PSOE
La vieja división acecha el «nuevo PSOE» de Sánchez
El líder no acierta: Se autoinvita a Andalucía y los tótems del partido ignoran su «Escuela de buen gobierno»
El líder no acierta: Se autoinvita a Andalucía y los tótems del partido ignoran su «Escuela de buen gobierno».
Semana horribilis para Pedro Sánchez. El secretario general ha dilapidado en siete días la imagen de unidad que se había afanado en construir desde que ganó las primarias. El PSOE ha vuelto a mostrar su peor versión y ha dejado entrever que las heridas del 39º Congreso distan mucho de sanar. La sucesión de errores y polémicas comenzó en el mismo Comité Federal del 17 de febrero en el que Sánchezblindó su liderazgo y concentró el poder del partido en su dirección y en las bases. Sin embargo, la aprobación del nuevo reglamento socialista solo sirvió para visibilizar que los frentes en el PSOE siguen bien definidos. Hubo quienes no acudieron, como Susana Díaz, Ximo Puig o Javier Fernández, y los que lo hicieron, Emiliano García-Page y Javier Lambán, evitaron participar en el debate y se marcharon antes de que el documento se sometiera a votación para evitar respaldarlo. La cita se había concebido para escenificar un cierre de filas, pero nada más lejos de la realidad. Lo soliviantado del personal por el nuevo marco normativo acabó explotando por el tema más insospechado: el conflicto lingüístico catalán. Varios dirigentes territoriales se opusieron a la línea discursiva marcada por la dirección de rechazar que la intervención en Cataluña del Gobierno se utilice para garantizar que los padres elijan el castellano como lengua vehicular para los estudios de sus hijos.
El veto de Ferraz a la candidatura de Elena Valenciano para presidir el Grupo Socialista en la Eurocámara fue la siguiente piedra en la que tropezó Sánchez. Un gesto que logró sacar a Susana Díaz de su ostracismo autoimpuesto. «No quiero ni pensar que sea por el apoyo que me dio a mí (en las primarias), no quiero pensar que fuera por eso. No, me niego a pensar que sea eso», señaló la presidenta de Andalucía en Telecinco. La propia Valenciano reconoció en una entrevista en Onda Cero que «aceptaba el veto con deportividad». «No seré candidata porque la dirección de mi partido no lo considera oportuno», dijo. El caso es especialmente sangrante si se considera que esta semana el PSOE ha hecho bandera de la igualdad entre hombres y mujeres –con su iniciativa sobre la brecha salarial– y exigía una mujer como candidata para la vicepresidencia del BCE en lugar de Luis De Guindos. «Pedimos una mujer para el BCE y cuando una socialista puede presidir el grupo en la Eurocámara no la promocionamos. Es hipócrita», se quejaba un cargo.
Para tapar el veto a Valenciano y distraer así las primeras discrepancias internas de su nuevo mandato, Sánchez hizo dos movimientos con escaso éxito: se autoinvitó a los actos institucionales del Día de Andalucía para mostrar un acercamiento a Díaz y anunció en una entrevista en Antena 3 la puesta en marcha de una «Escuela de buen gobierno». Unas jornadas en las que el PSOE reunirá a los tótems del socialismo para «compartir su experiencia con aquellos que esperamos poder gobernar el país en el futuro». Foto de unidad (de nuevo) frustrada. El líder cometió la torpeza de pronunciar ambos anuncios sin el conocimiento de la otra parte interesada. En la Junta confirmaron que fue el propio Sánchez el que pidió asistir, no estaba invitado, al 28-F y la «Escuela de buen gobierno» se cuenta más por las ausencias –todavía faltan por confirmar Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, Susana Díaz o Javier Fernández– que por las presencias.
A estos errores de bulto se suman otros deslices estratégicos y de discurso. Las contradicciones de la portavoz en el Congreso, Margarita Robles, sobre el apoyo –primero sí y luego no– a la retirada de la obra «presos políticos» de ARCO. La pérdida de una votación que el propio PSOE había promovido en la Cámara baja para desbloquear la renta mínima a personas desfavorecidas por la ausencia de cinco diputados y el voto equivocado de otro socialista. El desconocimiento de la vicesecretaria general, Adriana Lastra, de temas de actualidad como la muerte de un ertzaina en Bilbao tras los disturbios entre las aficiones del Athletic y Spartak de Moscú o las comparecencias solicitadas por el PP en la comisión de investigación del Senado del ex presidente de la Generalitat José Montilla y del responsable de la campaña de «crowdfunding» de Sánchez. A esto hay que añadir, que ya comienza a cundir la preocupación entre el propio Grupo Socialista en el Congreso sobre la falta de liderazgo del PSOE que ha perdido de vista su labor como principal partido de la oposición.
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