Estados Unidos

La Roca, 300 años convertida en piedra

El 13 de julio de 1713 se firmó el Tratado de Utrecht, en el que España cedía a Gran Bretaña la soberanía de Gibraltar
El 13 de julio de 1713 se firmó el Tratado de Utrecht, en el que España cedía a Gran Bretaña la soberanía de Gibraltarlarazon

«La Roca», más en mayúscula, tiene connotaciones de poder, de fuerza, de resistencia. «The Rock», ya no sólo como concepto, también fonéticamente, desprende energía, firmeza y hasta cierto halo de respetabilidad. Una piedra, en cambio, es algo encogido, poco valioso. Molesta a quien se le cuela en el zapato. Y 300 años con la piedra en el zapato más que molestar, duele.

La herida de Gibraltar supura indignidad. Guerra de Sucesión y Utrecht al margen, la piedra es hoy un lugar donde la impunidad actúa a todos los niveles. Un caso anómalo (y tolerado) dentro de la Unión Europea. Un paraíso fiscal que garantiza el anonimato de los defraudadores y no comparte información alguna con las agencias tributarias. Un espacio turbio donde las mafias y el narcotráfico campan por sus respetos. Un paraíso del juego y el blanqueo de capital que se mantiene al margen de cualquier legislación internacional y que hace del contrabando uno de los ejes de su economía.

La impunidad ha acabado por corromperlo todo allí. Desde el medio ambiente, con submarinos nucleares que hacen del Estrecho su particular sumidero de muerte, hasta la dignidad de la víctimas del abuso sexual infantil y el proxenetismo en Internet. Delitos escabrosos cuyo grado de abyección parece no ser suficiente para poner límite al negocio. Sin ir más lejos, el responsable militar de la tropas británicas en Gibraltar se quitó la vida hace algunos años después de una acusación por pederastia. Y no sólo la pornografía o la trata de blancas, el pasado 12 de abril de 2012 un tribunal federal de Manhattan (Estados Unidos) condenó incluso el tráfico ilegal de armas que se realizaba desde un proveedor con oficina en Gibraltar.

La que para las Naciones Unidas es «la última colonia en territorio europeo» cuenta con un censo de 30.000 habitantes y, atención, 80.000 sociedades registradas. Casi tres sociedades por habitante. Muchas de ellas españolas. No es ningún secreto el colaboracionismo de algunas de las grandes empresas españolas con la colonia que acosa a nuestros pescadores y roba metros de tierra a palazos; que invade aguas jurisdiccionales españolas y le gana incluso terreno al espacio aéreo.

Gibraltar cuenta hoy con una renta más elevada que el propio Reino Unido y aproximadamente el doble que la española. Con La Verja cerrada era justo al revés. La miseria estaba al otro lado. Abrir las puertas invirtió los papeles. La miseria que necesariamente genera un paraíso fiscal a su alrededor es trágicamente palpable en los arrabales de Gibraltar. La relación entre gibraltareños y españoles roza hoy el vasallaje.

Por esto, por todo lo arriba señalado, por justicia, por historia, por cada una de las resoluciones de las Naciones Unidas, por la deslealtad de un presunto país aliado, por el anacronismo que supone albergar una colonia militar en suelo patrio en pleno siglo XXI, pero, sobre todo, por dignidad nacional, España ha de dar solución a esta vergüenza. España puede y debe desestabilizar todo el bochornoso e indecente entramado de corrupción gibraltareño que condena a la miseria a los españoles del otro lado. España puede y debe derribar todo este obsceno castillo de naipes de contrabando. Y puede hacerlo cerrando La Verja. Aislando la piedra.