Política

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Las primarias, en el aire

Pese al compromiso de convocar a la militancia en noviembre, la presión de los barones o la inestabilidad política podrían suspender el proceso

Las primarias, en el aire
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El actual escenario electoral que busca regenerar la dirección del partido nos remite a la celebración de las primarias abiertas, ya que si el PSOE quiere volver a gobernar tendrá que construir una alternativa potente al PP. Las tres candidaturas se han comprometido, en teoría, a promoverlas y el último fin de semana de noviembre es la fecha que suena con más fuerza. Todo en teoría, claro, porque la irrupción de las elecciones municipales y autonómicas de 2015, y la inminente cuestión catalana podrían hacer variar el calendario. Eduardo Madina fue el primer candidato en prestar su compromiso con la cita que elige al candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno. Es más, instó directamente a sus rivales a expresar una postura en firme sobre esta cuestión en el debate de Ferraz.

Todos recogieron el guante. Pero ser secretario general no te convierte directamente en candidato, es más, José Antonio Pérez Tapias declaró que no se presentará a las primarias en caso de detentar la dirección y Eduardo Madina condicionó su presencia en las quinielas a la presidencia, a vencer hoy. Si pierde, «capta el mensaje» y no sólo no se presentará sino que «no dará la lata». Es Pedro Sánchez quien, aunque las hará, seguramente decida postergarlas a las citas electorales nacionales del próximo año.En el PSOE, hay quién piensa que no es adecuado convocar las primarias en paralelo a la situación política que se generará en Cataluña en el mes de noviembre. La inestabilidad política y la cercanía de las elecciones autonómicas y municipales, son dos de los argumentos para postergar las primarias más allá de noviembre y dejarlas para junio de 2015. Los barones y el Comité Federal tendrán la palabra.En este contexto cobra relevancia el poder de las federaciones, los barones socialistas son –en su mayoría– poco proclives a las primarias en noviembre. Los territorios, que verán puesta a prueba su hegemonía en las diferentes contiendas electorales serán una fuerza de presión contra la que tendrá que luchar el nuevo secretario general si quiere mantener el compromiso que adquirió en el debate. Si gana Pedro Sánchez no habrá problema, pues ya manifestó su intención de «escuchar» a los barones y retrasar la elección del candidato a La Moncloa hasta después de los comicios municipales y autonómicos, buscando en parte ganar legitimidad si los resultados electorales le son favorables. Además, si el diputado madrileño gana, con Madina fuera de escena, los pactos desde la dirección podrían asegurarle una única candidatura, la suya, y, por tanto, ser el candidato sin oposición.

A todas estas cábalas hay que sumar el factor Díaz y Chacón. La catalana se borró de la carrera por la Secretaría General ante la imposibilidad de adelantar las primarias abiertas, fórmula de la que fue adalid durante todo el proceso. De hecho, Chacón lanzó una dura crítica a Madina por proponer la elección directa del secretario general que calificó de primarias cerradas. La profesora universitaria en Miami puede valorar presentarse, pero queda pendiente definir su papel si el nuevo secretario general la incluye en su ejecutiva. De momento, se presume que presentará su candidatura cuando se convoquen.

La presidenta de la Junta, por su parte, ha sido clave para decantar la balanza del lado de Sánchez. Al igual que Chacón, decidió no competir cuando cambiaron las reglas del juego. Ella esperaba irrumpir con fuerza en el congreso extraordinario pero al aceptar Ferraz el órdago de Madina de «un militante, un voto» frenaron al torrente andaluz, desencadenando el consiguiente movimiento contra el diputado vasco. Junto con Chacón acusa a Rubalcaba de estar detrás de esta operación lanzada por Madina. Ambas han mantenido la prudencia y la discreción pero el aparato de Andalucía ha apostado por Pedro Sánchez y los partidarios de Chacón en Cataluña han impedido que Madina cuente con el apoyo del PSC. El vasco se las prometía muy felices pero en una semana Sánchez consiguió numerosos avales.