El desafío independentista

Mas presionó a la patronal catalana para intentar que relegaran a la vicepresidenta

La Razón
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La Generalitat llegó el pasado jueves a presionar a la patronal catalana para que se saltaran la ley básica de protocolo y relegaran a la presidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, para privilegiar a Artur Mas en el acto de entrega de medallas de honor que celebraban, y en el que Mas había confirmado su asistencia, según informaron fuentes de Fomento del Trabajo. Sáenz de Santamaría asume institucionalmente desde el jueves las funciones del presidente del Gobierno porque Mariano Rajoy está en Panamá, participando en la Cumbre Iberoamericana. Esta ausencia de Rajoy obligaba protocolariamente en ese acto a que ella tuviera el honor de presidir la clausura.

La ley no deja margen para la duda. En concreto, el Real Decreto 2099/1983, por el que se aprobó el ordenamiento general de precedencias en el Estado, que es el que establece cuándo y quién, a nivel de representación institucional, tiene prevalencia sobre otra autoridad de las diferentes administraciones. El presidente del Gobierno está por delante de los presidentes autonómicos, y, en su caso, quien ejerza de presidente en funciones.

Las presiones «protocolarias», pero que esconden, en el fondo, un nuevo desafío a la soberanía nacional, cayeron sobre la propia patronal, pero la Generalitat no se atrevió a dirigirse directamente a Moncloa porque sabía que la razón no estaba de su parte, y, posiblemente, porque contaba además, por adelantado, con el «no» a sus exigencias. Moncloa conoció oficialmente a media tarde que Mas dejaba su silla vacía.

La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que ayer presidió el Consejo de Ministros, evitó echar leña al enfrentamiento buscado por el presidente de la Generalitat. Su respuesta al desplante fue instar a Mas a que explique su ausencia en un acto en la «casa» de los empresarios, al que estaban invitados todos los gobiernos con competencias en Cataluña. Santamaría descargó toda la responsabilidad de este plante sobre Mas, con quien esquivó el cuerpo a cuerpo con el argumento de que tiene que ser él quien explique los motivos por los que decidió declinar su asistencia a última hora a una convocatoria en la que se le esperaba.

«El Gobierno tiene que estar en Cataluña. Era importante estar representado y conocer en este caso de primera mano las necesidades e inquietudes del empresariado catalán», defendió la vicepresidenta, que, pese a la insistencia, no valoró la ausencia del presidente de la Generalitat.

«Me invitaron y estoy muy agradecida. A mí, cuando me invitan a un acto y puedo ir, porque me lo permite mi agenda, voy. Las demás instancias tendrán que explicar por qué no fueron», insistió. Sáenz de Santamaría sí contestó al discurso victimista con el que desde la Generalitat han justificado la decisión de Mas de ausentarse de la cena de la patronal catalana. «No es necesaria ninguna delegación especial», dijo la vicepresidenta. «La ley es muy clara», añadió, como explicación de la negativa de Moncloa a ceder a la exigencia del presidente de la Generalitat de clausurar él la reunión.

Dentro del tono moderado que acostumbra, la vicepresidenta volvió a apelar a la sensatez y al respeto a la ley, desde la consideración de que la obligación de los responsables públicos es ayudar a que se solucionen los problemas de los ciudadanos y no agrandarlos. Respecto a la amenaza de declaración unilateral de independencia, que dejó en el Congreso el pasado miércoles el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, Santamaría fue taxativa: «Este Gobierno cumple y hace cumplir la Ley porque para eso fuimos elegidos y es nuestra obligación constitucional». Una vez más, Moncloa dejó un llamamiento al diálogo y a la colaboración institucional con la Generalitat catalana, dentro de la Ley y del principio de lealtad.