Terrorismo

Memoria de 50 años de terror: películas que cuentan la verdad sangrienta de ETA

El Instituto de Seguridad y Cultura organiza unas jornadas para «divulgar la realidad de la violencia y reivindicar a las víctimas».

Fotograma de la película "El lobo"
Fotograma de la película "El lobo"larazon

El Instituto de Seguridad y Cultura organiza unas jornadas para «divulgar la realidad de la violencia y reivindicar a las víctimas».

El año 1980 fue el más sangriento de la ya de por sí sangrienta historia de ETA. Ese año, la banda terrorista acabó con la vida de 98 personas, dejó heridas a más de 430 y secuestró a 22 ciudadanos. Entre el 5 de enero y el 11 de diciembre, los terroristas asesinaron a guardias civiles, policías, militares, políticos, empresarios, civiles... y entre todos ellos, un niño de 13 años. Un negro año que el director de cine Iñaki Arteta plasmó en el documental «1980: España bajo el terror de ETA». En él, no sólo abordó la actividad asesina de los terroristas, sino también el silencio impuesto por la sociedad vasca y el aislamiento sufrido por las víctimas. Una cinta que sirvió –y sirve– para dar voz y no olvidar una parte de la historia que muchos quieren blanquear. Por ello ha sido elegida por el Instituto de Seguridad y Cultura para abrir, el próximo día 30, un ciclo de cine en el que el terrorismo etarra es el protagonista de una forma u otra.

Y es que aunque han pasado ya poco más de 10 años del último atentado de ETA en España, casi una década del que es también su último asesinato en Francia y casi ocho años desde que la banda terrorista anunciara el fin de su actividad armada, son muchos los que aún quieren reescribir la historia tras más de 850 muertos a sus espaldas. Por este motivo, el Instituto ha organizado este evento que, bajo el título «El terrorismo de ETA en la gran pantalla», busca dar a conocer esta realidad no sólo a través de las películas, sino también del testimonio de personas que la vivieron. «Uno de los objetivos del Instituto es promover el debate de cómo la sociedad civil puede tener un papel activo en la prevención del extremismo violento. De ahí este ciclo de cine, que busca llegar a un público que normalmente no se sentiría atraído por otro tipo de actos en los que se aborda el fenómeno del terrorismo y, en cambio, aquí puede encontrar un espacio cómodo para debatir». Así explica el por qué de este ciclo Alfonso Mateos, coordinador del Instituto, quien añade que uno de los objetivo es el de «divulgar la realidad del terrorismo de ETA utilizando películas y documentales». En concreto, además de «1980», también se proyectarán «El Lobo», de Miguel Courtois, y «Todos estamos invitados», de Manuel Gutiérrez. La primera cinta podrá verse el lunes en el Auditorio Mutua Madrileña de Madrid, mientras que las dos restantes los días 14 y 28 de octubre. Un ciclo que inaugurará en su primera jornada el consejero de Justicia, Interior y Víctimas de la Comunidad de Madrid, Enrique López.

En esta tarea de «divulgación» no se olvidan de «reivindicar el papel de las víctimas y de la reacción de la sociedad civil frente a la violencia ejercida durante tantos años por ETA». De ahí que entre los participantes del acto se encuentren «testigos, unos, y protagonistas, otros, de esa sociedad civil y su reacción», destaca Mateos. Unos testigos que participarán en un coloquio posterior a las películas y que son José María Múgica, hijo de Fernando Múgica, político asesinado por ETA; el director de cine Iñaki Arteta; los periodistas Fernando Lázaro o Antonio Rubio y los políticos Nicolás Redondo y José Eugenio Aspiroz.

LA RAZÓN ha hablado con Arteta y Múgica, quienes debatirán en la jornada inaugural tras la proyección de «1980», documental que dirigió el primero de ellos. Tal y como cuenta el director de cine, con esta producción «quisimos explicar cómo era posible que en una democracia como la nuestra fuera realidad un ataque tan agresivo contra la sociedad por medio del terrorismo ultranacionalista. Tratamos de mostrar las actitudes que se tomaron respecto al terrorismo en esa época, respecto a las víctimas», apunta.

