Lisboa
Los grandes enigmas de Ricart
Miguel Ricart ha salido a la calle con 44 años, un temple calmado y dispuesto a someterse incluso al polígrafo o «máquina de la verdad». Con ello parece prometer que en un plató de TV podría decir todo lo que hasta ahora no ha revelado ante los jueces, que le condenaron a 170 años de cárcel. Sin embargo, quien sea capaz de creérselo quedará pronto decepcionado. Yo le entrevisté por teléfono, dentro de la prisión, y conozco su enorme capacidad para dar gato por liebre, poner condiciones y hacer tratos.
¿Cuántos fueron los asesinos?
Al menos debieron ser tres. Tuvieron que secuestrar a las niñas y luego abusaron de ellas y las torturaron. Finalmente les dispararon una bala en la cabeza con una pistola que habían robado. Los asesinos debieron ser tres, pero los que agredieron y abusaron de las niñas pudieron ser más.
¿Cuál fue el papel de Ricart?
Él se presentó como una persona que tenía miedo de Antonio Anglés. Pero en realidad es posible que fuera al revés. Miguel Ricart ha demostrado un aguante excepcional en sus años de prisión, y un carácter frío y despegado, que le permite vivir sin visitas ni vínculos con la vida fuera de prisión. Miguel Ricart es la principal fuente que informa sobre Antonio Anglés y con cuyo testimonio se construye una acusación, que nunca pudo concretarse, porque una vez desaparecidas las niñas, nadie volvió a ver vivo a Antonio Anglés.
¿Está muerto Antonio Anglés?
Yo diría sin duda que sí. Yo estuve allí. Presencié todas las sesiones del juicio contra Ricart, en la Audiencia de Valencia, y él le dijo al fiscal Enrique Beltrán que Antonio Anglés está muerto. Eso lo escuché desde la primera fila. Por esos días se llegó a decir que Ricart negociaba con una televisión, como ahora, para llevar a los periodistas al lugar donde Antonio estaba enterrado.
¿Quién construyó la falsa fama de Anglés?
En mi opinión fue Miguel Ricart quien primero dibujó a un Antonio Anglés implacable, que había maltratado a una amiga que tuvo, atándola con cadenas en la antigua casa familiar porque supuestamente se había quedado con parte de cierta droga. Pero en realidad, es posible que Antonio Anglés fuera mucho más flojo de lo que lo pinta Ricart. También dijo Ricart que era «hombre de mundo que hablaba español y portugués», capaz de darle esquinazo a la Guardia Civil y a la Policía juntas. En realidad Antonio Anglés es un delincuente de poco vuelo que habla una jerigonza de español y portugués, como Neusa, su madre, y que va vestido como un infame hortera, que tenía miedo a dar la cara en un atraco y al que la Policía lo habría visto venir a quinientos metros.
¿Hay una «mano negra» en elasesinato?
Rotundamente, sí. El crimen de Alcàsser es un «caso abierto», en el que sólo se ha resuelto la parte más superficial. Y además en el sumario se ve claramente cómo alguien se hace pasar por Antonio Anglés y va dejando un rastro muy marcado. Por ejemplo, vestido con mono de mecánico y gorra de béisbol roba una furgoneta diciendo: «Arriba las manos, que soy Antonio Anglés». Luego abandona el coche y roba otro al que le echa gasolina. Siempre dejando claro que es Anglés. Por si fuera poco, aparentemente pasa la noche en un chalet en el que la Policía encuentra fotos de Antonio Anglés teñido de rubio, y fotos suyas también, antes de tintarse. Para que no queden dudas se encuentran pañuelos de papel empapados en sangre. Alguien marca el camino en el que atraviesa España por la cintura, hasta Lisboa, donde se supone que huye en un barco. Que quede claro que alguien lo debió hacer por él, porque nunca salió de la Comunidad de Valencia.
¿Hubo autores intelectuales del crimen?
Por todo lo actuado caben dos hipótesis principales: que los delincuentes de medio pelo que componían la banda de Ricart-Anglés cometieran en este caso un secuestro para disfrutar de lo que quizá proporcionaban para otros, o que esta vez la fiesta se les fuera de las manos y convirtieran una celebración en un crimen. Los que faltan en este asunto son gente poderosa, capaces de disfrazar lo ocurrido y hacer que la gente desaparezca para siempre. No sólo no se ha encontrado a Antonio Anglés, que tanto tiempo después podría decirse que fue enterrado en cal viva, sino que se ignora cuál fue la auténtica motivación del crimen. En la zona donde ocurrieron los hechos desaparecen con frecuencia niños y niñas, en especial en aquella época. Algunos aparecen muertos. Aunque nunca hasta entonces, tres de una vez. Se descubren orgías con menores que organizan invitados venidos de fuera y se capturan organizaciones de proxenetas. Ricart logró que todo el mundo pensara que el importante era Antonio Anglés, que no cabe duda de que era un chico violento y perturbado, pero quizá el importante era Ricart, que domina todas las claves de lo que pasó. Y podría ser el verdadero contacto de los que encargaron el secuestro.
¿Contará la verdad alguna vez?
No tiene nada que ganar y por el contrario sí puede estropear el escudo que ha fabricado hasta ahora, con el que puede engañar a quienes no presenciaron su juicio y vieron cómo le señalan los indicios y pruebas. Ricart fue especialmente cruel con una de las niñas y ayudó a Anglés a serlo con todas, según queda acreditado. De su boca no ha salido ninguna palabra que permita contemplarlo de una forma tolerante. Miguel Ricart encarna con toda su brutalidad el crimen de Alcàsser, y aunque en alguna TV pudieran pagarle para que revelara lo que de verdad pasó, no creo que lo haga nunca. Se limitará a seguir mintiendo como hasta ahora. Sin embargo, caso de ser posible, sí estaría dispuesto a mostrar el lugar donde está enterrado su colega, Antonio Anglés, porque eso no lo compromete más allá de lo que ha cumplido, y podría resultarle muy rentable.
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