Gobierno de España
Más libertad que en Francia y en EEUU
Informes internacionales sitúan a España en el puesto 19 mundial de «democracias plenas», mientras que Bélgica –refugio de Puigdemont– es considerada una «democracia defectuosa»
Informes internacionales sitúan a España en el puesto 19 mundial de «democracias plenas», mientras que Bélgica –refugio de Puigdemont– es considerada una «democracia defectuosa».
Casos como la confirmación de la sentencia por enaltecimiento del terrorismo al rapero mallorquín José Miguel Arenas o la retirada de una obra en la última edición de ARCO en la que se definía como «presos políticos» a Junqueras y los «Jordis» han sido utilizadas por sectores de la izquierda y por la maquinaria de comunicación del independentismo para proyectar –tanto dentro como fuera de nuestras fronteras– una imagen de España como país en el que las libertades civiles y políticas no se respetan como deberían y en el que determinado tipo de opiniones son perseguidas por los «aparatos de represión» del Estado. Más allá del oportunismo demostrado a la hora de sacar rédito político de esas polémicas parece legítimo preguntarse que nota saca nuestro país cuando su nivel de desarrollo democrático es estudiado en base a parámetros objetivos, especialmente si esos estudios se realizan en el extranjero, es decir, en un ambiente en principio libre de los prejuicios y rencillas de nuestro día a día político.
El informe internacional más prestigioso sobre el estado de las libertades públicas es el «Democracy Index» realizado todos los años por la unidad de investigación de «The Economist». Y lo cierto es se trata de un informe bastante exigente ya que de los 167 países investigados solo 19 son consideradas «democracias completas», es decir, «naciones donde las libertades civiles y políticas no son sólo respetadas sino defendidas por una cultura política volcada en el desarrollo de los principios democráticos». España aparece incluida entre estas 19 «democracias plenas» en un concienzudo estudio que fija su atención principalmente en el sistema electoral, el pluralismo político, los sistemas de control al gobierno, la participación política, la cultura política y el estado general de las libertades civiles. Prueba del nivel de exigencia que mantienen los autores del estudio es que países como Francia, Estados Unidos, Italia, Japón e Israel, no pasan el corte y son consideradas «democracias defectuosas», es decir, naciones con sistemas electorales justos en el que las libertades civiles son respetadas aunque hayan problemas puntuales «por ejemplo cortapisas a la libertad de expresión». Nuestro país ocupa el puesto 19 mundial, tan solo unas décimas por debajo de Alemania y Reino Unido. Como dato significativo puede señalarse que Bélgica, el país escogido por Puigdemont para eludir los tribunales españoles, aparece en el puesto 32 como «democracia defectuosa».
Carmen González Enríquez, investigadora principal del Real Instituto Elcano y directora del observatorio de la imagen de España nos informa de que nuestro país puntúa muy alto no sólo en estudios internacionales realizados por expertos sino también cuando se pregunta mediante encuestas a gente de la calle elegida al azar en otros países. «En términos de democracia tenemos una imagen muy positiva no solo por la Transición, considerada como modélica, sino por el trabajo realizado desde entonces», señala esta experta aludiendo al informe Country RepTrak 2017 del Reputation Institute. Nuestro país aparece en el puesto 13 en el apartado calidad democrática en un estudio en el que están incluidas las 55 principales economías del mundo. Una vez más aparecemos por encima de Bélgica, Italia, Estados Unidos, Francia y Alemania. Estas dos últimas aparecen respectivamente en los puestos 19 y 16. «Las imágenes de los países con tanta historia como España no se alteran con tanta facilidad por una noticia concreta: la gente sabe mucho sobre España y tiene muchos elementos de juicio. Estas noticias tienen un pequeño efecto que desaparece con el tiempo. Son elementos coyunturales sin fuerza suficiente para alterar la imagen del país», asegura.
A Albert Boadella no le sorprende esa atracción mutua que existe entre el independentismo y la izquierda a la hora de aprovechar estas polémicas. «El nacionalismo es un animal que actúa aprovechándolo todo para alimentarse. La base del independentismo siempre es la paranoia contra un enemigo inexistente. Buscan cualquier ocasión para adaptarla a sus intereses y estas polémicas las utilizan muy bien». Para el dramaturgo catalán –que pasó una temporada en la cárcel durante el franquismo– lo que ha sucedido con el rapero es algo que se vería completamente normal en un país que no tenga la lacra del nacionalismo y una izquierda tan irresponsable. «La gente se queja de que la gente vaya a la cárcel pero hay una ley que está hecha para proteger a las víctimas del terrorismo y hay que ser malnacido para vilipendiaras. Este no ha hecho una obra de arte sino apología al terrorismo canturreada. Yo me dedico a las artes y las tengo por algo muy importante pero esto no tiene nada que ver con el arte», afirma. Lo sucedido en ARCO es de una índole completamente distinta en su opinión. «Arco es ante todo es un tema financiero, no artístico. La cuestión financiara la han visto peligrar y la han retirado. Y el autor ha tenido publicidad y la ha vendido y se le expone en los museos nacionalistas. No puede quejarse».
A lo largo de su carrera diplomática, Inocencio Arias ha tenido ocasión de comparar nuestro régimen de libertades con los de otras democracias de nuestro entorno. El caso del rapero es el caso de «alguien que ha animado a matar y eso en todos países civilizados está perseguido por la Ley. No hay agravios comparativos con ningún país de todos en los que he vivido».
El sociólogo Amando de Miguel explica la polémica en términos análogos y llama la atención sobre la contradicción en la que cae el nacionalismo con un ejemplo: «Si hubiera un partido en Francia que quisiera el retorno de la monarquía sería perseguido inmediatamente. Allí serían excluidos, aquí no. ¿Como pueden quejarse de falta de libertad si son partidos republicanos en una monarquía. No se pueden quejar». Significativamente, su análisis de la polémica con ARCO es parejo al de Boadella: «Es una maniobra propagandística para vender. Ese tipo de arte no es arte, es especulación. No se puede decir pero lo cierto es el emperador está desnudo». «En España la libertad de expresión es onmímoda». De Miguel llama la atención sobre el hecho de que no sólo se pueden defender opiniones contrarias a la Constitución sino que incluso se pueden utilizar instituciones del Estado y el dinero de las arcas públicas para promocionar ideas contrarias a la Carta Magna. «Somos tan tolerantes que en las Cortes hay un partido que se llama Esquerra Republicana y lo pagamos sus privilegios todos con nuestro dinero y sus privilegios. Es una tomadura de pelo». Y no es aventurado pensar que cada vez son más los que, junto a este prestigioso sociólogo, piensan que el emperador está también desnudo en este punto.
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