Gobierno de España

Moncloa valida los votos de Otegi: "Todos nos merecen el mismo respeto"

Moncloa mantiene que «no negociarán» con los abertzales, pero no renuncia a sus votos porque «no podemos impedir que se abstengan». Otegi se reúne hoy con ERC para estudiar una estrategia conjunta en la investidura.

El Congreso de los Diputados en pie durante el homenaje a las víctimas del terrorismo que se celebra cada mes de junio desde hace nueve años. Foto: Alberto R. Roldán
El Congreso de los Diputados en pie durante el homenaje a las víctimas del terrorismo que se celebra cada mes de junio desde hace nueve años. Foto: Alberto R. Roldánlarazon

Moncloa mantiene que «no negociarán» con los abertzales, pero no renuncia a sus votos porque «no podemos impedir que se abstengan». Otegi se reúne hoy con ERC para estudiar una estrategia conjunta en la investidura.

Pedro Sánchez llegó a La Moncloa hace más de un año con el apoyo de 180 diputados, entre los que se encontraban los independentistas vascos y catalanes. Entonces, los socialistas vendieron estos apoyos como un veto a Mariano Rajoy en la moción de censura, en lugar de como un aval a Pedro Sánchez. Sin embargo, el presidente en funciones se encamina hacia una investidura en la que podría volver a contar de nuevo con unos votos que, en otro tiempo calificó de «espurios» o rechazó abiertamente, y que ahora le servirían para mantenerse en el poder. No hace falta retrotraerse en exceso en la hemeroteca para escuchar a altos cargos socialistas negando cualquier apoyo que proviniese de la esfera abertzale. Sin embargo, el Gobierno de Navarra en vilo y el de España en una situación muy similar han obligado a resetear estrategias y recurrir al pragmatismo.

«Los 350 diputados nos deben merecer el mismo respeto y consideración». Esto supone que, aunque no se busquen, Sánchez admite los votos de Bildu en una eventual investidura. Un escenario que cobra sentido, si nos atenemos a la entrevista de Arnaldo Otegi el pasado miércoles en el Canal 24 horas. «Vamos a intentar llegar a un acuerdo con ERC. No vamos a permitir el acceso de la extrema derecha. Nuestra posición es: no bloqueo, no cheques en blanco», señaló, en claro alineamiento con las palabras de Gabriel Rufián, tras reunirse el pasado 13 de junio con Adriana Lastra en el Congreso. La unidad de acción entre Bildu y ERC es tal que mantienen un acuerdo de colaboración que les ha llevado a formar grupo propio en el Senado, convirtiéndose en el tercero más numeroso después del PSOE y el PP, y que hoy les llevará a reunirse en Barcelona. La cita, en la que se encontrarán Otegi con Rufián o el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés, tendrá como objetivo «seguir avanzando en los espacios de coordinación y trabajo conjunto» de ambas formaciones.

Con la calculadora en la mano y antes de la negativa de Podemos a avanzar en la «cooperación» con Sánchez para la investidura y la gobernabilidad, al PSOE le bastaba con la abstención de los 15 diputados de ERC para que sus 173 síes se impusieran al bloque del «no» –capitaneado por PP, Ciudadanos y Vox– en segunda votación. En Ferraz comenzaron a cambiar el discurso y a asegurar que «una abstención no es un apoyo» para sortear el yugo de depender de nuevo de los soberanistas. Este discurso se ha extendido de los catalanes a los vascos, ahora que los votos de ERC y Bildu podrían ir en un mismo paquete. Fuentes gubernamentales mantienen que «no se ha negociado nada con ellos», ya que el PSOE vetó a Vox y a los abertzales en los contactos que mantuvo con el resto de formaciones con representación parlamentaria hace dos semanas en el Congreso. En este punto, aseguran que «si quieren abstenerse, no podemos hacer nada». Una aseveración que, a renglón seguido puntualizan, dejando constancia de que Bildu «no condicionará» ni el discurso ni la acción del futuro gobierno.

En este punto cabe reseñar que la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, ya aseguró hace una semana en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que los votos de Bildu «eran legales», en clara alusión a que si se les había permitido concurrir a las elecciones con garantías, los escaños resultantes de las urnas computan exactamente igual que los de cualquier otro partido. No obstante, hace menos de un mes, el secretario de Organización y ministro de Fomento en funciones, José Luis Ábalos, aseguraba que Vox era tan inconstitucional como Bildu, porque ambos no respetan el «espíritu» de consenso de la Constitución ni el modelo territorial que está plasmado en la Carta Magna.

Estos reparos han parecido desaparecer de las altas instancias del partido y del gobierno porque no se vetan los apoyos que puedan garantizar las investiduras tanto de Sánchez como de María Chivite en Navarra. No obstante, el presidente del Gobierno podría no buscar ni siquiera estos votos de cara a la investidura fallida que previsiblemente tendrá lugar en los próximos días, ya que de no contar con el apoyo de su «socio prioritario», Unidas Podemos, no tendría sentido alguno quedar retratado junto a ERC y a Bildu. Más si cabe cuando el objetivo de Moncloa es que la eventual votación fallida sirva para visibilizar el alineamiento de Pablo Iglesias, votando con las derechas de PP y Ciudadanos y oponiéndose a un presidente progresista, como ya hiciera en 2016.

A todo esto, se suma que los políticos presos del «procés» han pedido desde la cárcel a su partido que facilite la abstención de Sánchez con una abstención. Su situación de prisión provisional y el hecho de no haber renunciado a su escaño, les sitúa en un limbo, que convierte su ausencia en el hemiciclo en una abstención. En caso de que Junts per Catalunya decidiera aceptar el mandato de sus líderes en prisión y los siete diputados de esta formación se abstuvieran, Sánchez ya no necesitaría de ERC ni de Bildu. Sin embargo, ni JxCAT parece proclive a este giro ni en Moncloa se fían de los designios que marque Puigdemont.