Atentado en Barcelona
Los Mossos hacen frente a una Diada en nivel 4 reforzado
La concentración de mañana en Barcelona supone un reto para las fuerzas de seguridad
Terrorismo yihadista y la posibilidad de que el «terrorismo callejero» de los grupos radicales separatistas y antisistema quieran protagonizar la jornada. Dos retos complicados.
La seguridad de la Diada, que se celebra mañana en Barcelona y que, cuantificación de las cifras reales aparte, reúne una importante aglomeración de ciudadanos, constituye lo que los terroristas del Estado Islámico denominan «objetivos blandos», grandes concentraciones humanas en las que la detonación de una o varias bombas cargadas de metralla puede causar una auténtica masacre.
La seguridad de esta celebración corresponde a los Mossos d’Esquadra, con su máximo responsable, el mayor Trapero, al frente. Cuentan, como no podía ser de otra manera, con la colaboración de las demás Fuerzas de Seguridad del Estado que informarían de cualquier dato relevante sobre persona o personas que quieran atacar durante la Diada.
Objetivo permanente
Además, tiene lugar en un momento en el que España se encuentra en el nivel de alerta antiterrorista 4 reforzado, sobre un nivel de 5; y cuando, tras los recientes atentados de Barcelona y Cambrils, los datos que están en poder de las agencias internacionales de información indican que Cataluña, por las razones que sean, se ha convertido en objetivo preferente del Estado Islámico.
Los atentados del 17-A pusieron de manifiesto una serie de deficiencias, en especial a la hora de realizar el informe pericial sobre la explosión en el piso de Alcanar (Tarragona), que probablemente ya habrán sido subsanadas por los Mossos d’ Esquadra.
Al problema omnipresente del terrorismo, según fuentes consultadas por LA RAZÓN, se suma el del orden público. Los planes de los partidos separatistas encuentran cada día más problemas para llevar a cabo el referéndum del 1 de octubre, y no sólo de orden legal (que no son pocos) sino de carácter social y de ruptura de la imagen que pretendía dar de que toda Cataluña quería lo mismo.
Es éste segundo aspecto el que puede resultar más problemático en lo que mantenimiento del orden público se refiere. Hay ayuntamientos, por cierto los más importantes, e instituciones, que han negado su colaboración en lo que es a claramente un ilícito penal.
Grupos violentos
Dentro de los organizadores de la consulta está la CUP, cuyas juventudes, Arran, y organizaciones antisistema, que ya protagonizaron graves incidentes en el barrio de Gracia en mayo del año pasado, podrían, según las citadas fuentes, exteriorizar su malestar por lo que está ocurriendo.
Estos hechos ocurren con frecuencia, y la Ciudad Condal tiene una triste experiencia de ello, al final de las manifestaciones, cuando supuestos «incontrolados» se dedican a romper mobiliario urbano, lanzar objetos contra las fuerzas del orden y todo tipo de desmanes. Terrorismo callejero puro y duro.
La campaña de Arran contra el turismo, el intento de tomar una sede del PP o el fracasado escrache ante un cuartel de la Guardia Civil, han sido «tímidos» ensayos de lo que puede ocurrir, sobre todo cuando los separatistas más extremistas interiorizan que sus planes secesionistas se van a pique por momentos. La respuesta: la violencia más extrema posible.
Las fuentes consultadas dan por supuesto que los Mossos tendrán ya preparada la respuesta ante estos posibles desmanes y que sabrán mantener el orden público en todo momento.
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