataformas de protesta y han recogido firmas contra su adopción. A finales de abril, los vecinos del municipio de Legazpi incluso celebraron una consulta popular que se saldó con un «no» a la recogida de residuos puerta a puerta. La polémica también ha llegado al Parlamento vasco, que el pasado 25 de mayo rechazó este sistema y su «imposición».

En paralelo, Bildu ha emprendido una cruzada antitaurina. Desde que llegó al Ayuntamiento de San Sebastián ha mostrado sus ganas de apuntillar los toros en el coso de Illumbe. La Fiesta fue herida de muerte el pasado verano, cuando expiró la concesión de quince años a la familia Chopera, pero a finales de marzo le llegó la estocada definitiva. La izquierda abertzale cumplió sus amenazas y aprobó las bases para el pliego de adjudicación de la plaza con un formato en el que se vetan las corridas de toros al menos durante dos años.

En otros municipios la jugada no le ha salido como esperaba. Por ejemplo, en junio del año pasado, Cestona rechazó vetar las novilladas en un referéndum impulsado por Bildu y, hace apenas diez días, el municipio de Carranza, en donde este partido gobierna con una agrupación local tras una moción de censura contra el PNV, también votó en contra de acabar con los toros en las fiestas municipales.

En este contexto, no es de extrañar que la encuesta de NC Report refleje que los ciudadanos que votaron a Bildu en 2011 son los menos fieles, ya que sólo el 66,7% de ellos volvería a depositar su confianza en los abertzales de celebrarse elecciones hoy. Mientras, el 23,4% se abstendría, el 3,3% votaría a Aralar, el 3,3% votaría al PNV y el 3,3% optaría por otras formaciones. En el caso del PNV, el 73,5% de las personas que lo votaron en 2011 lo haría de nuevo ahora. El 24% se abstendría, el 1,5% votaría a Bildu y el 1% optaría por otros partidos.

En unas hipotéticas elecciones munipales, el Partido Socialista de Euskadi (PSE) obtendría 144.000 votos y entre 240 y 260 concejales. De esta forma, a pesar de perder 33.248 votos respecto a 2011, ganaría entre 6 y 26 ediles. La fidelidad de sus votantes es del 73,7%. Por su parte, el Partido Popular (PP), lograría 133.000 votos (13.729 menos que en 2011) y entre 170 y 180 concejales (6-16 más). Además, sus votantes son los más fieles, pues el 86% de ellos confiaría de nuevo en los populares.