23-J

Movilización y avalancha de peticiones de voto por correo: «Si hace falta, anulo mi viaje»

Las oficinas de Correos registran un gran ajetreo tras la convocatoria electoral

Voto por correo @Gonzalo Pérez
Voto por correoGONZALO PEREZ MATAFotógrafos

Con datos de 1 de abril, el censo electoral está formado por 35.002.219 de personas. Y, hasta ahora, el récord del voto por correo registrado en España se produjo en las elecciones de junio de 2016, cuando más de 1,4 millones usaron esa modalidad (más de un 4% del censo). Todo apunta a que esa cifra récord será rebasada por las elecciones del 23 de julio (se estima que puede llegar a los dos millones) porque las fechas son muy similares y, sobre todo, porque es un periodo estrictamente vacacional.

De hecho, hay un dato muy significativo: julio es, junto a agosto, el mes que más se viaja, según los datos de AENA. Tanto en 2019 (prepandemia) como en 2022, se registraron el mismo número de pasajeros en ambos meses (cabe decir que aquí entran todo tipo de nacionalidades): 29 y 27 millones, respectivamente, datos que quedan prácticamente rebajados a la mitad en enero. Yendo más al detalle con la encuesta que realiza mensualmente la secretaría de Estado de Turismo, los españoles registraron 19,2 millones viajes en julio de 2022, muchos desplazamientos si se comparan con meses como enero, que no alcanzan los 14 millones.

Esas cifras dan buena cuenta de cómo puede quedar alterada la cita con las urnas por la elección de la fecha que ha hecho Sánchez. Sin embargo, muchos españoles no parecen dispuestos a quedar indiferentes y permitir que las fechas condicionen su ejercicio del derecho a voto, a tenor de lo visto durante los últimos días en las oficinas de Correos, donde se ve un importante ajetreo de gente para tramitar su voto.

Desde el 30 de mayo (hasta el 13 de julio) se puede solicitar el voto por correo tanto en las oficinas como por internet. Para solicitarlo, es necesario mostrar un documento oficial identificativo (DNI, pasaporte o carné de conducir) y, a veces, armarse de paciencia ante la avalancha de solicitudes, que está generando grandes colas en las oficinas. Luego, hay que volver en una segunda ocasión para entregar el voto (entre el 3 y el 19 de julio).

Todo parece muy cuesta arriba para que el 23-J haya una gran participación. Sin embargo, el hartazgo de muchos parece ser el principal motor que los mueve a ir a votar pese a todas las dificultades que se cruzan en su camino. «Si hace falta, anulo mi viaje a Alemania», señala una mujer de en torno a 60 años, que tiene ya reservado los vuelos. Ha iniciado ya el trámite para votar por Correos, aunque se muestra dispuesta a todo y si hace falta, también a cambiar los planes de su viaje a Alemania.

«Con tal de que se vaya Sánchez, lo que haga falta», clama otro señor, de unos 80 años y con ciertos problemas de movilidad. En su caso, acude a las oficinas de Correos acompañado de su mujer y ambos tienen previsto marcharse, como todos los veranos, a Málaga. «Se va a ir fastidiando a todos», añade su mujer, muy indignada con la fecha de las elecciones. «No quiero decir lo que pienso porque quedaría feo, pero me ha sentado fatal», exclama otra mujer a la salida de la sucursal.

Una mañana de paso por diferentes oficinas de Correos de Madrid permite detectar fácilmente que la mayoría que acude a votar lo hace expresando sus críticas a la maniobra electoral de Sánchez: no obstante, también hay gente menos expresiva, que evita pronunciarse sobre el tema, y gente que también apoya al actual presidente del Gobierno. «Feijoo convocó en julio en medio de la pandemia. La cosa es protestar. Si dejan las elecciones hasta diciembre, le acusarán a Sánchez de atrincherarse en la Moncloa», dicen dos jubilados, que también parecen olvidar que el líder del PP convocó esas elecciones en julio de forma consensuada con el resto de partidos políticos, mientras que Sánchez lo ha hecho de forma unilateral.

Pese a puntuales excepciones, entre los más mayores, cunde un evidente malestar por la fecha elegida por Sánchez, cosa que no ocurre entre los más jóvenes que también se acercan a votar, pero muestran más indiferencia. También es cierto que a lo largo de la mañana, en las oficinas de Correos, apenas se ve gente joven: más bien se ve personas de avanzada edad y muchas de ellas requieren de la ayuda de los empleados de la oficina para rellenar sus datos y tramitar el voto. «Esto está claramente hecho para que no votemos la gente mayor. No hace falta ser muy listo», señala otro hombre mayor, que se marcha a pasar el verano a Cullera. «Estos trámites aburren a cualquiera, incluso a los empleados de Correos», añade.

Para agilizar los trámites, los sindicatos exigieron más recursos al Gobierno y ya se ha activado la contratación de 5.500 empleados para reforzar la tramitación del voto por correo. Sin embargo, Elena Fernández, la portavoz de CSIF en Correos, sindicato mayoritario en las administraciones públicas, asegura que esos recursos extra no son suficientes y se precisan de 4.500 contrataciones más. «Nos ha cogido desprevenidos y no ha habido previsión», añade Fernández, quien pide recursos para poder dar un servicio de calidad a los ciudadanos.

En este sentido, hace hincapié en el servicio de calidad porque es consciente de que las colas y los problemas pueden acabar desincentivando a muchos de ir a votar. «La masificación va a perjudicar aún más al ciudadano y le va a desmotivar en el ejercicio de su derecho a votar. Además, genera un sobreesfuerzo en los compañeros de Correos», afirma, y advierte que ese sobreesfuerzo es tanto entre los empleados que están atendiendo al público en oficinas como a los que hacen el reparto. Cabe recordar que el procedimiento para votar por correo tiene tres pasos: el primero es solicitarlo a través de Internet o en oficinas; el segundo, es que Correos envía a casa las papeletas (tan solo se lo puede entregar en mano al destinatario, si no el destinatario tendrá que pasar por la oficina a recogerlo y ya puede aprovechar para votar directamente allí); y, el tercero, ir a Correos a depositar el sobre con la papeleta.

Ese tercer paso es el que más polémica ha arrastrado a raíz del escándalo del robo de votos en Melilla porque a la hora de depositar la papeleta no es necesario mostrar el DNI. La Junta Electoral Central se está planteando imponer ese requisito para estas elecciones generales y así añadir un elemento más de garantía.

Sánchez, al elegir la fecha del 23 de julio, busca forzar la desmovilización de la derecha, ya que la avalancha de votos al PP, que ha ganado casi dos millones con respecto a 2019, ha sido la principal causa de su derrota en las municipales. Los socialistas apenas han perdido 400.000 votos. Sin embargo, tampoco lo va a tener del todo fácil porque precisamente lo que parece movilizar a la derecha es el rechazo que él mismo genera y con la maniobra electoral puede alimentar todavía más las ganas de votar entre sus críticos.

En el PP también están apelando a la movilización y, durante los últimos días, se puede ver cómo se difunde información sobre cómo proceder al voto por correo para que esté al alcance de todos. El resultado está por ver: de momento, las últimas elecciones generales de noviembre de 2019 registraron la menor participación desde 1977, con un 66,2%. Visto el contexto, el 23-J puede batir dos récords: el número de votantes por correo y la tasa de abstención.