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Princesa de Asturias, Gerona y Viana
La futura heredera ostentará los tres títulos, procedentes de la Edad Media
La Historia de España es tan antigua y compleja que, a menudo, dejamos jirones de ella en aras de una economía de expresión que elimina las referencias a nuestro rico pasado.
Una de las aportaciones más importantes de la Monarquía a la gobernación de los pueblos es , junto con la neutralidad en el terreno ideológico, la estabilidad y la garantía de continuidad; es decir, que no aparece un vacío de poder cuando un rey abdica o muere. Cuando esto sucede, automáticamente, el heredero asume su nuevo papel.
Por ello, desde la Edad Media, se lleva a cabo el reconocimiento oficial, ante y por las autoridades, de quien sería el heredero de la Corona, potenciando su papel institucional y dejando previsto el futuro. Así, en los tres viejos reinos medievales españoles se crearon títulos exclusivos para sus respectivos herederos.
En el reino de Castilla, el título dado al heredero fue de Príncipe de Asturias (creado en 1388); en Aragón, el de Príncipe de Gerona (creado en 1416) y, en Navarra, el de Príncipe de Viana (creado en 1423). No se olvide que el antiguo reino de Aragón estaba en realidad formado por el reino de Aragón, propiamente dicho, el reino de Valencia, el de Mallorca y los territorios que formaban el Principado de Cataluña, todas estas regiones coincidentes con las actuales comunidades autónomas homónimas.
Cuando estos viejos reinos españoles fueron heredados –Castilla por Juana, la hija de los Reyes Católicos que, por su locura, pasó más de media vida recluida en Tordesillas, en Valladolid, y Carlos I, que recibió el resto–, los tres títulos de príncipe recayeron a la vez sobre un único heredero tras la desaparición de Juana. Y desde entonces ha sido así.
La Constitución de 1978
La Carta Magna, en su Artículo 57.2 establece que «el Príncipe heredero... tendrá la dignidad de Príncipe de Asturias y los demás títulos vinculados tradicionalmente al sucesor de la Corona de España».
La indefinida redacción de este artículo ha inducido, durante todos estos años, a referirse al Príncipe Felipe sólo como «de Asturias». Esta simplificación de los títulos a uno solo se debe a la preponderancia, durante muchos siglos, de la vieja tradición de Castilla dentro de España.
Pero es de justicia, no sólo histórica, sino respecto de los territorios actuales de las antiguas coronas de Aragón y de Navarra, que nos refiramos al Príncipe como «de Gerona» en los actuales territorios que forman las comunidades de Aragón, Cataluña. Valencia e Islas Baleares , y «de Viana» cuando esté en Navarra. Este momento histórico, único e importante, de la abdicación del Rey ha de aprovecharse para que, cuando se proclame a la Infanta Leonor como Princesa de Asturias, también se haga, explícitamente, como Princesa de Gerona y Princesa de Viana. Y que, a partir de ese momento, se aluda a ella con el título que le corresponda cuando esté en uno u otro territorio, a fin de respetar y mantener vivas las respectivas peculiaridades históricas. No es suficiente que haya instituciones o premios con dichos títulos.
Finalmente, no hay que olvidar que el título de Príncipe de Gerona lleva anejo los de Duque de Montblanch (localidad tarraconense cercana al Monasterio de Santa María de Poblet, uno de los panteones de los reyes de la corona aragonesa), Conde de Cervera y Señor de Balaguer (ambas localidades cercanas a la capital de Lérida).
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