Casas reales

Paseos por el pasillo y todo el día pegado al móvil

Don Juan Carlos se recupera a buen ritmo de su operación de cadera. No se descarta que esta semana pueda volver a casa

La Razón
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Dos sesiones diarias de fisioterapia y caminatas -ligeras pero constantes y apoyado en muletas- por el pasillo de la planta del hospital Quirón San José son parte de la rutina que ha llevado Su Majestad el Rey durante estos días, tras ser operado de la cadera. Según fuentes de Zarzuela consultadas por LA RAZÓN, Don Juan Carlos, además, despacha todos los días con el jefe de la Casa del Rey, que le mantiene informado puntualmente de todos los asuntos relevantes, y «habla mucho por teléfono», a través del cual ha recibido innumerables muestras de apoyo. Sin embargo, las fuentes consultadas explicaron que prefiere no recibir visitas para acelerar su recuperación.

De hecho, las únicas visitas que ha recibido en estos diez días son las de sus familiares y la del presidente del Gobierno el pasado domingo. La Reina, las infantas Elena y Cristina, acompañada por su marido Iñaki Urdangarín, y el Príncipe estuvieron durante una hora con el monarca el lunes, dos días después de pasar por el quirófano. El miércoles repitieron Doña Sofía, Doña Elena y Don Felipe, que al día siguiente partía para asistir a la toma de posesión del presidente de México, Enrique Peña Nieto.

Salvando esas lógicas visitas, el monarca ha preferido centrarse en su recuperación, con el objetivo de retomar su agenda oficial de actos, como está previsto, el próximo 6 de enero, cuando asistirá a la tradicional recepción que ofrece en el Palacio Real con motivo de la Pascua Militar. Antes, si todo va como está previsto, retomará su despacho semanal con el presidente Rajoy en Zarzuela esta semana que entra.

Por eso, estos días su rehabilitación está siendo intensiva. Desde las 8:30 de la mañana, más o menos, el Rey ha repetido disciplinadamente la rutina que le han marcado los médicos. A las 9:00 comienza la primera sesión de fisioterapia, que, además de la cadera operada, se extiende a la pierna derecha, la espalda y a ambos brazos. Se trata con ello de evitar riesgos, como la luxación que sufrió tras la intervención del pasado mes de abril, y de tonificar los músculos para favorecer sus movimientos.

Tras el desayuno, Don Juan Carlos lee el resumen de prensa que elaboran sus colaboradores y despacha con el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno. Luego llega el momento de «entrenar» caminando, algo que hace «prácticamente cada hora», según las fuentes consultadas. Por la tarde, vuelta al fisioterapeuta, más «caminatas», atender llamadas telefónicas y descansar. Además de eso, ni los menús ni los horarios del hospital son distintos para él de los que tienen que «soportar» los demás pacientes.

Ayer si que hubo un especial: el Rey, un gran aficionado al fútbol, disfrutó del «derby» disputado por los dos equipos de Madrid, el Real y el Atlético, en la televisión de su habitación. Salvo eso, su régimen de vida en el San José es muy sosegado, y su único objetivo es conseguir una recuperación completa y rápida.

Desde que ingresó, el viernes 23 de noviembre, para que le fuera implantada una prótesis de sustitución en la cadera izquierda -similar a la que ya tiene en la cadera derecha desde el pasado mes de abril-, la evolución de Don Juan Carlos ha sido siempre muy favorable, según los médicos que le atienden. Hasta el punto de que es posible que hoy mismo o mañana pueda ya salir del hospital para terminar su recuperación en el Palacio de la Zarzuela. El Rey ya estaba en condiciones de salir el miércoles, pero el doctor Ángel Villamor, el cirujano que le operó, insistió en que permaneciera en el centro médico, al menos, «unos días más» para supervisar la fisioterapia postoperatoria y garantizar que recuperase cuanto antes la «movilidad completa».

Un año en el taller

LA CADERA, EL PUNTO DÉBIL

Desde que se rompió la cadera, al caerse durante una cacería en Botsuana, Don Juan Carlos no ha tenido un año, este 2012, que pueda calificarse de «tranquilo». A las críticas por participar en aquel costoso safari -mientras la crisis se cebaba con muchos españoles- y por no comunicar dónde se encontraba -obligado en casos de desplazamiento al extranjero, ya que es el jefe del Estado-, se sumaron noticias sobre su presunta relación con la empresaria danesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, que ésta misma desmintió en «The New York Times». Y todo ello era lluvia sobre mojado. Pocos meses antes, a finales de 2011, el «caso Nóos» ponía en el centro de todas las miradas a su yerno, Iñaki Urdangarín, imputado por el supuesto desvío de 5,8 millones de euros de dinero público. El Rey pidió perdón y demostró en varios viajes oficiales que, pese a todo, sigue siendo el mejor embajador de España.