Hacia el 23-J

El PSOE culpa de la debacle del 28-M al "desplome a su izquierda"

Se lanzan a por el voto útil y marcan distancias con Díaz: «Ahora, cada uno por su lado»

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez durante la reunión con el administrador de la NASA, Bill Nelson, este martes en el Palacio de la Moncloa.© Alberto R. Roldán / Diario La Razón.30 05 2023
Pedro SanchezAlberto R. RoldánFotógrafos

El PSOE sigue en proceso de digestión de la derrota electoral del pasado 28-M. Tras el shock inicial, en el partido –a varios niveles, desde la dirección hasta los territorios– reconocen que no manejaban tangibles ni intangibles que anticipasen la contundencia de la debacle. Día tras día, desmenuzando los datos, el partido va recuperando la calma. «El resultado no ha sido tan terrorífico», señalan, exponiendo que solo han perdido 400.000 votos respecto a 2019 y que se han quedado a tres puntos del PP. Una distancia que no consideran insalvable ni, mucho menos, definitoria de lo que ocurrirá el próximo 23 de julio.

La diferencia que existe con el PP, 800.000 votos, tiene su epicentro en la Comunidad de Madrid. Solo en este territorio y pese a que el PSM mejoró sus resultados, los populares aventajaron a los socialistas en 700.000 votos, el grueso de la brecha entre ambos. Otro punto de atención es Andalucía. Un bastión tradicionalmente socialista del que el PSOE cedió definitivamente la hegemonía en 2022, tras la solvente mayoría absoluta de Juanma Moreno. Esta comunidad es clave para cimentar las victorias en las generales, porque es la que más diputados reparte en el Congreso de los Diputados (61), por lo que perder pie en territorio andaluz es prácticamente una sentencia de derrota. Sin embargo, a tenor de los datos que manejan los socialistas, el PSOE habría recuperado un 45% del voto respecto a hace un año, el 19 de junio, y solo cedieron –el pasado domingo– unos 100.000 votos respecto a 2019. A estos ingredientes hay que sumar que Vox ha entrado en todos los ayuntamientos con al menos tres concejales.

Otro panorama desolador es el que se aprecia en el mismo espectro ideológico. «No hemos superado el desplome a nuestra izquierda», lamentan fuentes socialistas, ante lo que consideran uno de los principales factores de la debacle, además de que 300.000 votos se quedaron sin representación y que las diferentes marcas de la izquierda, si han logrado entrar, lo han hecho con un solo representante; mientras que en el mayoría de las plazas caen. Con el adelanto electoral, Pedro Sánchez tampoco ha dado opción a una recomposición del espacio de la izquierda. Si lo hay será a marchas forzadas y el tiempo se agota.

En Ferraz no hacen ya concesiones. Si hasta ahora habían otorgado un trato preferencial a Yolanda Díaz, cultivando su perfil y otorgándole cierto oxígeno político; ahora, esto se ha acabado. «Ahora, cada uno por su lado», señalan los socialistas, que desconfían de su capacidad para presentar listas en 54 circunscripciones. «Deberían ser realistas y presentarse en aquellos lugares donde tengan opciones de obtener representación para no tirar votos a la basura», advierten algunas fuentes. En todo caso, el PSOE va lanzado a por todo el espectro de la izquierda. «Nuestra campaña va a ser un llamamiento al voto útil», avanzan sin disimulo, anticipando que solo el PSOE puede garantizar un modelo alternativo al que representan PP y Vox. «Lo que decimos es que la mejor papeleta para que no caigan todos los derechos conseguidos y no haya retroceso en España es la del PSOE», dicen.

Los socialistas son conscientes de que la convivencia con Unidas Podemos les ha pasado factura. Parte de la agenda progresista que han desplegado no ha cristalizado en la opinión pública, opacada por las polémicas y el ruido interno dentro de la coalición, sobre todo, en lo relativo a la ley del «solo sí es sí», que ha generado un fuerte quebranto dentro del electorado progresista, principalmente en el nicho de votantes de las mujeres. Sin embargo, el PSOE asume que seguirá necesitando a la fuerza a su izquierda para mantenerse en La Moncloa, pero aunque necesite que le vaya bien, no habrá colaboración durante la campaña. Muestra de esa viabilidad futura es que Sánchez ha preferido precipitar el fin de la legislatura, con el adelanto electoral, que forzar una ruptura abrupta de la coalición que le hubiera permitido mantenerse hasta diciembre.