Francisco Velasco
Manuel Marchena o cuando un watshapp cambia el destino
Noche del sábado 17 de noviembre de 2018. El entonces portavoz del Partido Popular en el Senado, Ignacio Cosidó, difundía un washapp al grupo de compañeros de la Cámara Alta. En ese mensaje, se congratulaba del acuerdo entre populares y socialistas para la renovación del Consejo General del Poder Judicial que situaba a Manuel Marchena al frente del mismo y del Tribunal Supremo. Un WasthApp que iba a cambiar radicalmente su presente y futuro más inmediato. En cuestión de horas pasó de ocupar la más alta responsabilidad del Supremo a presidir el juicio más trascendental que ha tenido la Justicia española desde el relativo al 23-F, para el que ya incluso se había dado el nombre de su sustituto, su compañero Andrés Martínez Arrieta.
Sin embargo, la “afortunada” frase de Cosidó relativa a que el nombramiento de Marchena para presidir el Supremo supondría “controlar desde atrás” la Sala Penal, hizo que diese un portazo en toda regla que desembocó en que el Consejo siga a día de hoy sin renovar y que presidiese el juicio y pase a la historia como el ponente de una sentencia que estudiarán y servirá de referencia a juristas del presente y del futuro. Por ello, no son pocos los que le dan las “gracias” a Cosidó por el tan famoso washapp y quienes abogan porque sea el próximo presidente del Supremo
De trato más que cordial, afable y con un fino sentido del humor, de aquellos de los que dicen que ganan en las distancias cortas, sus resoluciones reflejan una pluma más que afilada, donde no deja nada al albur y llama a las cosas por su nombre. Su ironía salió a relucir en no pocas ocasiones durante durante los cuatro meses de juicio, pero también la “disciplinar militar” que ha vivido y que, cuando es necesario, saca a relucir, y buena prueba de ello pueden acreditarlo algunos testigos, defensores y hasta los fiscales. Todos por igual. Como el dicho, mano de seda y guante de hierro.
Desde que pronunciara el “visto para sentencia” apenas ha tenido tiempo para otras cosas que no tengan relación con la sentencia. En verano apenas pudo disfrutar de unos días de vacaciones en una isla canaria junto a su familia, porque casi de inmediato regresó a Madrid para continuar marcando las líneas gruesas de la decisión. En su trabajo, eso sí, no pocas veces sonaba de fondo algunas de sus piezas favoritas de música clásica. No en vano, es un reputado melómano con una variadísima colección de ese tipo de música.
La que ha tenido que dejar un poco de lado es otra de sus grandes aficiones, la fotografía. Allá donde va, siempre inmortaliza algunos rincones del pueblo, sierra o playa que visita o el propio Tribunal Supremo, y siempre con su móvil.
Si algo caracteriza a Manuel Marchena, aparte de esa “finura jurídica” en la que coinciden todos quienes le conocen en ese ámbito, es su capacidad de unir puntos de vistas que en un principio parecían muy alejados, y es que, como dicen algunos que le conocen bien, «tiene un especial don para lograr el consenso». Sabe tirar y aflojar, y no le cuesta ceder en su postura, siempre que no sea algo esencial, para lograr la mayor unanimidad posible. La sentencia por el enjuiciamiento de unos hechos que motivaron incluso la aparición pública del Rey Felipe VI para hacer un llamamiento al mantenimiento del orden constitucional, que lleva su sello marcado, es un buen ejemplo de templanza y dirección del debate interno entre los siete magistrados. En esas deliberaciones se constató, como por otro lado parece obvio, que no todos tenían la misma y exacta valoración en cada uno de los puntos analizados; y fue ahí donde salió a relucir sea habilidad del presidente para aglutinar y lograr que una resolución con esta trascendencia sea unánime.
Demostró que no le importan los cargos, lo que en este país es más que raro; que su independencia como magistrado, en hechos pero también en gestos, es lo que marca su vida profesional, en un prestigio ganado día a día desde que llegó hace ya no pocos años a la Secretaría General Técnica de la Fiscalía General del Estado. Si a Eligio Hernández se le puede cuestionar por algunas de sus actuaciones, hay que agradecerle que reclutase a Marchena. Ese fue su trampolín y gracias a ello la Justicia cuenta con un magistrado referente. Lo que cambia un washapp.
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