Gobierno de España
Rajoy no desmantelará su Gobierno para 2019
«Si sale alguien, será la excepción, porque daría imagen de fin de ciclo», apuntan. Los posibles candidatos se aferran al Ejecutivo por la sucesión y por miedo a la derrota
«Si sale alguien, será la excepción, porque daría imagen de fin de ciclo», apuntan. Los posibles candidatos se aferran al Ejecutivo por la sucesión y por miedo a la derrota.
El PP es un hervidero de conjeturas sobre los planes de Mariano Rajoy para echar por tierra las malas previsiones de las encuestas electorales en «plazas» irrenunciables para el partido como pueden ser Madrid o Valencia. A un año vista, aunque antes pueden celebrarse las elecciones andaluzas, la crisis en la Comunidad madrileña ha hecho que crezcan las especulaciones por esas candidaturas y que los nombres de ministros empiecen a circular en las quinielas a las que en la formación popular fían la solución in extremis para aguantar el pulso a Ciudadanos.
El presidente del PP, Mariano Rajoy, ha optado hasta ahora por aguantar y aguantar las presiones de sus cuadros territoriales para que afrontase ya la designación de los principales candidatos, y, de hecho, incluso ante el vacío de poder dejado por la dimisión de Cristina Cifuentes, en Madrid la decisión es nombrar a un candidato de transición hasta que más tarde se señale al elegido para presentarse en la primavera de 2019. El que fuera «número dos» de Cifuentes, Ángel Garrido, no cuenta con la confianza de la dirección nacional y por eso lo que intenta Génova es buscar otro perfil más neutro y sin mochilas tampoco «aguirristas». Esto será inmediato, una vez que ya se ha pasado la fecha del 2 de mayo.
La secretaria general y ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, junto con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, dejaron en el acto institucional de ayer en la Puerta del Sol una de las imágenes de la jornada. Sin apenas cruzarse palabra y salvadas por el frío protocolo, de las dos se habla en las apuestas sobre las candidaturas electorales. La primera, por Castilla-La Mancha; la vicepresidenta, por Madrid. También hablan de Íñigo de la Serna para que vuelva a encabezar la lista para la Presidencia cántabra, cargo que ya figura en su currículum. Es tanto como ver al Gobierno como nave de paracaidistas con la que salvar las siglas del PP en estas complicadas elecciones de 2019.
Pero quienes están cerca de Rajoy anticipan que si sale algún ministro será «la excepción», pero no la norma. Tienen en cuenta que el escenario de un Gobierno desmantelado para ir a las elecciones daría imagen de fin de ciclo, lo último que quiere Rajoy para gestionar la decisión de si repite o no como candidato a las próximas elecciones generales. El presidente del Gobierno ha optado hasta ahora por apurar siempre la designación de sus candidatos, y aún más cuando tocan al núcleo de su equipo de Gobierno. Y esto da carrete a quienes promueven esta salida como solución para los males que afronta el PP.
De momento cuando Rajoy se ha referido hasta ahora informalmente a las candidaturas para la primavera que viene, siempre a su manera las ha desvinculado del Gobierno. Es verdad que la situación actual parece crítica, aunque él sigue trasladando tranquilidad sobre esos comicios. Pero en el PP tienen también presente la resistencia de quienes no quieren abandonar su cargo actual para arriesgarse «en una batalla perdida» y más si esto les supone quedarse descolocados ante lo que pueda ocurrir en el partido nacional si Rajoy decide dar un paso al lado. Por tanto, «para hacer cualquier movimiento electoral que afecte a su Gobierno Rajoy estará presionado en principio por la exigencia de que tenga también en cuenta los equilibrios internos de quienes tienen aspiraciones sucesorias, y esto limita en teoría el margen de maniobra», analizan en la cúpula popular.
Así, por muy bien que algunos ex ministros expliquen las ventajas de decisiones como la de sacar a Sáenz de Santamaría del Gobierno, lo cierto es que en el núcleo duro del PP no acaban de ver la hipótesis de que Rajoy renuncie a seguir contando con ella como punto de apoyo en el Gobierno para lanzarla a la difícil misión de mantener Madrid. Pero también son escépticos sobre la posibilidad de que el presidente fuerce a Cospedal a regresar a Castilla-La Mancha, si es verdad, como se especula, que no es su opción favorita.
Estas elecciones autonómicas y municipales son un examen de fuego para el PP. Y las siglas son importantes, pero también el liderazgo, y ahí tienen problemas en algunos de sus principales feudos tras la pérdida de poder territorial que sufrieron en las elecciones de 2015. Si ya de por sí la lectura que se hace de estos comicios es en clave nacional, como un prólogo de las generales que vendrán después, en la actual situación esa interpretación tendrá aún más peso. Sobre todo si Ciudadanos les gana el paso en batallas como la andaluza o en Madrid. «Aquí ya no valdrá el argumento utilizado en Cataluña de que no son elecciones extrapolables porque siguen una dinámica distinta. De ninguna manera podremos hacer que cale el mensaje no ya sólo externamente, sino internamente, de que un mal resultado en Madrid, por ejemplo, no es un anticipo de un mal resultado en las generales. Y la moral del partido se hundiría sin tiempo ya prácticamente para reaccionar», sentencian en el partido. Todo son cálculos y futuribles en un estado de ansiedad interna que la dirección nacional no reconoce.
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