Navarra

Nueva estrategia proetarra: cercar cuarteles y comisarías

Detención de Urtza Alkorta, que estaba siendo «protegida» por un centenar de abertzales, el pasado mayo en Ondarroa
Detención de Urtza Alkorta, que estaba siendo «protegida» por un centenar de abertzales, el pasado mayo en Ondarroalarazon

Uno de los planes inmediatos de los grupos del entramado de ETA, que se agrupan en la llamada «izquierda abertzale», parte de la cual fue legalizada por el Tribunal Constitucional, es extender lo que llaman «muros populares» a las instalaciones policiales, militares o de otras instituciones (incluidos juzgados y edificios gubernamentales), según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto.

Se trata de un salto cualitativo dentro de la estrategia de desobediencia civil y actuaciones contra la legislación vigente, lo que supone un envalentonamiento de este sector que ha crecido, precisamente, desde la vuelta de los nacionalistas al poder y el consiguiente control de la Ertzaintza. La ocupación permanente de espacios públicos figura también entre los planes de los proetarras, con ocasión de fiestas populares u otros motivos. Además de seguir con la estrategia de evitar la detención de individuos para que cumplan las condenas que les ha impuesto la Justicia.

El plan ya está en marcha, según las citadas fuentes, y, para garantizar la eficacia de estos «muros», la «izquierda abertzale» ha creado una serie de grupos de trabajo a nivel de pueblo, barrio, centros educativos y de trabajo, y otros similares. Aunque el entramado de la banda dispone en la actualidad, gracias a su legalización, de bastante dinero, se pretende que la financiación la realicen, al menos en parte, los que van a participar en los «muros», con el fin de que su implicación sea la mayor posible. El objetivo es crear una tupida red que goce de una gran agilidad y capacidad de acción con el fin de que pueda ser movilizada en el menor tiempo posible.

De esta manera, lograrían que un elevado número de personas, absolutamente aleccionadas y convencidas sobre lo que tienen que hacer, se concentren en un lugar de manera casi sorpresiva.

Si las acciones contra instalaciones de las Fuerzas de Seguridad y de otras instituciones, aunque se vistan con el disfraz de «pacíficas», tienen un claro carácter delictivo, los proetarras van más allá y se proponen, según las citadas fuentes, crear una red de pisos y locales en los que esconder a los individuos buscados por la Policía y la Guardia Civil con el fin de que cumplan las condenas que les han impuesto los tribunales. Serán los jueces los que tendrán que calificar este tipo de actuaciones, que tratan de obstruir la acción de la Justicia y colaborar con individuos condenados en su mayoría por delitos terroristas.

Se trata de una práctica muy habitual en los años de mayor actividad de ETA, cuando los «comandos» disponían de numerosos pisos regentados por militantes «legales» (no fichados), en los que se escondían los pistoleros fichados entre atentado y atentado, o cuando entraban a España para una campaña de acciones criminales o se disponían a volver a Francia para «descansar».

Es un dato preocupante que, pese a producirse a este nivel, se vuelva a las malas costumbres del pasado.

Un ejemplo de esta estrategia se produjo a mediados del pasado mes de julio, cuando miembros de Segi (juventudes) en Navarra hicieron público que se iban a esconder (se supone que en «pisos francos») ante su inminente detención para que cumplieran las condenas impuestas. Los proetarras son conscientes de que si plantean su estrategia de cara, con toda su crudeza, van a ser muchos los que se van a asustar, ante la posibilidad más que real de ser detenidos.

Por ello, dentro del plan se incluye la presentación de esta estrategia de una manera «dulce», casi divertida, como si los hechos que se les proponen no tuvieran la gravedad que conllevan.

Una de las artimañas consiste es convertir los «muros populares» en una especie de «juegos florales», en los que se desarrollen actividades culturales, como música, poesía, teatro, etcétera.

Tal y como adelantó LA RAZÓN en su edición de ayer, el entramado etarra se propone utilizar la desobediencia civil como una de sus principales armas de «respuesta», con el fin de atacar al supuesto «inmovilismo» del Gobierno del Partido Popular.

Y de paso, tratar de tener calmados a los dos sectores que más presionan en estos momentos, ante la falta de resultados del llamado «proceso»: la propia ETA y los presos. La situación de la banda y su entramado es de una enorme confusión y tensión.