Debate de investidura
Rivera ofreció un «código ético» a cambio de mediar ante el PSOE
Las claves del acuerdo entre Rajoy y el líder de C’s. Barones socialistas negocian el equilibrio territorial de los diputados que se abstendrían en una segunda fase de la investidura
Rajoy rompe el tiempo. Lo dice con sarcasmo un veterano diputado del PP que bien le conoce desde sus comienzos en la política. Su paréntesis en este puente agosteño obedece a una calculada estrategia: calmar la impaciencia de Albert Rivera demostrando que él es el líder del partido más votado y C’s el cuarto. Enfriar las aguas de sus propias filas vinculadas con asuntos de corrupción, que aceptarán de mala gana ese pacto reclamado por Ciudadanos. Y someter a una presión final a Pedro Sánchez, cada vez mas aislado incluso entre los suyos. Digerir el caso Bárcenas, forzar la abstención en segunda vuelta del PSOE y un buen paquete de reformas económicas que puedan venderse ante Europa. Éstas son las tres grandes cuestiones que cimentan el acuerdo y han sido claves en las conversaciones entre Mariano Rajoy y Albert Rivera para una investidura y un posible gobierno de legislatura. Según fuentes de las negociación entre ambos líderes, conocida por muy pocos, Rivera comenzó a cambiar de opinión en su negativa contra Rajoy bajo tres premisas: su último encuentro con el Rey, las presiones de potentes dirigentes empresariales que le habían financiado, y su mal presagio electoral en las encuestas. El escollo del caso Bárcenas fue un torpedo en toda regla. «Por aquí no paso», le dijo Rivera al presidente en funciones al exigir una comisión parlamentaria sobre la corrupción. Rajoy, hombre pragmático donde lo haya, le replicó que el PP es el primero en abanderar una limpieza y regeneración de la vida política. Vender bien la pulcritud de todos los altos cargos, y hacer de la economía gran protagonista de los acuerdos, fueron las bases del diálogo. Si Rajoy cedía a este nuevo código ético, el líder de Ciudadanos se comprometía a mediar ante el PSOE para forzar una abstención que facilite la investidura. Según ha sabido este periódico, en estos momentos la presión de los «barones» es máxima y lo único que se negocia es el equilibrio territorial de los diputados ausentes en una segunda fase de investidura. «Susana no quiere ser el único foco», aseguran en la cúpula del socialismo andaluz. Muchos de cuyos dirigentes pasan estos días en la costa gaditana y protegen a ultranza el silencio de la lideresa. Se trata, en definitiva, de que esa «prestación» de parlamentarios recaiga en distintas federaciones del partido. «Pedro dirá que no hasta el final, pero sabe que su final es éste», dicen importantes dirigentes regionales del PSOE. Una primera votación en contra y una ausencia calculada en la segunda es la baraja que está sobre la mesa. Si Sánchez se niega, su cabeza rodará antes de tiempo. En sus conversaciones a solas, pero de las que algunos colaboradores muy cercanos han sido informados, Rajoy y Rivera sopesaron luces y sombras. Para Mariano tragar el guijarro de Bárcenas y el alejamiento total de posibles imputados era un hueso difícil de roer, toda vez que afecta a antiguos altos cargos y todavía miembros del Comité Ejecutivo Nacional. Son lo casos de Rita Barberá, Ignacio González, Lucía Figar o Vicente Martínez Pujalte, entre otros. Por ello, desde Génova y muchos sectores del partido se les conmina a no acudir a la reunión del próximo miércoles día 17: «Si en el consejo de administración de una empresa alguien tiene conflicto de intereses no basta con inhibirse, es que no va» . En este sentido, todas las miradas se dirigen hacia Rita Barberá, dado que González, Figar y Martínez Pujalte están ya fuera de toda línea política y tienen decidido no acudir. «Es hora de sacrificarse por el partido y su ausencia sería lo lógico», coinciden dirigentes del PP en toda España.
