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Los «maitines» de Redondo
La mano derecha de Sánchez desembarca en Ferraz. Arranca la jornada a las 7 de la mañana y habla «mil veces por telefóno» con el presidente: «La confianza con él es total»
La mano derecha de Sánchez desembarca en Ferraz. Arranca la jornada a las 7 de la mañana y habla «mil veces por telefóno» con el presidente: «La confianza con él es total».
Iván Redondo, el director del gabinete del presidente del Gobierno, ha añadido esta semana a su larga lista de obligaciones en Moncloa una nueva: la de coordinar la estrategia electoral del PSOE junto al secretario de Organización, José Luis Ábalos. Responde esta maniobra a una decisión personal de Pedro Sánchez que supone, de facto, la entrada de Redondo en Ferraz pese a no disponer de carné del partido. Y ésta no es una circunstancia menor teniendo en cuenta que presume en su trayectoria de haber asesorado a políticos del Partido Popular como Xavier García Albiol y José Antonio Monago. Precisamente, la estrategia que Redondo fue capaz de articular para el PP de Extremadura hizo posible que el PSOE perdiera por primera vez uno de sus feudos históricos en 2011. Este pasado incomoda en algunos sectores del socialismo, especialmente el extremeño y entre aquellos más proclives a que la hoja de ruta electoral sea elaborada exclusivamente por gente de la casa. Se da, sin embargo, la circunstancia de que en el PSOE son numerosos los casos de personas que recibieron un encargo similar al de Redondo sin ser afiliados. Está el ejemplo de José Enrique Serrano –jefe de gabinete con González y Zapatero– que formó parte de los comités electorales del PSOE antes de afiliarse, así como María Teresa Fernández de la Vega, Angélica Rubio –directora general con Zapatero– o Miguel Sebastián.
Los reparos iniciales a este movimiento, insisten desde Ferraz, no pasarán a mayores toda vez que en el partido se ha asumido que Redondo, hoy por hoy, es la mano derecha del presidente. «La confianza con el presidente es total», aseguran quienes los conocen bien. Si no están reunidos, Sánchez y Redondo hablan miles de veces por teléfono. Una sintonía que se ha ido consolidando desde que Redondo fue fichado por Sánchez tras las segundas primarias que llevaron a éste la secretaría general y cuya plasmación más evidente se ha podido ver en la coordinación que ambos han mantenido en las sucesivas crisis que ha tenido que afrontar el Ejecutivo. A ello se añade que fue Redondo el urdidor de la moción de censura que acabó desalojando a Rajoy de La Moncloa, mediante la confección de un discurso que pudiera ser aceptado por todos los posibles socios, incluido el PNV.
Su nueva responsabilidad no hará mella en quien se define como un adicto al trabajo. Una jornada normal de Redondo arranca a las 7 de la mañana cuando despacha los principales asuntos con sus colaboradores en un bar cercano a su casa tomándose un café con leche y un pincho de tortilla. En su camino a Moncloa, acostumbra a escuchar Onda Cero, el programa de Carlos Alsina. Lo hace porque, según afirma, «quiero saber por dónde me van a dar». Intenta al acabar sus jornadas maratonianas y llegar a casa sacar a pasear a su perro Currillo.
A todo esto se une otra consideración que ponen sobre la mesa algunos dirigentes del partido, que insisten en que la incorporación del jefe de gabinete de Moncloa al comité electoral se produce en un contexto en el que no es en absoluto descartable la convocatoria de unas nuevas elecciones generales. O dicho de otro modo: este fichaje sí sería percibido como algo extraño si no se estuviese valorando un anticipo electoral. Sin embargo, este análisis choca con los planes que Sánchez tenía esbozados desde hace meses, justo cuando se empezó a fraguar el comité electoral para las autonómicas, municipales y europeas, y que ya contemplaban la incorporación de Redondo. El núcleo duro de este órgano lo integran Santos Cerdán, Paco Salazar y el propio Redondo, bajo la dirección de Ábalos. También con éste último, Redondo mantiene una relación intensa, igual que sucede con Adriana Lastra.
En algunos feudos clave para los comicios de 2019, especialmente en los que aún no se ha designado el candidato, la entrada de Redondo en el entramado electoral del PSOE sí ha sido visto como un elemento que podría alterar el rumbo de los acontecimientos. Es el caso de Madrid. Con Ángel Gabilondo ya confirmado como aspirante a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, la duda estriba en saber quién se medirá a Carmena por la Alcaldía. Y aquí comienzan las dudas. «Es positivo que defina la estrategia, pero no creo que Redondo deba asesorar sobre nombres, candidatos o listas». Este temor es, según fuentes próximas al comité electoral, infundado: «Redondo no impone nombres, los sugiere. Las decisiones las toma el partido».
Para Eduardo G. Vega, profesor del Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político de la Universidad Camilo José Cela, la figura del “consultor externo” al partido, el que representa precisamente Redondo, es positiva al no estar contaminado por las rutinas de las formación y por suponer un “soplo de aire fresco” a la hora de confeccionar la estrategia. A su juicio, existe otro debate en torno al papel que debe jugar este asesor y el riesgo de que finalmente acabe convertido en una figura más famosa que el propio político. En este sentido, este experto en comunicación recomienda “un perfil bajo” y evitar darle todo el protagonismo ante el ruido que su irrupción puede provocar en el seno de un partido político. Respecto al hecho de que Redondo compatibilice la dirección del gabinete del presidente del Gobierno con la coordinación de la estrategia electoral del PSOE, González Vega cree necesario “diferenciar” ambos roles, el enfocado al Gobierno del que concierne al partido: “Aunque estén conectados, son trabajos que requieren una dedicación exclusiva”. Un reparto de tareas que choca con la forma en la que el PSOE suele desde muchos años preparar las campañas: el secretario de organización la dirige y está acompañado en esta labor por otros cargos políticos y algunos estratégicos como el director de gabinete y el director de comunicación.
En estos primeros meses ha tenido que hacer frente a las crisis sobrevenidas ligadas a algunos de los ministros, los últimos los de Justicia y Ciencia. Su criterio para que el presidente Sánchez adoptara un perfil bajo alrededor de estas polémicas se impuso y ambos episodios, salvo nuevas revelaciones y a la espera de que comparezcan en el Congreso, parecen superados. A ello se une una larga lista de cometidos ordinarios en Moncloa: del asesoramiento en aquello que Sánchez necesite al conocimiento de los programas y planes de los distintos ministerios; la asistencia al presidente en materia de política económica y Seguridad Nacional; la organización de las actividades del jefe del Ejecutivo tanto en España como en sus viajes al extranjero; la coordinación de la Presidencia con el resto de poderes del Estado... Trabaja codo con codo con la vicepresidenta, asiste con ella cada miércoles a la reunión de subsecretarios y, además, tiene tiempo de interactuar con los periodistas.
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