Política

Elecciones andaluzas

Un vuelco electoral que no llega al más inexpugnable de los feudos socialistas

CRISIS. El tejido empresarial andaluz, ahogado por el intervencionismo de la Junta, carece de musculatura para revertir una tasa de paro. En la imagen, una empresa sevillana de las miles que luchan por remontar la crisis
CRISIS. El tejido empresarial andaluz, ahogado por el intervencionismo de la Junta, carece de musculatura para revertir una tasa de paro. En la imagen, una empresa sevillana de las miles que luchan por remontar la crisislarazon

Andalucía no ha conocido ni un solo gobierno de centro derecha desde las primeras elecciones autonómicas de mayo de 1982

A.R. - Madrid.

Andalucía no ha conocido ni un solo gobierno de centro derecha desde que se celebraron las primeras elecciones autonómicas el 23 de mayo de 1982. Esta circunstancia, que no se ha repetido en ninguna otra comunidad autónoma española, está detrás de muchas de las peculiaridades de esta región de España, la más poblada y la que aparece a la cola en muchos de los índices de calidad de vida, desde la tasa de paro hasta, por ejemplo, el gasto sanitario por habitante y año.

Nada ha conseguido conmover la fidelidad del electorado rural al Partido Socialista, que no del urbano, como pone de manifiesto el hecho de que el PP gobierna en todas las capitales de provincia andaluzas. Ni siquiera los escándalos de corrupción –especialmente el de los ERE fraudulentos, de dimensiones desconocidas hasta ahora en toda la historia democrática de España– han logrado poner a ningún candidato del Partido Popular en la presidencia de la Junta de Andalucía. De hecho, sólo en tres ocasiones no ha logrado la mayoría absoluta: las últimas de 2012, que ganó el PP con Javier Arenas, y las de 1996 y 2004, en las que Manuel Chaves se vio obligado a gobernar en coalición con el Partido Andalucista de Pedro Pacheco.

Como ya ha ocurrido en otras comunidades autónomas en las que un solo partido llevaba décadas gobernando, la alternancia política ha demostrado ser indispensable para terminar con el encasillamiento institucional y la corrupción.