Casa Real
Leonor: aprendiendo a ser un Reina de sobresaliente
La Princesa ha sido educada desde su infancia para que fuera consciente de ser quien es, aunque su vida transcurre dentro de la normalidad, como la de cualquier otra niña
La Princesa ha sido educada desde su infancia para que fuera consciente de ser quien es, aunque su vida transcurre dentro de la normalidad, como la de cualquier otra niña
No se puede negar, cuando la Princesa de Asturias está muy próxima a cumplir doce años, que los planes diseñados por sus padres, los Reyes Felipe y Letizia, para conseguir que la heredera de la Corona proyecte una imagen adecuada con su papel en el futuro son los oportunos. Desde el momento de su llegada al mundo y a lo largo de sus todavía cortos años de vida, Leonor de Borbón Ortiz parece sacada de un cliché en el que estuvieran marcados y descritos los rasgos físicos y de carácter imprescindibles para ser una princesa. Ella es rubia, con los ojos azules, esbelta, con un rostro en el que destaca una expresión dulce, apacible, y un tanto soñadora, con una sonrisa apenas esbozada pero suficiente para dar la impresión de que los conflictos no ocupan el centro de sus pensamientos ni los enturbian con frecuencia. Sus movimientos son controlados, su forma de andar es pausada y nada le hace saltar o correr de forma inadecuada, al menos cuando está bajo los focos de las cámaras en la escasas apariciones publicas en las que podemos verla. Todo en ella proyecta una imagen de armonía.
No hay que engañarse, sin embargo, ni pensar que esas impresiones que percibimos en la Princesa Leonor son producto de la espontaneidad, no al menos en su mayor parte. La primogénita de los Reyes ha sido educada desde su infancia para que fuera consciente de ser quien es y para tener muy claras desde el principio las obligaciones que conlleva ser la futura Reina de España. Ha sido tarea de sus padres que esa conciencia estuviera siempre presente en su pensamiento pero sin dejar de lado que como niña, también tenía el derecho de disfrutar como el resto de niños de su edad y a vivir su infancia de la forma más parecida posible a la de cualquier amigo o compañero. Es oportuno recordar una anécdota de cuando era una pequeña un tanto revoltosa y desinhibida de apenas dos años y se enfrentaba a las cámaras de los reporteros con total espontaneidad y sin complejo alguno. Algo que comentamos los periodistas con su padre, el entonces Príncipe de Asturias, quien explicó que le parecía normal que ella se comportara así en ese momento pero que le preocupaba que no controlara lo que significaba exponerse de esa manera ante los focos, algo que tendría que ir aprendiendo. Pues bien, ese aprendizaje Leonor ya lo ha hecho. Puede que al leer la descripción de cómo es la Princesa como alumna, algunos piensen que es una exageración describirla como una colegiala muy inteligente, organizada, serena, muy estudiosa y tremendamente responsable. La idea que predomina de su comportamiento es que siendo quien es, tiene que dar el máximo, y su sentido del deber le lleva a presentarse siempre en clase con los deberes hechos.
Absoluta normalidad
Tanto ella como su hermana la Infanta Sofía son fáciles de tratar en clase, no dan problemas con sus profesoras y es fácil la convivencia con ellas. En los recreos o en otras actividades fuera de sus propias aulas, tanto Leonor como Sofía charlan sin el mas leve asomo de arrogancia con otros alumnos del Colegio de Santa María de los Rosales, el mismo en el que estudió el Rey Felipe VI. Por cierto, que algunos antiguos alumnos, compañeros de don Felipe, que llevan a sus hijos también a Los Rosales, recuerdan que el actual monarca era entonces muy travieso y que ponía el Colegio patas arriba cuando se escondía en las instalaciones del centro y obligaba a los escoltas a volverse locos buscándole durante largo rato.
