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Sánchez se aferra a su único argumento: echar a Rajoy
Acusa a Iglesias de «traicionar a sus electores» por votar con el PP y afirma que «trabajará» para atraer a otras fuerzas a su acuerdo con C’s
Pedro Sánchez subió ayer a la tribuna del Congreso de los Diputados para hacer la última llamada a los pasajeros del vuelo del cambio. Lo hizo como el comandante que se sabe sin la tripulación necesaria para emprender el viaje por el que se hizo piloto. Un viaje que se suspendió por incomparecencia de la izquierda. El líder del PSOE utilizó su breve intervención ante la Cámara para reiterar la oportunidad que se presentaba ante estos partidos para facilitar el progreso y poner coto a la continuidad de Mariano Rajoy. Sin embargo, para estas formaciones pesó más su incompatibilidad reconocida con Ciudadanos que los anhelos de desalojar al presidente en funciones de La Moncloa. Al término de la sesión, Sánchez reconoció que «sentía en el alma que hoy España no tenga un gobierno» y mostró su disposición para seguir trabajando «en las próximas semanas» para sumar a otras fuerzas a su proyecto.
El candidato socialista fijó su posición con un tono lacónico y derrotista, consciente de que ninguno de los argumentos que esgrimiera en sus diez minutos de alocución serían suficientes para cambiar el sentido del voto ni suavizar las enconadas posiciones contrarias a su proyecto de país. Quizá por eso, Sánchez volvió a recalar en lugares comunes y consumió más de la mitad de su discurso con excusas y buscando responsables a su fracaso, más allá de la incapacidad de su partido para alumbrar un pacto transversal. El fracaso estaba asumido. Por ello, el líder del PSOE comenzó su discurso recordando la «irresponsabilidad» de Mariano Rajoy de haber dado un paso al lado para no hacer frente a su obligación de asumir el mandato del Rey y presentar su candidatura. «Esta huida del sr. Rajoy ha generado un período de bloqueo y de incertidumbre que se ha visto superado esta semana gracias a la celebración de esta investidura», señaló Sánchez, que recordó que su primer objetivo cuando asumió el encargo del Jefe del Estado era sacar a España de esta situación y poner en marcha los tiempos del reloj de la democracia. «¿Qué hubiera ocurrido en España si el PSOE hubiera hecho lo mismo?», se preguntó el socialista que reivindicó que su «único fracaso hubiera sido no presentarse». Una vez trasladada la carga del fracaso de la investidura a Mariano Rajoy, Sánchez se dispuso a hacer lo propio con la responsabilidad de la misma a los partidos de izquierda, contrarios a sacarla adelante, y acusó a Pablo Iglesias de «haber traicionado a los votantes de Podemos» por votar con el PP. Sánchez alentó la tesis de la «pinza PP-Podemos», señalando que «en democracia uno es lo que vota» e Iglesias es el único responsable de que Rajoy siga al frente de La Moncloa.
El líder socialista exhibió el segundo objetivo que se marcó cuando aceptó el encargo del Monarca: «la pretensión de formar gobierno». Una pretensión «que queda en sus manos», emplazó a los parlamentarios críticos. «Con un solo voto podemos cambiar el futuro de España. Voten “sí” al cambio», les espetó. Sánchez reivindicó que el Gobierno «del bien común» que pretende impulsar es la «única alternativa para desterrar de España la injusticia y la desigualdad» y que sólo puede ser posible a través de un acuerdo transversal como el firmado entre el PSOE y Ciudadanos, abierto al resto de fuerzas políticas «a partir de las próximas semanas». Esta alusión temporal representa el sentir que palpita en el seno del partido y es que –una vez superado el trance de la investidura fallida–, los socialistas volverán a volcarse en la búsqueda de consensos para sumar a nuevas formaciones al acuerdo y lograr el último objetivo de Sánchez: evitar que Mariano Rajoy siga como presidente en funciones. «Hoy muchos de ustedes van a votar en contra de estas 200 mejoras, pero todos sabemos que comparten casi todas ellas», apuntó el candidato.
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