Arteta, quien lleva años denunciando el terrorismo de ETA a través de su obra, tiene claro que «los episodios importantes del país hay que tenerlos siempre a mano y éste, en concreto, ha atravesado toda la democracia». Eso sí, considera que «quizás no hemos aprendido de lo que hemos vivido en esa época terrorista tan salvaje». Por ello cree que actividades como este ciclo de cine ayudan a concienciar y a que la sociedad entienda lo que ocurrió en España cuando se asesinaba sin piedad a personas inocentes. «Tiene que estar presente en nuestro día a día, también por una cuestión de nuestra memoria de país y de las víctimas, porque los nacionalistas, ultranacionalistas y etarras implicados en los años negros siguen entre nosotros». Y añade: «Debemos tirar del pasado en el presente para tener un criterio y saber reaccionar cuando se conocen noticias como, por ejemplo, los homenajes a etarras».

José María Múgica, hijo del dirigente socialista Fernando Múgica, asesinado por ETA en 1996, tiene una opinión similar. Para él, «todo lo que sirva para divulgar la memoria es imprescindible. Hay que guardar la memoria de lo que fue aquél tiempo terrible del terrorismo». A Fernando, padre de José María, le mató ETA de un tiro en la nuca en San Sebastián, con él delante, tal y como actuaba la banda, sin miramientos: «Tenían esa voluntad de arrasar a sangre y fuego», afirma mientras recuerda que lo hacían «al servicio de un proyecto de destrucción, totalitario y criminal».

Es por este motivo por el que tiene claro que hay que contar la historia tal y como fue, sin intentar blanquearla, «como hacen ellos mismos y sus herederos». «Hablamos de una historia siniestra que perduró 50 años y hay un interés evidente en blanquear esa historia». Y añade: «Pasar página es otra forma de blanqueo y esto es peligrosísimo, porque es el blanqueo de la desmemoria».

Así que para Múgica, la clave está en «hacer frente a quien quiere blanquear u obtener el blanqueo a través de la desmemoria». Pero, ¿cómo? Por un lado, «tenemos que hacerlo en el plano de la acción de la Ley. Las conductas delictivas no pueden quedar impunes». Pero también se refiere a «un combate que no sólo es el de la memoria o la justicia, sino el de las ideas, que es lo que perdura». Por ello, afirma tajante que esas «ideas de destrucción tienen que ser derrotadas y es un objetivo que nos tiene que unir a todos. No podemos pensar que la acción terrorista terminó y con ello todo. Esas ideas de odio subsisten y deben ser derrotadas».

Con el documental de Arteta dará comienzo un ciclo que el Instituto quiere que recorra España. «La intención es convertirlo en itinerante. Queremos que Madrid sea la primera etapa de una gira que nos permita llevar el ciclo a distintas ciudades», señala Mateos, quien destaca que se muestran «convencidos de que despertará mucho interés allá donde vaya». Y aunque de momento comenzarán con estas tres cintas, la idea es ir ampliando el catálogo en las distintas ediciones que se irán celebrando, dependiendo «de los apoyos que logremos».

Eso sí, la elección de las tres primeras películas, aunque «complicada», tiene un motivo que en cierto modo marcan los protagonistas. Con «1980», el año de mayor actividad asesina de la banda, «se da voz a las víctimas, a su sufrimiento y al silencio impuesto durante tantos años», explica Mateos. Mientras, con «Lobo», basada en hechos reales, se aborda la labor y capacidad de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, capaces de infiltrarse en el seno de la organización terrorista. Por último, con «Todos estamos invitados» se entra de lleno en la ficción, pero retratando «una historia con la que mucha gente en el País Vasco podrá sentirse identificada, la de aquellos que, por no callar ni asumir los silencios impuestos por la banda, sufrieron en primera persona el ahogamiento social y la marginación que, en muchos casos, fue un paso previo al atentado».