El desafío independentista

¿Se puede reciclar el «procés»?

Las «brigadas de limpieza» abren a LA RAZÓN el «zulo» en el que guardan el material independentista incautado estos meses y que plantea un problema para el ecosistema

José Casado, portavoz de Els Segadors del Maresme, enseña a este diario toda la «basura independentista» que ha recogido la brigada de limpieza
José Casado, portavoz de Els Segadors del Maresme, enseña a este diario toda la «basura independentista» que ha recogido la brigada de limpiezalarazon

Las «brigadas de limpieza» abren a LA RAZÓN el «zulo» en el que guardan el material independentista incautado estos meses y que plantea un problema para el ecosistema

Cuando el famoso «procés» comenzó a hacer aguas, los fanatizados de la desconexión encontraron como vía de escape el empapelamiento de las calles. La huida del que había sido su paladín, Carles Puigdemont, y el encarcelamiento preventivo de todos aquellos consejeros que se habían saltado a la torera la legilislación les irritó tanto a los separatistas que optaron por dispersar lazos amarillos, cruces, pancartas y un sinfín de propaganda amarilla que, ahora, ocho meses después ha provocado un importante problema de gestión medioambiental. Tras las lluvias incesantes de los últimos meses, miles de insignias separatistas han ido a parar al mar o continúan esparcidas por playas y enclaves turísticos. Basura que debe de ser gestionada y que tan sólo una parte de la población catalana parece estar dispuesta a reciclar. Desde finales de año, varias «patrullas de limpieza» integradas por voluntarios «blanquean» cada noche el desastre ecológico que plantea este cúmulo de bolsas de plástico. Un trabajo titánico que además reviste peligrosidad porque en cada accción, las brigadas tienen que lidiar con los insultos y agresiones por parte de los independentistas. Els Segadors del Maresme, uno de los grupos más activos que desde enero se han dedicado a limpiar las calles, ha ido guardando cuidadosamente todo el material que recogían de las calles y ahora abren las puertas de su «zulo» a LA RAZÓN para comprobar la ingente cantidad de basura incautada.

En el sótano de la vivienda de uno de ellos, decenas de bolsas de basura repletas de lazos amarillos se mezclan con insignias gigantes de cartón, pancartas con los rostros de los políticos encarcelados y con reinvidicaciones separatistas. «Llevamos acumulado más de una tonelada», confiesa José Casado, portavoz del grupo. «Hasta ahora lo hemos ido guardando, pero más adelante lo llevaremos a plantas que reciclaje. Nos indigna bastante la actitud que han mantanido hasta ahora los grupos ecologistas como Greenpeace. Nos hemos puesto en contacto con ellos para que hicieran un llamamiento en contra del comportamiento de los independentistas ya que están haciendo gran daño al medio ambiente. Pero no nos han dado una respuesta, tan sólo una confirmación de que han recibido nuestros correos. Es una vergúenza», lamenta.

Los miembros de El Segadors muestran lo que ocupa todo el material recolectado: aproximadamente un campo de fútbol de unos 1.000 metros cuadrados. «Además aquí custodiamos la estelada más grande, de 10x5, que quitamos de Sants», afirma Casado. «He visto cómo gran parte de los lazos amarillos, que son bolsas de basura, terminan en el mar. En la carretera de Arenys de Mar están también tirados por el suelo. Es muy triste ver cómo están dejando todo», lamentan varios miembros de estas brigadas. «Además, ahora que empieza la temporada alta de turismo, esto es una imagen nefasta de nuestras ciudades. ¿Quíen quiere encontrarse con toda esta basura? ¿Crees que la gente está a gusto en playas con cruces amarillas? El impacto ya no es sólo medioamiental sino también visual», explica una de las últimas incorporaciones al grupo de Els Segadors. Lo cierto es que las cifras de turismo hablan por si solas. En abril ha caído un 5% respecto al año anterior y en marzo el desplome fue de más del 10%, según datos de Barcelona Turisme.

Aunque sin duda, lo que ahora esta sobre la mesa es el problema de la gestión medioambiental. «Abandonar el plástico en las vías públicas, principalmente, genera contaminación paisajística y riesgo de contaminación de ríos y mares por arrastre de estos plásticos a través del alcantarillado municipal. También existe el riesgo de que determinadas aves los ingieran produciéndoles la muerte», asegura Leonardo Díaz Pineda, gerente de Recilec. Para este experto, «la mejor alternativa para el tratamiento de los plásticos es el reciclado (lavado y extrusionado para hacer granza e introducir este material nuevamente en el mercado como materia prima para la fabricación de productos plásticos) en vista de que la reutilización en este tipo de residuos es prácticamente inviable. Como última alternativa, y siempre mejor que el vertido, sería la valorización energética (aprovechamiento del plástico como combustible). Para que esto sea posible es necesario que se faciliten contenedores específicos para una correcta selección de los plásticos en origen». Como dato significativo, y siempre sujeto a diferentes factores como el tipo de polímero o el grosor del plástico residual, el periodo de descompisión del plástico puede ser entre 100 y 1.000 años.

Ante la amenaza de convertir las calles catalanas en un basurero amarillo, diversos activistas que luchan contra esta situación acudieron recientemente a una conferencia titulada «La gestión de los plásticos en la economía circular», que acogió el Hospital de San Pablo de la Ciuda Condal. «Todos los conferenciantes iban con un lazo amarillo en la solapa y no quisieron atendernos. Solo les pedimos su opinión al respecto ya que se trataba de una conferencia sobre el plásticos, pero no nos escucharon, así que nos vimos en la obligación de, con un megáfono, explicar lo que nos encontramos cada día desde fuera del recinto», explica Casado que acudió a ese evento junto a Juan de “Groc Enlloc», una brigada que junto a la «155» conforman los principales grupos de voluntarios «cazalazos».

«Nos acusaron de demagogos y nos despreciaron», añade el portavoz de Els Segadors. «Nosotros hemos tenido que guardar todo el material en diferentes lugares porque los ''indepes'' nos persiguen, nos han hecho escraches...», lamenta Juan. Lo que ellos piden, simplmente, es que dejen de ensuciar, «se puede reivindicar lo que cada uno quiera pero sin llenar de basura nuestras calles y nuestras plazas».