Gobierno de España

Sánchez ya acaricia el desbloqueo con PP y Cs

Moncloa confía en la abstención. Consideran que el nuevo discurso de Cs favorece una abstención técnica

Pedro Sánchez interviene durante el acto de proclamación de la secretaria general del PSE-EE, Idoia Mendia / Ep
Pedro Sánchez interviene durante el acto de proclamación de la secretaria general del PSE-EE, Idoia Mendia / Eplarazon

Moncloa confía en la abstención. Consideran que el nuevo discurso de Cs favorece una abstención técnica.

«Parece que el señor Rivera nos ha levantado el castigo». En estos términos se pronunció Pedro Sánchez en uno de los mítines de precampaña de este fin de semana. Una declaración que responde al giro estratégico de Ciudadanos ante las malas perspectivas que dibujan las encuestas por su posición de bloqueo tras el 28-A. Aunque irónico, lo cierto es que para el PSOE el veto de la formación naranja sí supuso un castigo, una negativa que les obligaba a depender de los independentistas y a introducir a Unidas Podemos en el Consejo de Ministros. Su enrocamiento contribuyó a la repetición electoral. Con Rivera, sin embargo, todo hubiera sido mucho más sencillo. Ambas formaciones sumaban una cómoda mayoría absoluta (180 escaños) que, incluso en fórmula de coalición, hubiera dotado a España del «gobierno estable» que Sánchez tanto ansiaba en abril. Pero ni el líder de Ciudadanos –en su pugna con Casado por el liderazgo de la derecha– ni las huestes socialistas que la noche electoral jaleaban «con Rivera, no» querían esa entente y ahora serán los ciudadanos quienes el 10-N repartan una nueva mano de cartas con la que jugar. Todo apunta a que Rivera no retendrá la mayoría solvente que obtuvo hace cinco meses, pero –en todo caso– Sánchez acaricia ya el objetivo que le empujó a forzar la repetición de los comicios: la abstención de PP y Ciudadanos.

El líder del PSOE lleva repitiendo desde el 29 de abril que no pide el apoyo de populares y naranjas para él, sino para que permitan que comience a andar la legislatura. Un mensaje que mantuvo hasta el día mismo en que visitó la Zarzuela y constató ante el Rey Felipe VI que no tenía los apoyos para ser investido. Moncloa ya auguró tras la disolución de las Cortes que después del 10-N los partidos virarían en sus estrategias y discursos. «No concibo un nuevo bloqueo ni como hipótesis de trabajo», dijo en una entrevista reciente en LA RAZÓN, ante la eventualidad de que los equilibrios de fuerzas sean prácticamente los mismos tras los nuevos comicios. Es más, desde el Gobierno se forzó la repetición electoral fiando todo al desbloqueo por parte del PP. Una abstención por la gobernabilidad como la del PSOE a Mariano Rajoy en 2016. Un desbloqueo que no venga de los partidos independentistas, en la resaca de la sentencia del «procés» y con el bagaje de que fueron estas fuerzas las que tumbaron los Presupuestos Generales del Estado y abocaron a las elecciones de abril.

Aunque el cambio de tercio de Ciudadanos abra una vía alternativa a la abstención del PP, en el PSOE no se fían y achacan el giro de discurso a la sangría de votos que auguran las encuestas: «El pánico hace milagros». En todo caso, los socialistas también tendrán ahora que virar el eje de su campaña: Gobierno del PSOE o bloqueo, dado que la derecha ha reaccionado y lanza mensajes en clave conciliadora y de acuerdo. «Tenemos bloqueos desde la izquierda y desde la derecha y la única manera de tener un gobierno progresista que avance es desde el PSOE», dijo ayer Sánchez. Los socialistas que pedían hasta ahora una mayoría solvente para evitar quedar en manos de otros partidos, tendrán que centrarse en trasladar una imagen de estabilidad ante los desafíos que se divisan en el horizonte (Brexit duro, sentencia del «procés» o la desaceleración económica) y hacer una fuerte apuesta programática. Sánchez reúne hoy a su partido para presentar el programa electoral, una oferta que será en suma la del 28-A, con ligeras incorporaciones como las 370 medidas que se pusieron sobre la mesa en la negociación de la investidura con Unidas Podemos.