El desafío independentista

Torrent quiere ser Junqueras, no Forcadell

El presidente del Parlament nunca ha incurrido en riesgos. Busca ser el próximo candidato de ERC a las autonómicas

El presidente del Parlament, Roger Torrent, ya tumbó la investidura de Puigdemont / Efe
El presidente del Parlament, Roger Torrent, ya tumbó la investidura de Puigdemont / Efelarazon

El presidente del Parlament nunca ha incurrido en riesgos. Busca ser el próximo candidato de ERC a las autonómicas.

Roger Torrent no está dispuesto a seguir la senda de Carme Forcadell, su antecesora como presidenta del Parlament, ahora condenada a once años y medio de cárcel por su responsabilidad en el «procés». Su aspiración es tomar el testigo de Oriol Junqueras y convertirse en candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat: con ese objetivo en mente, ha sorteado cualquier riesgo con consecuencias judiciales. En este sentido, la propuesta de resolución que admitió ayer a trámite la mesa del Parlament –órgano que preside– alberga puntos que merodean el desafío a la Ley, aunque, según reconocen fuentes parlamentarias, es «muy light». «Es humo», reconocen incluso desde el independentismo, que confiesan que el objetivo es «contentar a unos y a otros» después de que la respuesta a la sentencia del «procés», que ha quedado eclipsada por la violencia en la calle, ha puesto también en evidencia la división del separatismo.

Esta iniciativa podría contrastar con el perfil moderado que trata de proyectar ERC, aunque los republicanos han optado por dar este paso porque son conscientes de que no conlleva ningún riesgo y además permite proyectar unidad –es una iniciativa fruto de un pacto entre los tres partidos independentistas–. En esa línea, permite también «blanquear» a Quim Torra, después de que hiciera la semana pasada una propuesta en el Parlament que nadie secundó, ni su propio partido, y que planteaba volver a ejercer la autodeterminación durante esta legislatura. Los republicanos, asimismo, también tratan de aplacar los crecientes ataques que están recibiendo desde algunos sectores del independentismo.

Uno de ellos lo representa Carles Puigdemont, que no tuvo reparos en acusar recientemente a Torrent de «deslealtad». Puigdemont ha sido, precisamente, uno de los principales damnificados por la prudencia de Torrent al frente del Parlament. Torrent, ante las amenazas judiciales, frustró su investidura a distancia. Adoptó la misma actitud con otra de las decisiones más controvertidas por ahora de la legislatura: la suspensión de los presos como diputados tras ser procesados por el juez Pablo Llarena. Entonces, se acogió a una fórmula para que los presos delegaran sus funciones en otros parlamentarios –una vía que chocó con JxCat, que ha mantenido a sus diputados suspendidos: Puigdemont y Toni Comín (perdiendo así dos votos)–.

Hasta ahora, por tanto, la línea de actuación de Torrent se ha regido por el respeto al marco legal para no incurrir en ningún riesgo que pueda amenazar su carrera política. Va a permanecer en esa línea, pese a que ayer, públicamente, asegurara que asumirá «todas las consecuencias» que se puedan derivar de la iniciativa parlamentaria tramitada.