Gobierno de España
Rajoy diseña un equipo con Santamaría, Báñez y Ayllón para «pacificar» el Congreso
Santamaría, Báñez y Ayllón se perfilan como interlocutores con el PSOE y con C’s frente a la «estrategia incendiaria» de Podemos. Estudia reajustes de «piezas» de su Ejecutivo para frenar el rechazo que generan algunos ministros y sortear una legislatura que nace marcada por el bloqueo
Se perfilan como interlocutores para buscar un espacio de negociación con Ciudadanos y PSOE frente a la estrategia de crispación de Iglesias
La Moncloa avanza en la preparación de la investidura de Mariano Rajoy la próxima semana, una vez que el domingo el Comité Federal socialista apruebe la decisión de abstenerse en segunda votación. Todo el proceso de conformación del nuevo Ejecutivo irá rápido, ya está bastante estudiado, aunque Mariano Rajoy no desvelará sus «cartas» hasta el último momento, como ha hecho siempre que ha tenido que conformar equipo o hacer cambios en el mismo.
Ahora bien, hay elementos del clima político que van a condicionar el perfil de su Gabinete y también de su programa de investidura. Fuentes de La Moncloa precisan que «Rajoy no va a dejar que la oposición le marque su Gobierno, pero sí va a hacer un Gobierno que facilite la interlocución con Ciudadanos y con el PSOE».
El presidente del Gobierno en funciones y su equipo más cercano en Moncloa son conscientes de que se enfrentan a una legislatura muy difícil, que tiene que arrancar, además, con decisiones también muy costosas como la aprobación de unos Presupuestos Generales del Estado (PGE) marcados por el ajuste de 5.500 millones de euros que exige Bruselas para corregir la desviación del déficit.
La presencia de Podemos en el Parlamento lo va a complicar todo aún más porque las señales que emite la apuesta estratégica de Pablo Iglesias confirman que el objetivo sigue siendo hacer más la oposición al PSOE que al PP, incluso a costa de «incendiar» el Parlamento y erosionar las instituciones en las que tienen representación. En la cúpula popular apuestan por que el nuevo PSOE no se dejará «arrastrar al monte» y que una vez que empiece a andar la legislatura, podrán romper con la alianza de todos contra el PP que se ha visualizado en el Congreso en estas semanas de ensayo de arranque de la nueva etapa. Pero para abrir fisuras en ese frente «anti-PP» la situación les obliga a «medir bien su estrategia, el discurso y hasta los peones que van a jugar la partida».
Rajoy «necesita un equipo pacificador» en el Congreso. Interlocutores bien considerados por la oposición y que faciliten el entendimiento y el acuerdo en reformas económicas y políticas que tienen que activarse obligatoriamente en los próximos meses. Ahí hay nombres que suenan en todas las quinielas como piezas claves en esa interlocución en el Parlamento tanto con los socialistas como con la formación naranja. Hablan de la actual vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría; de la ministra de Trabajo en funciones, Fátima Báñez; y también del secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón.
Rajoy es el que tiene la última palabra, pero ni en medios gubernamentales ni en el partido discuten que Sáenz de Santamaría seguirá como vicepresidenta con plenos poderes. Aunque sí está abierta la especulación, alimentada por parte de algunos ministros, sobre si mantendrá la portavocía. Báñez se ganó la aprobación del equipo de Ciudadanos con el que el PP negoció el acuerdo de investidura de Rajoy. Aquellas largas reuniones darían para escribir un libro si se cruzasen las versiones que cada parte ofrece de los encuentros entre las dos comisiones negociadoras. Pero sí hay coincidencia en los de Albert Rivera en aprobar y en destacar la «buena impresión» que les causó la ministra de Trabajo, porque «sabía de lo que hablaba» y por su empeño en construir consensos.
El portavoz parlamentario, Rafael Hernando, está cubriendo un importante hueco en la tarea de negociar cada día a la que se enfrenta el PP por no tener una mayoría sólida en la que sostener su acción legislativa. Pero es otro perfil con más carga política.
Esta necesidad de sostener la negociación en rostros que no generen rechazo de partida en el PSOE o Ciudadanos es lo que hace que ganen puntos los nombres arriba citados, mientras que, al tiempo, se especula incluso sobre la posibilidad de que Rajoy pueda hacer algún ajuste en su equipo económico, como el de trasladar a Cristóbal Montoro a Industria para dejar en Hacienda a Báñez, por ejemplo. La tendencia natural de Rajoy es hacer los mínimos cambios posibles, y ante el nuevo Gobierno que tiene que formar se enfrenta a dos dilemas: cubrir las vacantes de los ministerios que se han quedado sin titular (Sanidad, Fomento e Industria) y resolver el problema de las carteras contra las que la oposición ha centrado más su ofensiva de desgaste, Hacienda e Interior.
Mucho se ha hablado sobre la posibilidad de que Rajoy prescindiera de Montoro en esta nueva etapa, pero el ministro en funciones sigue teniendo mucho peso en la sombra y dicen en Moncloa que si se fuera, sería por decisión personal, no porque Rajoy le despida. Por cierto, lo mismo que también dicen ahora del ministro de Economía y Hacienda, Luis de Guindos, quien también en la pasada legislatura batalló mucho el pacto y la negociación.
Rajoy necesita, asimismo, un buen interlocutor en el Partido Popular. Ahí habrá cambios en la Secretaría General en el Congreso Nacional del PP que se celebrará en enero o febrero. Todas las quinielas colocan a la actual «número dos», María Dolores de Cospedal, en el Gobierno, pero, a falta de que se conozca quién es su relevo, la tarea de interlocución con la oposición ya la está llevando con buena nota el vicesecretario de Organización, Fernando Martínez Maíllo. Estuvo en el equipo negociador con Ciudadanos y también consiguió ganarse el reconocimiento y la aprobación de los representantes de Albert Rivera en esa comisión. Hay coincidencia en que está bien visto y es respetado.
En la negociación del pacto de investidura participó también José Luis Ayllón, pieza clave en el equipo de la vicepresidenta y hasta ahora instrumento fundamental en la relación entre el Gobierno y el Parlamento.
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