Barcelona

La resistencia de los gemelos Vilamala

Xevi, última víctima del rodillo separatista, ha perdido su alcaldía por no dejar el PSC. Sergi tiene mayoría absoluta, pero sus concejales son coaccionados para que le dejen en minoría.

El ex alcalde de Sant Hipòlit de Voltregà, Xevi Vilamala
El ex alcalde de Sant Hipòlit de Voltregà, Xevi Vilamalalarazon

Xevi, última víctima del rodillo separatista, ha perdido su alcaldía por no dejar el PSC. Sergi tiene mayoría absoluta, pero sus concejales son coaccionados para que le dejen en minoría.

Es muy difícil ser independentista en el Estado español» o «han sido encarcelados solo por sus ideas» han sido algunas de las muchas consignas que el independentismo ha clamado durante las últimas semanas para desprestigiar la democracia española tras la entrada en prisión provisional de algunos miembros del Govern y los líderes de las entidades secesionistas. Lo cierto es que el mismo tipo de razonamientos hacen muchas personas contrarias al proyecto rupturista en muchos puntos de Cataluña –principalmente en áreas del interior, donde el independentismo tiene mayor arraigo– para definir el clima hostil con el que deben convivir. En la mayoría de ocasiones, por su exposición, son políticos los más afectados por este tipo de circunstancias, aunque denuncias no han faltado de otro tipo de colectivos, como recientemente se ha visto con familiares de agentes de la Guardia Civil.

Un nuevo ejemplo de este estilo de situaciones se ha consumado esta semana con el ya ex alcalde del PSC en Sant Hipòlit de Voltregà (Barcelona), Xevi Vilamala, un municipio de 3.300 habitantes y muy próximo a Vic. Vilamala fue desbancado de la alcaldía tras 10 años al frente por «pensar diferente», por discrepar sobre la independencia, según explica a este diario, ya que el alcalde entrante alabó su trabajo y aseguró que mantendrá todo lo que se ha hecho hasta ahora. «No es un tema de gestión, sino de ideas», se queja Vilamala. Y es que solo tres votos en las pasadas elecciones municipales le condenaron La s al territorio precario de los pactos de legislatura, teniendo que escoger a ERC como partido de compañía. De haber obtenido esos tres sufragios, hubiera reeditado la mayoría absoluta con cinco concejales que ostentó en los anteriores dos mandatos. De esta manera, se quedó en cuatro –Esquerra obtuvo tres y CDC consiguió los otros cuatro ediles–.

En todo caso, Vilamala resalta que a lo largo de esta legislatura apenas ha habido divergencias, hasta que se cruzó el 1-O en el camino. A raíz de esa jornada, la dirección de ERC en la comarca dio instrucciones de romper todos los pactos de gobierno que mantuvieran con el PSC y así le arrebataron el consistorio. No obstante, el ex alcalde del PSC también relata todo tipo de coacciones y amenazas, que describen una forma de hacer del independentismo organizado en muchas zonas del territorio catalán. «Es muy difícil ser contrario a la independencia en el interior de Cataluña. Te miran mal y te dicen de todo», lamenta. Según explica, antes de quitarle la alcaldía, desde ERC le ofrecieron seguir brindándole el apoyo con la condición de que rompiera el carnet del PSC, como han hecho otros alcaldes de distintas ciudades –Jordi Ballart, ex alcalde de Terrassa, es uno de los ejemplos recientes–. Pero Vilamala no transigió y prefirió irse a la oposición.

En su caso, que no tenía mayoría absoluta, el secesionismo lo tuvo más fácil para despojarle de la alcaldía. Donde no lo tiene fácil pese a los intentos es en el municipio colindante, les Masies de Voltregà, cuyo consistorio está en manos de su hermano gemelo, Sergi Vilamala. Allí los mecanismos empleados para conseguir el objetivo, según explica, pasan por presionar y coaccionar a los concejales del PSC para que abandonen el grupo municipal y pasen a ser no adscritos para que el alcalde se quede en minoría. Pero por el momento, ninguno ha cedido.

De esta manera, Vilamala también denuncia que ahora su temor por la campaña de «acoso y derribo» ya no es solo contra unas siglas, «sino contra un apellido y una familia». El ex alcalde censura el clima de intolerancia que se está imponiendo en los municipios del interior de Cataluña promovido por entidades como la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, que han ido infiltrándose en la política municipal mediante la creación de agrupaciones en la mayoría de pueblos y ciudades con el impulso de candidaturas políticas, como en Sant Hipòlit de Voltregà la de ERC. «Estoy volviendo a ver las caras de odio de la posguerra que mi padre me explicaba», describe, y recuerda algunas de las acciones vandálicas que ha sufrido en su casa o un episodio violento que sufrió una de sus concejalas justo antes del referéndum del 1 de octubre, porque el PSC no cedió locales para su celebración.

Según explica, un grupo de personas la acosaron e impidieron que entrara en su coche y cuando se pudo subir, empezaron a golpearlo. La concejala, aunque no sufrió ninguna lesión física, sí tuvo que ser atendida tras padecer una crisis de ansiedad. O también, narra la situación de un joven estudiante de instituto, que los días de huelga no tuvo otra opción que asistir a clase por el «miedo a ser estigmatizado».

En todo caso, Vilamala, que se dedica a la política por afición y combina con un empleo –no tiene un asignación fija, sino en función de los plenos–, no parece dispuesto a darse por vencido ante este escenario tan radical. Asegura tener el apoyo de muchos vecinos y tiene ganas de volver a ser candidato en 2019 , cuando cumplirá 20 años en el Ayuntamiento, aunque todo quedará en manos de su partido, el PSC.