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Tregua a Sánchez hasta el 26-J
Pide a los ciudadanos que rechacen la campaña de las «siglas y las sillas» de Podemos e IU
Díaz escenifica el cierre de filas con el líder socialista, pero le advierte que sólo vale la victoria: «Hay que salir a ganar».
El comité federal del PSOE fue una balsa de aceite. Un puro trámite tras la reunión del viernes de la Comisión de Listas. Los dimes y diretes, las rencillas, las tensiones y los codazos quedan relegados para la noche del 26 de junio. Hoy, el socialismo español apuesta por «un sí por el cambio», un cambio que para los socialistas se dilucida entre «inmovilismo o progreso». Los barones socialistas se conjuraron en Móstoles con su secretario general porque hoy decir «sí a Pedro es decir no a Rajoy».
La estrategia socialista se centra en presentar a Sánchez como el nuevo líder que puede dar carpetazo a «las políticas de recortes que ignoran a las personas», como el único cambio posible frente al Gobierno del Partido Popular. Los socialistas no se olvidan de Pablo Iglesias: «Frente a quienes están pendientes de estrategias personales cortoplacistas y olvidan el encargo que los ciudadanos nos dieron en las urnas, sólo queda una opción: dar un sí por el cambio». Con este eslogan se presentó Pedro Sánchez. Sin Ximo Puig –todavía con las heridas abiertas por el no a su propuesta de alianza en el Senado con Podemos y Compromís, hacía evidente su enfado con su ausencia–, sin Fernández Vara –con actos en Extremadura– ,y con García-Page –afrontando en primera línea el incendio de Seseña– y sin Miquel Iceta, que estaba lidiando en su Consell Nacional para aprobar las listas socialistas catalanas, que incorporan al filósofo y presidente de Federalistas de Izquierda, Manuel Cruz, todo un golpe de efecto en la línea de flotación de En Comú Podem.
La unidad socialista se visualizó en una Susana Díaz que tomó la palabra en el acto de proclamación del candidato pidiendo de entrada a Pedro Sánchez que «sea presidente de España» porque «es mi candidato y el candidato de todos y cada uno de nosotros». Díaz hizo bandera de la unidad del PSOE, «un partido que ha nacido para ganar», negando la «debilidad» de la que se les acusa y pidiendo un triunfo en las elecciones porque «si gana el PP, España puede quedar bloqueada y sin gobierno» y «si gana el PSOE, en una semana España tiene Gobierno».
La dirigente andaluza, pieza básica esta semana para poner coto al desafío de Ximo Puig, repartió sus mandobles a Pablo Iglesias, «al que hay que enseñarle que no todo vale». «La diferencia entre socialistas y populistas es que los socialistas estamos en política para combatir la desigualdad, y el populismo agita la desigualdad para simular estar contra el poder porque sólo quiere llegar al poder» concluyó añadiendo: «Qué broma es esta de que no hay izquierda, cuando la izquierda es la garante de luchar por los de abajo». La dirigente andaluza también se acordó de la reforma constitucional, abogando por la pluralidad de España y apostando «por el derecho a decidir de los socialistas, que es dónde decidimos todos en lo que nos afecta a todos», y defendió una «reforma de la moral pública» porque «la gente no se fía de los políticos porque la democracia está enferma» y «quienes no pueden sanarla es quienes la han infectado. Por eso, Rajoy no está en condiciones de sanar nuestra democracia».
El discurso de Díaz dejó a Sánchez un auditorio entregado que lo recibió con gritos de «presidente». El candidato socialista y secretario general del PSOE abogó «por la España de la ilusión» y desgranó bajo su «sí al cambio» las políticas socialistas desde las pensiones hasta los refugiados, pasando por la dependencia, pobreza infantil, reforma laboral, violencia de género o la regeneración democrática. «Soy uno de los vuestros», enfatizó el líder socialista, que pidió el apoyo de la ciudadanía al cambio porque «es un sí a España» y «un sí a los retos de nuestro país». Sánchez hizo un discurso vivo y abandonó el estilo del 20–D en el que desgranó su programa electoral.
Sánchez convocó a los españoles el 26-J a «un referéndum por el cambio que sólo garantiza el PSOE». «Habrá varias papeletas, pero sólo una por el cambio», afirmó, y lo justificó: «Ahora ya nos conocen, saben quiénes luchamos por el cambio y quienes lo defraudaron», en clara alusión a Podemos. Citó en numerosas ocasiones a Susana Díaz –cuestión no muy habitual en los últimos meses– y secundó sus propuestas de reformas porque «queremos votar la Constitución de la España del siglo XXI para reconocer la singularidad de algunos territorios caminando hacía la España federal».
Sánchez mostró un PSOE «con ilusión», mostró respeto a los votantes del PP, a los que considera «defraudados» y recordó a Adolfo Suàrez. Sánchez: «Puedo prometer y prometo, decencia, diálogo y dedicación». No se olvidó de Puig, al que no citó por su nombre cuando afirmó: «PSOE, 4 siglas, 4 letras, así ha sido durante 137 años de historia y así seguirá siendo». Todo un recado para el dirigente valenciano.
El acto de Móstoles fue conciso. Se escenificó la unidad, la sobriedad, se fijó el mensaje básico del «sí al cambio» que quiere convertir al PSOE en el partido del voto útil, de votantes de izquierda y derecha, y se visualizó un candidato, que acabó en el escenario acompañado por Begoña, su mujer, con el apoyo del partido. Al menos hasta el 26-J.
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