La Princesa Leonor no es así. Hasta ahora, obtiene unas notas excelentes. Ella y otros dos o tres niñas de su mismo curso –6º de Primaria– vienen sacando sobresaliente en todas las asignaturas desde hace varios años y aunque no les han dado aún las notas de final de este curso, no se cree que vayan a variar los resultados este año. En el Colegio en el que estudian, se da gran importancia a materias que no son obligatorias pero sí de gran utilidad para el futuro de la heredera de la Corona. Una de ellas es Dramatización, que no sólo les lleva a representar obras de teatro de corte clásico, sino también a hablar en público de cualquier tema. Eso les hace perder el miedo a enfrentarse con las personas que les escuchan y a expresarse con naturalidad y fluidez. Este año, la Princesa Leonor va a participar en la obra «Los Intereses Creados», de Jacinto Benavente mientras que la Infanta Sofía lo ha hecho en la obra «Perseo o de la Cólera de los Dioses» hace unos días.
Además, las hijas de los Reyes hacen ballet, participan en la función que preparan cada año las que practican danza, estudian francés como segundo idioma extranjero, han dejado las clases de chino a las que asistían en cursos anteriores y practican con el violoncello en las clases de música que son obligatorias a partir de los 10 años. Las dos hijas de los Reyes son bilingües en inglés ya que además de las clases que dan en el Colegio, tienen desde pequeñas una nanny que las ha hecho dominar el inglés a la perfección.
Por último, hay que señalar que el Colegio Santa María de los Rosales cuida el que los alumnos puedan expresar su disconformidad con cualquier asunto. En varios lugares del centro se colocaron buzones por decisión de su Directora Ana Arigita, para que los niños pudieran escribir acerca de cualquier cosa que no les gustara. Se buscaba que pudieran contar libremente si había algunos niños que molestaban a otros. No hubo ninguna denuncia en ese sentido afortunadamente. La formación de la futura reina no ha hecho más que empezar. Está por ver aún si sigue los mismos pasos que su padre –curso en el extranjero antes de dejar la enseñanza secundaria, carrera universitaria en España, paso por las Academias Militares y Máster en una Universidad extranjera–. Las nuevas tecnologías y los avances de todo tipo van a un ritmo tan vertiginoso que habrá que ir adaptándose a las circunstancias. Y eso deberá hacer la Casa Real española, consciente de que la clave está en amoldarse a los tiempos para sobrevivir y ser útil a los ciudadanos.
Mientras tanto, la vida de la Princesa Leonor transcurre dentro de la normalidad, casi como la de cualquier otra niña de su edad. Ha sido deseo de sus padres que ni ella ni su hermana la Infanta Sofía estén sobreexpuestas a los medios de comunicación y eso les obligue a llevar una vida pendiente de las cámaras. Se les ha sobreprotegido de una forma un tanto excesiva, sobre todo por voluntad de la Reina Letizia, que les ha hecho ponerse gorras caladas hasta los ojos y bufandas que les tapaban parte de la cara en un paseo por Madrid, al descubrir que unos fotógrafos intentaban inmortalizar su visita al Museo del Prado y su paseo por el centro de Madrid. Sólo en dos o tres ocasiones al año, las hijas de los Reyes aparecen en actos públicos donde su imagen puede ser captada, a diferencia de lo que ocurre en otras monarquías de nuestro entorno en la que son frecuentes las instantáneas de los herederos.
La realidad es que Leonor está a punto de cumplir doce años en octubre y Sofía acaba de alcanzar los diez y el tiempo transcurre muy deprisa y en contra de ese deseo de pasar desapercibidas. Poco a poco tendrán que asumir su papel dentro de la sociedad y aceptar que su vida va a transcurrir de cara al público y será difícil mantener su privacidad. Como le ocurrió a su padre en esa etapa de tránsito de la niñez a la juventud y de ella a la mayoría de edad. Su protagonismo va creciendo con ella.
✕
Accede a tu cuenta para comentar