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Rajoy y Rivera firmarán el pacto de investidura mañana

Los equipos negociadores de ambos partidos cierran un acuerdo «intermedio» sobre los compromisos de gasto. Albert Rivera y Mariano Rajoy se intercambiaron ayer mensajes con el objetivo de acercar posturas

Los integrantes del equipo negociador de Ciudadanos a su llegada esta mañana al Congreso
Los integrantes del equipo negociador de Ciudadanos a su llegada esta mañana al Congresolarazon

PP y Ciudadanos esperan abordar hoy los últimos flecos y tener cerrado el acuerdo. Los negociadores llegan a un consenso «intermedio» sobre la partida de gasto

PP y Ciudadanos dejaron ayer encaminado el pacto de investidura de Mariano Rajoy. Las últimas horas de la negociación han estado marcadas por la tensión introducida por la delegación de Ciudadanos para representar ante la opinión pública que tensaban sus exigencias y no aceptaban cesiones. Una estrategia con la que compensar a la vez el desgaste por informaciones como la de que han rectificado algunas de sus reivindicaciones en materia de lucha contra la corrupción. Pero más allá del ruido público, la delegación popular se levantó ayer de la mesa con la sensación de que lo principal ya estaba todo «ok» y que, tras ultimar hoy los últimos detalles, el acuerdo se firmará mañana con toda probabilidad. «No vemos, la verdad, inconvenientes», sentenciaban por la tarde desde ese equipo negociador del Partido Popular.

En la madrugada del viernes el PP entregó a la otra parte su propuesta de memoria económica para las reformas en discusión, «dentro del objetivo de estabilidad presupuestaria», según fuentes populares. Este debate lo ha dirigido por el lado popular Álvaro Nadal, el que ha sido director de la Oficina Económica del presidente, y parece ser que al final se ha optado por un «acuerdo intermedio».

A mediodía de ayer la valoración desde Ciudadanos volvió a ser la de echar algo de agua fría y calificar de todavía «insuficientes» las respuestas de los populares. Aun a pesar de la intervención directa de Mariano Rajoy y Albert Rivera, después de que este último le enviara un SMS al candidato popular haciéndole saber su preocupación por la marcha de las conversaciones. La inversión económica y los desacuerdos en materia de reforma institucional, como la del Senado, las diputaciones o la despolitización del Poder Judicial, han sido algunas de las cuestiones que han elevado la temperatura en las horas finales de la negociación. Desde la delegación popular han colocado como justificación a sus reparos a asumirlo «todo» que lo que se discute, «por decisión de Ciudadanos», es sólo un pacto de investidura y no un acuerdo de gobierno, y que esto justifica que algunas propuestas hayan quedado fuera de la negociación o no hayan sido aceptadas en su literalidad. Es decir, que las han condicionado al nivel de compromiso de Rivera.

En cualquier caso, en el calendario del PP este fin de semana era desde un principio la fecha tope fijada para presentar en sociedad el pacto y sellar la foto de la firma entre los máximos dirigentes de los dos partidos. Si bien hasta el último momento ha estado todo en el aire. De hecho, ayer por la tarde en Moncloa seguían sin dar nada por hecho, y lo que mandaba era la falta de certeza absoluta sobre el cuándo y el cómo del desenlace de la negociación. Eso sí, nunca han dejado de creer que habría acuerdo. El vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez-Maillo, auguró por la mañana «buenas noticias en este fin de semana para los españoles», alimentando la hipótesis del acuerdo inminente. Mientras que desde la formación naranja precisaban que «había avances», pero que las posturas «estaban aún separadas».

«Seguimos avanzando. Estamos más cerca del acuerdo hoy que ayer. Cada día hay más motivos para firmar el acuerdo, cada minuto se suman los motivos», contraponía el responsable de Organización del PP.

En los avances en la negociación ha tenido mucha importancia la intervención directa de Rajoy y de Rivera, que han seguido en el día a día el diálogo entre sus equipos sin cerrar el canal de contacto personal que abrieron tras la decisión de explorar el pacto de investidura del candidato popular. Curiosamente, mientras que en público Ciudadanos tensaba la cuerda, desde la delegación del PP precisaban que de puertas adentro la situación era «una balsa».

Bajo ultimátum y amenazas de levantarse de la mesa las dos partes llegaron al día de ayer con prácticamente un centenar de medidas ya acordadas, entre ellas el pacto contra la corrupción que, en principio, se presentaba como el principal escollo de la negociación por el desgaste del PP por los casos que les han afectado y por la decisión estratégica de los de Rivera de convertir esta cuestión en una de sus principales banderas. Mientras que la discusión ha afectado a reformas en materia laboral como el contrato único o el complemento salarial, compromisos de Ciudadanos. O a la citada cuantía presupuestaria del plan social presentado por Rivera, y que exigiría más de 7.000 millones de euros.

Ciudadanos se ha defendido con el argumento de que no estaba dispuesto a renunciar a medidas clave incluídas en su programa electoral. A la vez que el PP ha colocado entre sus líneas de referencia, para defenderse de algunas de las presiones, los compromisos con Bruselas, en un escenario en el que el Gobierno en funciones ha conseguido esquivar una amenaza de multa por incumplimiento de los objetivos marcados por la Comisión Europea bajo la obligación de hacer un nuevo plan de ajuste en 2016 y 2017. Rajoy, como presidente en funciones, no puede asumir compromisos de gasto incompatibles con la estabilidad presupuestaria sin garantía de investidura y con la carga añadida de que dañen la credibilidad de España y endurezcan los criterios de Bruselas hacia España, han alegado desde el PP.

Desde que el portavoz de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta elevara el tono, Maillo recordó en varias ocasiones que se trataba de un acuerdo de investidura y no de gobierno. Por su parte, el vicesecretario general de la formación naranja, José Manuel Villegas aseguró ayer que eran conscientes de que «no vamos a aplicar nuestro programa al no haber ganado las elecciones», aunque para ellos otra cosa distinta era que no hubiera un «compromiso económico» con las medidas pactadas.