Ministerio de Justicia
Julián Sánchez Melgar, cien días al frente de la Fiscalía General del Estado
El actual fiscal general es, en palabras de otro de los fiscales consultados, «un hombre de pocas palabras, de silencios, pero de hechos grandes y de ideales muy importantes»
El jueves 22 se cumplirán los primeros 100 días de Julián Sánchez Melgar como fiscal general del Estado, después de que José Manuel Maza falleciese de forma inesperada cuando se encontraba de visita oficial a Argentina. Melgar llegó a la cúspide del Ministerio Público «sorpresivamente» y, de hecho, no era el candidato en el que Gobierno, o mejor dicho, algunos miembros del Ejecutivo, habían pensado inicialmente: José Ramón Gómez Navarro, pero una «indiscreción» de un dirigente canario –como el presidente de la Audiencia– en un desayuno informativo frustró ese nombramiento. De un fiscal que se prodigaba en apariciones públicas y en explicar personalmente las decisiones relevantes se ha pasado a otro que prefiere «el despacho» y estar menos expuesto mediáticamente, aunque, eso sí, tiene como una de sus máximas «no hacer nada que no se pueda explicar».
Quienes le conocen de primera mano o han tenido un trato muy directo en lo profesional coinciden en que ambos tienen dos puntos coincidentes: dos grandes juristas, con una gran solidez, tanto por sus conocimientos como por su experiencia en la Sala II y su larga trayectoria profesional; y que tanto Maza al frente de la Fiscalía como Melgar desde hace casi tres meses han demostrado que son «buenos custodios de la Ley». «Ni uno ni otro han sido dubitativos porque conocen la Ley, son personas con criterio y estaban rodeados de un equipo muy bueno». De hecho, y en relación con el «procés» adoptaron «decisiones nunca fáciles, pero que terminan siéndolas».
Es decir, a ninguno de los dos les tembló el pulso a la hora de atajar de raíz cualquier intento de saltarse la Ley a la torera. Así, Maza dio luz verde a que la Fiscalía del TSJ de Cataluña presentara, a finales de septiembre del pasado año, una querella contra los cinco miembros de la Mesa del Parlamento autonómico, encabezados por su presidenta, Carme Forcadell, que permitieron con sus votos favorables que se admitiera a trámite la ley del referéndum ilegal de autodeterminación del 1 de octubre; o como dato muy significativo, la querella que se presentó en octubre en la Audiencia Nacional por rebelión, sedición y malversación de fondos, entre otros delitos, contra el ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont, sus 13 ex consejeros y contra la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y otros cinco miembros de la Mesa. Maza consideró que todos ellos alentaron un «movimiento de insurrección activa entre la población» para la secesión de Cataluña.
Por su parte, Sánchez Melgar fue uno de los integrantes de la Sala II del Supremo que admitió a trámite la querella que presentó Maza contra el «procés»; y como fiscal general advirtió el pasado enero a Puigdemont de que la inmunidad parlamentaria no le exime de ser encarcelado en virtud a la orden española de detención e ingreso en prisión cursada contra él por el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena, o cuando hace apenas una semana avisó de que si el Parlament votaba la enmienda de la CUP para ratificar la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) incurriría en graves responsabilidades y no dudaría en ejercer las acciones pertinentes para no permitirlo.
Sin embargo, un aspecto notable les diferencia. En concreto, José Manuel Maza tenía como eje central de su programa el llevar a cabo el «trasvase» para que los fiscales asumiesen la instrucción e investigación de las causas. Ése era su gran objetivo. Su deseo era dejar el cargo viendo cómo se hacía realidad ese deseo de gran parte de la carrera.
En cambio, Sánchez Melgar no tiene como prioridad relevante ese punto, sino que está centrado «en mejorar todo lo que afecte a la situación de la carrera, de sus integrantes y conseguir una carrera lo más independiente posible para cuando llegue el momento de que se asuma la instrucción; pero no es lo prioritario, como sí lo era para el fallecido Maza», coincidieron distintos fiscales.
Horas de despacho
Otra notable diferencia radica en lo que afecta al carácter de uno y otro. Así, el fallecido Maza era «la alegría personificada, tenía una alegría muy contagiosa. Sabía transmitir mucha confianza, tenía enorme seguridad en sí mismo y hacía que todos a su alrededor se sintieran cómodos y seguros». En cambio, Sánchez Melgar tiene un carácter «más reservado, no tiene esa alegría y vitalidad contagiosa, pero no es nada seco ni agrio, y pese a lo que pueda aparentar tiene mucho sentido del humor. Si Maza era la alegría personificada, Melgar es la humildad y la generosidad».
El actual fiscal general es, en palabras de otro de los fiscales consultados, «un hombre de pocas palabras, de silencios, pero de hechos grandes y de ideales muy importantes». El resumen que realizaba de Sánchez Melgar es que se trata de un jurista, un fiscal general, al que «le gustan las cosas bien hechas. Es una persona muy seria profesionalmente y tiene una actitud humana tremenda y un sentido de la humildad extraordinario; muy generoso con su tiempo y siempre disponible para la carrera», y con una obsesión: «Todo lo que hace se tiene que poder explicar».
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