Cataluña
Rajoy sale del despacho
Tras la primera etapa de mandato en la que ha tenido que adoptar el papel de «apagafuegos heredados», ahora tiene margen para hacer política
MADRID.- En las últimas semanas, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha cambiado su estrategia y su discurso. Tiene mucha más presencia pública y está hablando a las empresas, a los inversores y a los ciudadanos en positivo. Explican en Moncloa que es cierto que la realidad social y la realidad económica van todavía por dos caminos distintos. Que hay una realidad social «preocupante» y que en los próximos trimestres su situación no va mejorar. Pero que también hay una realidad económica que va a mejor, y que sin que esto sucediese no se darían las condiciones para mejorar el problema social.
La explicación de la nueva estrategia del presidente se fundamenta en varias razones. En su entorno alegan que «Rajoy ha salido del despacho» porque el Gobierno da por terminado el trabajo tan denso y complicado que ha tenido que resolver en el primer año de legislatura. Por primera vez desde que ganaron las elecciones, en su Gabinete ven luz al final del túnel y Rajoy entiende, además, que se empiezan a dar las circunstancias para tomar decisiones con más autonomía y enfocarlas en positivo. Esto no quiere decir que den por terminados los ajustes, pero sí que pueden graduarlos y que tienen margen para comenzar «a mirarse en su programa electoral y a hacer política y a hacer economía» sin limitarse al papel de «apagafuegos heredados». Según cuentan en Moncloa, en la posición de Rajoy también pesa que cree que para que se consolide el punto de inflexión económico que vislumbran, y que las cosas vayan a mejor, hace falta sembrar confianza y optimismo entre agentes económicos y sindicatos. Ésta es la base, de acuerdo con su análisis, para que los que puedan invertir se decidan a hacerlo en España; y los que puedan consumir no dejen de hacerlo por miedo a que la situación empeore o a quedarse sin su puesto de trabajo. Esta radiografía no quiere decir que el Gobierno ya dé por superada la crisis o que incluso piense que el camino está despejado de riesgos. Al contrario, basta hablar con varios ministros para constatar que Rajoy entiende que España sigue siendo vulnerable, especialmente a cualquier factor de desestabilización externo. Y que si a Europa no le va bien, a nosotros tampoco. «Mejor que hace un año sí estamos; pero bien, no, ni mucho menos», explica un alto cargo de Moncloa. En ese sentido, miran con preocupación a las decisiones inmediatas que puedan adoptarse en la Unión Europea (UE), al resultado de la cumbre de esta semana y a la evolución de otros países que llevan tiempo «tambaleándose». En el entorno del presidente también precisan que si Rajoy está actuando ahora de otra manera, y con más intensidad, es porque se ha dado cuenta de que hay «lagunas» en su Gabinete que tienen que ser corregidas, y dada su manera de proceder y de gestionar los posibles fallos en su equipo, antes de optar por la solución traumática de hacer cambios, prefiere tirar hacia adelante, ganar todo el tiempo posible y tapar él personalmente ese agujero. Esta teoría casa a la perfección con la gestión que Rajoy ha hecho hasta ahora de cualquier problema al que ha tenido que plantar cara. Y hay que reconocer que en la mayoría de los casos, por muchas que hayan sido las críticas que ha tenido que soportar, con el tiempo él ha acabado por imponerse a la adversidad. «El pesimismo y el perfil bajo han dado los resultados que han dado, y ahora toca intentar hacer otra cosa, y se ha decidido que empiece a hacerlas él», precisa uno de sus «fontaneros» de Moncloa. La gestión de los obstáculos a los que el Gobierno se ha enfrentado desde que comenzó la Legislatura ha acercado y ha distanciado del círculo de confianza de Rajoy a algunos ministros. Hay matices en las interpretaciones, pero una coincidencia generalizada: que la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, es hoy más fuerte, más de la confianza de Rajoy y más del presidente que nunca.
A diferencia del pasado verano, cuando el Gobierno vivió su peor crisis y asumió incluso que había un riesgo cierto de colapso, ahora la situación está estabilizada y la previsión es que «haya calma» en este periodo de transición hasta el próximo curso político. Al PP, como a los demás partidos, cada vez empieza a apretarle más el calendario porque las elecciones europeas serán dentro de un año y las encuestas coinciden en confirmar el daño que les está haciendo la crisis. Esto hará que en este otoño empiecen a verse movimientos de unos y de otros. El PP, como partido, llega al verano después de haberse dejado engullir por el «caso Bárcenas», y aunque en los últimos meses su dirección ha intentado revisar su estrategia y retomar más protagonismo en el papel de apoyo de la acción del Gobierno, ahí hay todavía fallos. Desde el Gobierno se quejan de que Génova haya flaqueado «cuando las cosas han venido malas». «Cuando uno quiere asumir su responsabilidad sólo para quedar bien, al final el desgaste es mayor que si asume su obligación de dar la cara», advierten. En cualquier caso, en clave estrictamente doméstica la situación compleja de las comunidades autónomas sigue siendo uno de los principales quebraderos de cabeza del presidente del Gobierno. Entre sus autonomías, continúan teniendo problemas Valencia, Murcia o Baleares, por ejemplo. Pero Cataluña o Andalucía no han dejado de estar en la línea roja, especialmente la primera. Su decisión es «sostenerlas y sostenerlas, a todas», y dar la batalla con su reforma de la Administración utilizando todas las «armas» que tiene a su alcance. Sabe que en esta cuestión, la opinión pública está mayoritariamente de su lado. «Y cuando uno no tiene dinero para pagar un alquiler de un apartamento en la playa, sabe que no puede ir», puntualizan en Moncloa cuando se les pregunta si creen que las comunidades harán los recortes que les «recomiendan» en su informe.
✕
Accede a tu cuenta para comentar