El desafío independentista

Los empresarios trasladan al Rey su temor por la deriva de Mas

Artur Mas pasea en una de las salas de La Zarzuela mientras espera ser recibido por Don Juan Carlos
Artur Mas pasea en una de las salas de La Zarzuela mientras espera ser recibido por Don Juan Carloslarazon

En este baile estratégico ideado por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, para mantenerse en el poder, los hay que sufren más que otros sus traspiés eventuales. Mientras negocia sus pactos con ERC, sin dejar de depender económicamente del Gobierno central, las empresas catalanas y las entidades bancarias se ven afectadas por la incertidumbre causada por esta inestabilidad política. Un mes antes de las elecciones catalanas que le dieron la victoria a Mas, en noviembre de 2012, este periódico pudo saber que el Rey había mantenido encuentros con figuras señeras del mundo financiero, industrial y comercial. Ahora, fuentes empresariales confirman que estos contactos no sólo no se han interrumpido, sino que Don Juan Carlos, dentro de su agenda privada, continúa manteniendo estas audiencias.

Según informan fuentes del tejido empresarial catalán, el sector «no se fía» de la aparente marcha atrás de Mas en el proceso soberanista tras sus últimas declaraciones. «Se tiene la sensación de que está ganando tiempo», matizan. Recientes son las palabras del presidente del Círculo de Economía –organización patronal que reúne a los grandes empresarios catalanes– y a la vez máximo ejecutivo de Vueling, Josep Piqué, asegurando que le «irrita» que se debata sobre la independencia de Cataluña en la actual coyuntura económica. A juicio de Javier Flores, responsable de análisis de Asinver, si las entidades financieras catalanas se ven actualmente afectadas tanto por el interés del Gobierno de fusionar bancos –Caixabank adquirió recientemente Banca Cívica– como por el del Govern por nacionalizarlas, en el caso de que Cataluña se independizara supondría la salida inmediata del euro. Y si Caixabank tiene el 60% de su negocio fuera de la comunidad autónoma, el del Banco Sabadell supone el 70%. Fuentes cercanas al banco informan de que su presidente, Josep Oliú, sigue mostrándose contrario a la postura soberanista de Mas. Por otro lado, según Flores, si en la pequeña o mediana empresa apenas repercute negativamente la deriva separatista, «en las grandes multinacionales supone la destrucción de empleo por la salida de inversiones de Cataluña». Iniciativas como la gira de la Diplocat –consorcio en el que está integrada la Generalitat– por Europa para explicar el «derecho a decidir» catalán también contribuye a una imagen desestabilizadora del país, aunque desde Zarzuela aseguran que el Rey no estaría abordando el asunto fuera de nuestras fronteras por tratarse de «un tema muy delicado».

Gesto de Estado

Entre otros motivos, la ofensiva soberanista de CiU supuso que, en un gesto de Estado sin precedentes, el Rey reivindicara en septiembre del pasado año que «lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas», en un momento decisivo para el bienestar de España. Unidad que, como moderador del funcionamiento regular de las instituciones que le otorga la Carta Magna, siempre ha tenido muy presente. Cataluña fue el primer viaje oficial del Monarca como Rey de España en 1976, donde recordó la «especial predilección» de sus abuelos por esas tierras. Raíces que han crecido con el Jefe de Estado, ya que su círculo de amistades más íntimo proviene de allí, y siempre ha tenido facilidades para conocer el armazón político y del pensamiento catalán.

Las relaciones entre el Rey y Artur Mas nunca han traslucido complicidad públicamente. La última vez que se reunieron fue el pasado 31 de enero, cuando el Rey recibió a los recién elegidos líderes autonómicos. Desde entonces, según informan fuentes cercanas al Monarca, no han vuelto a hablar. En aquella cita Mas se encargó de añadir un tinte político, al transmitir que el Jefe de Estado le había concedido audiencia para tratar el tema de la independencia, tratándose de un acto protocolario. La sequedad con la que Don Juan Carlos saludó al presidente de la Generalitat se palpó en el ambiente. Gesto que no provocó sorpresa alguna, ya que varios han sido los desplantes que Mas ha tenido con el Rey, entre otros, tapar con un telón negro el retrato del Monarca en su toma de posesión.

Una relación marcada por las tensiones y los desplantes

En plena ofensiva nacionalista y apenas una semana después de la manifestación de la Diada en Barcelona, Su Majestad el Rey animó a los españoles a actuar «unidos» y alertó de que lo peor que se podía hacer es «dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras y ahondar heridas». Sobra decir que este mensaje no gustó nada al presidente de la Generalitat, Artur Mas, que ya estaba sumergido en su particular carrera soberanista. Fue el primer encontronazo pero no el único. A finales de septiembre de 2012, apenas unas horas después de que Mas anunciara que había llegado «la hora de que el pueblo de Cataluña ejerza su derecho a decidir» o, lo que es lo mismo, proclamase el adelanto electoral, el Rey y Mas se encontraban en un acto en Pedralbes. Sobra decir que el saludo fue escueto y protocolario, lo que evidenciaba ya la tensa relación entre ambos.

Pero si de desplantes hablamos, el del presidente de la Generalitat durante su toma de posesión no dejó indiferente a nadie. El retrato del Monarca quedó oculto bajo un telón negro durante todo el acto. La respuesta de Don Juan Carlos no tardaría en llegar. El 31 de enero de este mismo año, Mas dijo haber sido llamado por el Rey para tener una audiencia privada y hablar de su plan soberanista. Nada más lejos de la realidad, Zarzuela desmintió este extremo y aseguró que se trataba de un acto protocolario al que acudieron los presidentes autonómicos recién elegidos.