El paso al frente dado por Albert Rivera tiene toda una intrahistoria. Primero, su último encuentro con el Rey en la que pudo ver a Felipe VI «altamente preocupado» por el bloqueo institucional. Segundo, las fuertes presiones empresariales de quienes le habían apoyado, que hacían inviable cualquier otra financiación electoral y tercero los malos augurios en las encuestas. Todo ello condujo al líder naranja a una profunda reflexión y a un agrio debate en el seno de su partido. Entre quienes apostaban por un pacto con Rajoy, sobre todo bajo el techo de gasto y los presupuestos, y los radicalmente opuestos. Entre los primeros figuran José Manuel Villegas, Francisco García de la Torre y Luis Garicano. En el bando crítico se sitúan Juan Carlos Girauta y Miguel Gutiérrez, ahora claramente perdedores. Su táctica de pedir la cabeza de Rajoy, jaleadas por algunos sectores mediáticos, ha caído en vacío ante las sibilinas movidas de las élites financieras en las últimas semanas. Convencer a Albert Rivera para el voto afirmativo, y forzar al PSOE para que un puñado de diputados se abstengan en la investidura de Mariano Rajoy, ha sido el intento desesperado de los grandes empresarios del país para desatascar la situación. Y parece que la situación está encarrilada. Un destacado financiero que se vio hace semanas con Rivera y su «gurú» económico se lo dijeron muy claramente: «Se acabó el partido veleta». Sobre todo, tras la última encuesta del CIS, que refleja claramente a Ciudadanos como el partido más castigado en las urnas. «El elector no perdona el hoy contigo y mañana sin ti», advierte un experto sociólogo ante las postura de C’s primero con el pacto con el PSOE y luego contra Rajoy a espaldas de sus votantes en el espectro del centro-derecha. Así las cosas, el líder de Cs ya tiene listo su equipo negociador con el PP para el techo de gasto, los Presupuestos y las demás reformas económicas. Las seis medidas regeneracionistas son un «paseo militar» en el Comité Ejecutivo nacional del PP, donde nadie osa contravenir al gran jefe. La única preocupación en Génova es ahora tratar de que los casos conflictivos, como el de Rita Barberá, se solventen con una discreta ausencia. En cuanto al resto de medidas, unas ya figuran en el propio programa electoral del PP y otras requieren una reforma constitucional. «Paro eso necesitamos al PSOE», insisten en Moncloa y Génova. Los riesgos de atrasar una investidura de Rajoy son enormes para solucionar algunos de los retos económicos del país, como el techo de gasto y la aprobación de una senda fiscal que implica ahorros de más de 15.000 millones. Según los «gurús» empresariales, es la cantidad que se debe recortar para que el déficit del 4,16 por ciento del presente año se quede en un 3,1 en 2017 exigido por Bruselas. «La magnitud de los retos obliga a Rivera y Sánchez a dejar sus diferencias y acercar posturas. Es la única forma de avanzar y frenar una parálisis económica».
Al menos, Albert Rivera ya ha dado un paso al frente y tiene lista la comisión que negociará con el PP las grandes magnitudes presupuestarias. La Oficina Económica de Ciudadanos, de reciente creación, esta integrada por Francisco de la Torre, Toni Roldán y Luis Garicano, tres pesos pesados que vienen manteniendo reuniones con el ministro en funciones Luis de Guindos, y con algunos altos cargos de Hacienda. «Montoro será muy criticado, per es el único que se sabe los números», advierten sus colaboradores. «El área de Economía y Hacienda hay que cuidarla con mimo», dicen en Ciudadanos como prueba del protagonismo de la parcela económica en esta compleja legislatura.
Lo cierto es que Rivera se ha puesto las pilas y parece cumplir en ese mes de agosto lo que dijo el poeta: «En la canícula ardiente, está el trabajo a punto». Y Mariano, desde sus tierra gallega en estos días, tiene varias cosas muy claras: en los tórridos veranos, la familia lava sus trapos sucios, que llegarán despejados al Comité Ejecutivo del día17. «El sapo de Bárcenas es poco ante la rabieta de Sánchez», aseguran altos dirigentes del Partido Popular.
Sobre todo, porque los asuntos judiciales siguen su curso al margen del Parlamento y la guardia pretoriano del secretario general del PSOE hace el ridículo a mansalva. Para colmo, «ser segundones de Albert Rivera en la comisión del Congreso». Dicho por socialistas andaluces que también se sientan en la sede federal de Ferraz.
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